Sociedad

Sin pegar ojo y pendientes del 'crec, crec'

Noches en vilo, mosqueo entre los vecinos y preocupación en el sector turístico es lo que de momento han causado los seísmos que se han registrado en los últimos días en las poblaciones costeras del norte de Castellón y del sur de Tarragona.

Mairo Calvo, trabajadora del restaurante Los Arcos, en Vinaroz, indica que esta situación copa prácticamente todas las conversaciones. "Anoche notamos dos temblores, de 3,9 y 4,1 grados y fueron bastante seguiditos". "Estamos entre mosqueados y preocupados", dice esta empleada, que añade que "se está engañando a la gente, porque sabían que esto iba a pasar; primero fueron manchas negras en el mar y ahora los terremotos".

La preocupación vecinal llega también hasta Benicarló. En el instituto de Educación Secundaria Joan Coromines de la localidad no se habla de otra cosa. Feli Sánchez, una de las conserjes del centro educativo, afirma que ella no ha notado nada. "Pero ahora mismo estaba leyendo los consejos sobre cómo actuar en caso de terremoto, por si acaso; la gente está preocupada".

Sonia Balanzá, vecina de La Rápita, explica que hasta ahora no había notado nada, porque vive en una planta baja. "Tenía la sensación de que era de las pocas personas del pueblo que no notaba nada". "Pero cuando anoche noté el segundo terremoto y vi cómo se movían todos los muebles, entonces cogí mucho miedo. Casi no pude dormir", añade.

"Yo he notado 5 terremotos. No sabemos qué pasa. Cuando notas un temblor y tienes a tus hijos durmiendo en la habitación de al lado, es evidente que sientes miedo. Es para preocuparse", relata Isabel, una vecina de Alcanar.

Los temblores no sólo se han notado en las poblaciones costeras, y así, en Tortosa, muchos vecinos también los han percibido claramente. "Crujió toda la casa. Se oía un crec, crec y seguidamente noté cómo temblaba el suelo y la lámpara se movía de un lado al otro. Tuve miedo", relata Sinta Salvadó, vecina de la capital del Baix Ebre.

El director del Gran Hotel Peñíscola, Francisco Ribera, explica que viven la situación con una "preocupación absoluta" y ratifica que los terremotos son "la comidilla de nuestros clientes".

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