Sociedad

Tras el diluvio, continúa la búsqueda de las decenas de desaparecidos en Madeira

  • El presidente del gobierno regional insiste en no declarar el estado de catástrofe en la isla para no espantar a los turistas

La búsqueda de 32 desaparecidos prosigue en la isla portuguesa de Madeira, cuya población intenta un difícil retorno a la vida normal después de la catástrofe que causó al menos 42 muertos. El presidente del Gobierno regional, Alberto Joao Jardim, ha expresado pocas esperanzas de encontrar con vida a los desaparecidos, que según él podrían haber sido "arrastrados al mar", donde será "muy difícil hallarlos". "Temo un incremento dramático del número de muertos", declaró Jardim, mientras el balance oficial, a última hora de ayer, seguía siendo de 42 fallecidos confirmados oficialmente.

Además, también rechazó la idea de declarar al estado de catástrofe. "En una tierra que vive del turismo y los servicios, la catástrofe sería declarar el estado de desastre, incluso habiéndose producido una calamidad".

Durante toda la noche, los servicios de socorro bombearon los estacionamientos subterráneos de tres centros comerciales de Funchal, donde automovilistas podrían haber quedado atrapados por los torrentes de agua y lodo que invadieron la parte baja de la ciudad. Había gran preocupación por el centro comercial de Anadia, donde testigos confirmaron haber visto a personas arrastradas por la fuerza de la corriente que se hundieron en el estacionamiento cuando el río Joao Gomes se desbordó.

En el centro de la ciudad, las topadoras y las excavadoras continuaban extrayendo las toneladas de escombros que bloquean muchas calles, sobre todo alrededor del mercado principal. La maquinaria pesada también se esfuerza en desatascar los tres ríos que atraviesan la ciudad, sacando grandes bloques de piedras.

En las colinas de Funchal, donde numerosas viviendas fueron arrastradas por los deslizamientos de terreno, el agua sigue cortada en varios barrios, y el aprovisionamiento es realizado mediante camiones-cisterna. Según el gobierno regional, la prioridad es el restablecimiento de los servicios básicos, pues varias comunas no tienen agua ni electricidad, sobre todo en el centro y el sur de la isla.

Por ahora, toda evaluación de los daños es considerada "prematura" por las autoridades regionales, que excluyeron decretar el "estado de catástrofe", por temor a sus efectos nefastos sobre el turismo, la principal fuente de ingresos del archipiélago.

La cicatrices de la tragedia se han extendido en este diseminado municipio de 10.000 habitantes y situado a unos 20 kilómetros de la capital de Madeira, Funchal. Algunos de sus vecinos vagan por los barrios más afectados enclavados en las escarpadas laderas de unos cerros.

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