Un foco, una copa y una voz sin entonaciones. Un chiste ante notario. La sobriedad de Eugenio realmente representaba la Barcelona más adusta y escéptica, por tanto irónica, alejada de vehemencias prefabricadas.

De existir un auténtico humor catalán, aquel barbado y circunspecto cómico, del que se cumplen 20 años de su fallecimiento, se aproximaba con sus silencios, diálogos monocordes y esa mezcla de sumar idiomas sin forzar.

El renovado Cine de barrio de Alaska ofrece este sábado en La 1 Un genio en apuros, de Lluís Josep Comerón, la única película de Eugenio Jofra Bafalluy, un cómico involuntario que se encontró con la popularidad sin darse cuenta y que, con su espíritu de beberse las noches y pasarlo bien, fue arrollado por tipos interesados mientras él se debatía en dramas y depresiones. Murió el 11 de marzo de 2001 cuando regresaba de ver a su nieto.

La 2 lo contará mejor este domingo en Imprescindibles, reponiendo el documental Eugenio, un cómico que terminó comiéndose su existencia a bocados, en autodestrucción, refugiado en la planta baja de su casa entre delirios esotéricos y pulsiones pictóricas.

Eugenio, coproducción de TV3 y TVE, es un recorrido biográfico a través de familiares, amigos y próximos, con dirección de Xavier Baig y Jordi Rovira.

La onubense Conchita, la primera esposa, fallecida de un cáncer en 1980, fue quien marcó el destino del hiératico narrador. Ella murió cuando él encontraba la fama y el dinero rápido. A finales de los 60 el matrimonio de Eugenio y Conchita formaron un dúo de tono folk, Els Dos, que se quedó en puertas de Eurovisión 1970 (el año de Julio Iglesias). La bucólica La balada del maderero les permitió darse a conocer más.

Tras una ausencia de la esposa el público de las salas nocturnas prefería que el cantante se dedicara a contar. De un par de ocurrencias terminó creando un repertorio que convirtió a Eugenio en el rey de la noche barcelonesa cuando fue descubierto en TVE, en Cosas, y de ahí a ser uno de los cómicos imprescindibles.