Sociedad

Todos prevén un cónclave breve

  • Domingo de reflexión, de oración y lluvia a horas de la primera votación. Amigo Vallejo considera que la brevedad es un valor relativo al valorar la posible duración de la elección.

Ni por estar convocado mañana nada menos que el segundo cónclave de este siglo abrió ayer la oficina de la Sala Stampa que debe repartir las más de 5.000 acreditaciones a los periodistas que poco a poco van llegando a Roma. El descanso dominical no tiene excepciones para algunos, por lo que hay que dejar para el lunes lo que no hay más remedio que hacer el lunes. La acreditación puede esperar. Será cosa de las 37 horas y media semanales. Cuestiones terrenales donde debe estar el Espíritu Santo, al menos a partir de mañana. Los cardenales no celebraron ayer congregación general, se limitaron a rezar, a pedir por la buena marcha del cónclave y a reflexionar. Muchos dijeron misa en los templos romanos que tienen asignados, como el cardenal arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, que a las 10 de la mañana presidió una eucaristía en la iglesia de Montserrat de los Españoles ante un nutrido grupo de paisanos, entre los que había muchos religiosos y representantes de la Embajada de España ante la Santa Sede. La misa se dedicó a pedir por el buen transcurso de un cónclave en el que es el único cardenal de Andalucía, pues el cordobés Julián Herranz supera los 80 años y, por lo tanto, no entrará en la Capilla Sixtina, aunque nadie duda de que es uno de las grandes referencias de estos días previos, al ser uno de los tres redactores del informe secreto sobre el escándalo Vatileaks.

Mientras los cardenales ejercen de clérigos romanos en sus respectivos templos, las tribunas de prensa se terminan de instalar en la Plaza de San Pedro, donde el rosario de turistas es incesante. Y las medidas de seguridad llegan a ser asfixiantes. Una asistente de la misa de una fue retenida por la Policía vaticana porque el sacerdote oficiante dio la voz de alarma: se había quedado con un trozo de la hostia consagrada de la comunión. El turisteo del interior de la basílica se quedó a contemplar la acumulación de agentes de uniforme, de paisano y de personal vigilante.

La lluvia de la tarde anegó las calles de Roma. Los periódicos se mojaban en los quioscos al apuntar en letras de cuerpo grande que el cónclave será breve. Cuanto más llueve, más se cotizan los paraguas que venden machaconamente los ambulantes. Es fácil rebajar el precio de diez a tres euros. El embajador de España ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga, llega al viejo palacio español pasadas las cuatro y media, mochila a la espalda y bajo la vigilancia de dos militares apostados en un vehículo del Ejército italiano a los pies del monumento de la Inmaculada. Tiene que preparar el encuentro privado que en dos horas celebrará con varios religiosos, entre los que está citado el cardenal Amigo.

Llueve con rabia. El maratón del domingo queda a expensas del cónclave. Los corredores están advertidos, Si los curas se embrollan en las votaciones, la carrera se aplaza. Llueve en la Plaza de España y en la Vía Giuliana, donde reside el arzobispo emérito de Sevilla, en el colegio de la Iglesia Nacional de Santiago y Montserrat de los Españoles, una preciosa casona con iglesia y salones dignos de contemplación.

-Tú sabes que en esta situación puedo hablar poco..., arranca el cardenal.

El suelo de la sala es de madera. La limpieza es pulcra. El cardenal se detiene ante un cuadro de San Agustín. Es el fondo preferido para la fotografía.

-Estoy viviendo estos días con mucha paz, lo cual es una señal de que el espíritu te acompaña. Porque la responsabilidad tan grande de elegir un sumo pontífice podría causar no ya desasosiego, pero sí intranquilidad interior. Pero la verdad es que siento una gran paz.

Días intensos en lo emocional, una oportunidad para las evocaciones desde la diáspora romana. Y, como siempre, la memoria se va al origen, donde está la clave de casi todo.

-En los momentos importantes en la vida de una persona nunca se está solo. Recuerda uno cosas insignificantes de la niñez... Recuerdo ahora la infancia y determinadas lecciones que recibí que a las que a lo mejor no les concedí importancia, que me las enseñaron mis padres, pero que ahora, con el paso de los años adquieren un especial valor: ser sincero, ser leal con uno mismo, ser coherente con lo que piensas y con lo que haces. Son lecciones inculcadas por tus padres, una herencia que no se desgasta, sino que al contrario: cada día se aprecia más.

La tormenta trae aparato eléctrico. El secretario personal, el hermano Pablo, aguarda de pie y con el abrigo puesto. La humedad romana cala. El cardenal sigue hablando. Los techos son altos. Y los asientos tienen una decadencia suntuosa.

-Estos días he recordado mucho el anterior cónclave. Mi vida entonces estaba completamente dedicada al servicio de una diócesis tan querida como la de Sevilla. Me han venido a la mente una serie de imágenes, como la despedida en el aeropuerto, o la rueda de prensa que hubo en San Pablo al llegar.

Hay una pregunta obligada que engancha con lo que claman los rotativos empapados de los quioscos. ¿La brevedad es deseable? En menos de cuarenta y ocho horas los 115 cardenales electores ingresarán en Santa Marta.

-La brevedad es un tiempo que tiene poca medida. Para una ópera de Wagner, la brevedad es un par de horas. Y para otras cosas sería un tiempo interminable. Los últimos cónclaves han sido relativamente cortos todos ellos. Tiene su lógica, todos viajamos mucho y compartimos muchos encuentros. El conocimiento que tenemos los cardenales unos de otros es mucho mayor que el que se podía tener en otras épocas.

Italia ganó el Mundial de 2006 en Alemania. Pero lleva 34 años sin un Papa italiano. Dicen que la escuadra azurra aprieta porque desde el efímero Juan Pablo I se le han cruzado un polaco y un alemán que los ha dejado sin opciones. El cardenal zanja y evita pisar el área chica: "Me parece que el espíritu santo no sabe nada de nacionalidades". El coche oficial espera para llevarle a la embajada en la Piazza de España. Noche cerrada, mojada, grisácea. Este lunes se celebra la última congregación general. Por la tarde, la jura de todo el personal que estará trabajado dentro de la residencia de Santa Marta a partir de mañana: las cocineras de las Hijas de la Caridad, camareros, médicos... Ni podrán contar nada al exterior ni comentar dentro lo que ocurre fuera. Hoy seguirá descargando el cielo, más lluvia en Roma. Pero al menos ya abren las oficinas. Lo mismo que en la Junta de Andalucía: siempre hay que esperar al lunes. Allí y aquí. En Roma y en el resto del mundo. Como decía un periodista italiano en la Plaza de San Pedro ante un domingo plúmbeo: "Tutto calmo, tutto".

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