Inundaciones en ecuador La improvisación obliga a pedir ayuda exterior

El diluvio del miedo

  • Las lluvias torrenciales caídas en zonas de Ecuador provocan el éxodo en busca de refugio de unos 265.000 campesinos

La tragedia de miles de personas que han perdido todo y han tenido que dejar sus casas inundadas los últimos días en la franja costera de Ecuador empieza a emerger de las aguas, mientras autoridades y grupos de socorro tratan de paliar la catástrofe.

Alicia Gómez, del poblado de El Salto, tuvo que abandonar su hogar junto a su familia hace una semana e instalarse en un precario albergue en una escuela de Babahoyo, la capital de la provincia de Los Ríos, pues las aguas "me llegaron casi a la cintura y aún llegan a la rodilla". "De la noche a la mañana nos encontramos con la inundación", señala Alicia, que estaba igual de prevenida que el Gobierno de Ecuador, que ha reconocido que no estaba preparado para una emergencia de este tipo, lo que hizo que reaccionara con lentitud y pocos medios.

El Gobierno solicitó ayuda internacional el jueves pasado, al calcular que 3,5 millones de personas, un tercio de la población real del país, estaba afectada por las lluvias en mayor o menor medida y que 265.000 se encontraban desplazadas, mientras los daños, sólo en la agricultura, superaban los 160 millones de dólares. La ayuda es para personas como Sara Ortiz, que comparte albergue con otros 116 desplazados de Barreiro, El Salto y otras poblaciones anegadas de la zona cercana a Babahoyo, donde reciben, además de refugio y comida, "atención médica para los niños". Pese a que el albergue es "muy incómodo", Sara no puede regresar a su casa, pues "si vuelve a llover, se vuelve a inundar", una aseveración que comparte con Daisy Contreras, otra madre de familia que recuerda que todavía tenemos dos meses, marzo y abril, de lluvias".

Los dos meses que quedan de época de lluvias preocupan al gobernador de Los Ríos, Camilo Salinas, quien, con claros síntomas de cansancio por el incesante trabajo de los últimos días, se muestra poco confiado en las predicciones meteorológicas. "Las predicciones acá no son muy certeras, cuando dicen que no llueve, llueve mucho y, entonces, mejor es estar preparados para que llueva", indica Salinas, que tiene la mitad del territorio de su provincia anegado y cerca de 5.000 personas en pequeños albergues. Salinas precisa: "Tenemos 4.777 personas en albergues, se han perdido muchas hectáreas de banano, arroz y otros cultivos, el 30 por ciento de la provincia de Los Ríos está completamente anegada y el 20 por ciento parcialmente anegada". Por eso, ha solicitado bombas para sacar el agua de las zonas más afectadas, "para que, si vuelve a llover, no se vaya sumando agua", en un área en la que la capa freática ya está saturada y cada nueva precipitación causa una nueva inundación.

En el viaje por carretera de Guayaquil, la capital de Guayas y la mayor ciudad del país, a Babahoyo, las palabras de Salinas se hacen patentes, pues a ambos lados de la carretera se ven campos y pueblos inundados y, en ocasiones, los vehículos han de superar el agua que cubre la calzada. Plantaciones de arroz con mucha más agua de la necesaria, campos de caña de azúcar anegados, plataneras cuyos tallos desaparecen bajo el agua y ganado medio sumergido componen un paisaje lacustre en el que sobresalen los palafitos, aunque en algunos el agua casi alcanza la casa, casi siempre de caña y tablas. En esos casos, la vida se hace en balsas y canoas. Y se contempla el agua turbia como una mensajera de la muerte.

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