Crónica de su intervención

Felipe González en 'El Hormiguero', cuando la tele se escucha

  • El ex presidente del Gobierno fue sutilmente feroz con el actual Gobierno

  • El programa de Pablo Motos anotó su tercera mejor cuota del año, 20,8%, y 3,4 millones de espectadores

Felipe González en 'El Hormiguero'

Felipe González en 'El Hormiguero' / Atresmedia

La voz de Felipe González aún sigue parando a la audiencia para escucharle. En las redes se despiertan sus detractores, porque en España la memoria histórica sólo funciona a rachas y porque la memoria histórica suele limitarse al rencor interesado. Al escuchar a Felipe González y al percibir que a sus 79 años sigue siendo la figura con carisma e influencia por convicción se entiende que el PSOE tuviera una segunda oportunidad tras la Guerra Civil  y ese mismo partido estuviera casi 40 años dominando Andalucía. Incluso la fotogenia (ver arriba) le sigue respetando.

Los socialistas le deben al sevillano lo que su partido aún es pero tal vez por eso se le tiene un resquemor inaudito, como mostró en su momento Adriana Lastra. Y por eso en la derecha se le tiene más consideración hacia la figura indiscutible para que tras el arranque de la transición el motor funcionara con eficacia.

Dejó la presidencia hace 25 años y ya entonces se prometió que no volvería a tener una responsabilidad institucional, pese a que tenía y tiene cuerda para gestionar y tratar. Sobre aquella lamentable intervención de Lastra de orillar a los veteranos socialistas, su ex presidente le recomendó preguntar a Joe Biden.

Pese a toda la competencia, la final de la Europa League y las ganas de terraza en este mayo menos triste, El Hormiguero tuvo 3,4 millones de espectadores y un 20,8% de cuota este miércoles: porque había ganas de escuchar al ex presidente. Y el programa, por fortuna y por un invitado realmente interesante, consistió en eso, una charla distendida y untuosa sobre cómo el líder de "por el cambio" contempla a esta España fragmentada y polarizada donde casi todos los cambios son a peor.  Yo soy del PSOE pase lo que pase. Me siento huérfano de representación y no me refiero solo al Partido Socialista... Quiero a alguien a quien pueda aplaudir, da igual si es de mi tribu o de mi bloque. Votó a Gabilondo porque lo hizo por correo antes del último debate, porque en ese momento se habría abstenido.

No hay relación entre Pedro Sánchez y González, que hablaba y habla más con Rajoy.

Sánchez no lo quiere ni ver para no oírle decir, por ejemplo, que el indulto a la cúpula golpista catalana no es leal porque los indultados no quieren respetar la legislación. No se juzgó al independentismo, cuyos partidos están en el poder, sino a una conducta concreta, no es una cuestión de revancha, ni de venganza. De foma sutil sobre Sánchez observó que es normal meter la pata, lo que es imperdonable es "no sacarla rápido".

A las generaciones ya algo talluditas lamentó lamentó que "nos quieren obligar a ser los nietos de la guerra civil en lugar de los hijos de la democracia".

Sobre el talante de un presidente realmente estadista, como fue este invitado de Pablo Motos, recordó estar siempre con Margaret Thatcher "cordialmente en desacuerdo" y que las formaciones alemanas fueron las que más contribuyeron para la integración de España en Europa. Una charla que no fue con el abuelo Cebolleta sino con un libro de Historia.

El de Bellavista, con un podcast en Podimo, Sintonías infrecuentes, insiste en que no habla en nombre de nadie ni representa a nadie. No va a influir, pero se muestra disponible para quien lo necesite, tiene "autonomía personal significativa". Un despilfarro más de este Gobierno es no escuchar sus criterios. El Hormiguero, en ocasiones, tiene la brillantez de ceder su golosa parcela en prime time a voces que siempre merecerán la pena atender.

 

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