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Música

Bahía Sound Day: El concierto de los conciertos en San Fernando

Nathy Peluso, al inicio de su concierto en el Bahía Sound Day.

Nathy Peluso, al inicio de su concierto en el Bahía Sound Day. / Germán Mesa

"Y a ver qué pasa, a ver qué pasa...". Canta el público del Bahía Sound Day acompañando a Rigoberta Bandini bien rodeada de su cuerpo de baile y de voces. Es la sexta canción y se ha soltado la melena. Con su pelo corto, distinta estética, se presenta más tarde Nathy Peluso bien arropada con sus músicos. Ambas lanzan sus mensajes potentes, de poder femenino. Un mismo concepto, pero distinta forma de expresarlo, diferente manera de llevarlo al escenario. No importa, el público canta y canta. (Actualización)

En 20 minutos sobre el escenario Rigoberta Bandini ya ha dado las gracias dos veces, por volver al festival -estuvo el año pasado- y por la puesta de sol de la que ha sido testigo mientras actúa, "la primera vez desde un escenario". Antes ha versionado su propio tema candidato a este pasado Eurovisión, Ay mamá que quedará para la historia de la música y la televisión. Después se atreverá con un tema mítico del certamen europeo, el Lalalá de Massiel.

Los asistentes cantan, bailan, saltan... ya bien preparados gracias a Alizzz que ha sido el primero en abrir la cita, animando a los madrugadores, muchos, que han dejado su hueco a la sombra para acercarse al escenario, o a quienes ya esperaban en la zona vip.

La expectación era máxima desde muy temprano, con multitud de personas haciendo cola para entrar ya con sus pulseras de acceso rápido y otros, menos previsores, con la entrada. El calor no ha evitado que hubiera atrevidos que en su intento de ocupar las primeras filas del aforo hicieran cola para entrar antes que nadie. Aunque eso supusiera esperar bajo un intenso sol tanto fuera como dentro del recinto del Bahía Sound, muchos jóvenes, otros no tanto, han decidido empaparse, nunca mejor dicho, del ambiente de este tipo de festivales antes de que la música en directo rompiera a sonar.

Comienza Paula Ribó, alías Rigoberta, con In Spain we call it soledad, aunque también podría llamarse locura porque en cuanto empieza a sonar hay carreras para acercarse al escenario, otros prefieren quedarse más alejados con espacio suficiente para bailar y saltar a su antojo.

Rigoberta Bandini, en su actuación en el Bahía Sound Day. Rigoberta Bandini, en su actuación en el Bahía Sound Day.

Rigoberta Bandini, en su actuación en el Bahía Sound Day. / Germán Mesa

La catalana ofrece un mensaje intenso con letras a las que acompaña un todo: buenas voces, excelentes, un sonido claro y bailes, a veces naive, otras sorprendentes. Es Belén Barenys la que acapara todas las miradas en esa faceta (aunque no pueden no reconocerse sus segundas voces) por su derroche en el escenario en su estado de gestación, por su desinhibición al mostrar la barriga o sus tetas. "No sé por qué dan tanto miedos nuestras tetas", cantan por segunda ocasión, ahora ya con la versión original, también en la parte estética. Fiesta, Cuando tú nazcas, A todos mis amantes suena, Perra... tienen diferente ritmo entre ellas, o dentro de ellas, sonidos suaves y armoniosos que contrastan con los momentos de explosión eufórica.

Casi no hay instantes melódicos, tranquilos, con Nathy Peluso que mantiene el ritmo alto desde que pisa el escenario, puntual, con una versión de Célebre. Es una declaración de intenciones, porque música, voz y cuerpo se reparten protagonismo en el inicio y así seguirá todo el concierto.

La cantante argentina, afincada en España desde hace años, se hace poderosa ante el público que la aclama, una imagen que no duda en enfatizar, con sus reconocidas canciones Mafiosa, Delito, Business Woman o Bzrp Music Session, vol. 36, sin miedo de mostrarse vulnerable con Emergencia -"Últimamente me fijo/ si esto me da más de lo que me quita/ debo alejarme de todo/ Pa' hacerle a mi cuerpo lo que necesita"- aunque siempre siendo ella misma -"Me dijeron que me calle y no me he callao"-.

Nathy, como la aclama la gente, Peluso, como corea el público, lanza un mensaje de poderío femenino, aunque sea centrado en ella, aunque su dicción no sea a prueba de todos los oídos, pero que llega a través de su inconmensurable derroche físico. Cansa solo verla: desde el contoneo y los movimientos sensuales (da que hablar su juego antes de cantar Puro veneno con una rosa), hasta el salto de la comba durante algunos minutos o las planchas que hace. Nada mejor que un concierto de esta mujer y seguir su ritmo (imposible) para hacer el ejercicio diario recomendado y quizás más allá.

Su propuesta sobre el escenario vuelve a ser sexy, a estar seductora, como el año pasado también en el Bahía Sound, pero esta vez hay más músculo. Imperiosa, la artista -disfrutona, "un placer estar una vez más con ustedes", "esto es una fiesta para mi gente, carajo", "Cádiz, de las mejores vacaciones que he cogido en mi vida"- protagoniza un despliegue de estilos, como excelente rapera, con los ritmos latinos que corren por su venas, propuestas rythm and blues e incluso electrónico. Tanto que llega a transformar la melancolía en un apoteósico final con Vivir así es morir de amor.

Por delante quedaba aún C Tangana y la Flaka.

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