Darío Jurado. Árbitro conciliador en 'De buena ley'

"Nada de cachondeo. Aquí la justicia nos la tomamos en serio"

  • El letrado algecireño trabaja a diario de abogado, fuera del plató, pero en el espacio de Telecinco es el que da el veredicto de los heterodoxos litigios que le plantean.

Se siente algecireño, por encima todo, y es un letrado con ventana en la televisión. En De buena ley actúa como árbitro conciliador y fuera del plató es un abogado que ejerce en su tierra. Mientras acude al juzgado de verdad atiende todos los días a curiosos que se le acercan por su faceta televisiva e incluso le porfían sobre sus profesionales decisiones. Darío Jurado (el apellido le viene al pelo) es uno de los cinco letrados en los conflictos de De buena ley que conduce cada sobremesa, en Telecinco, Sandra Barneda, recuperando el testigo de aquel Veredicto que redescubrió hace unos quince a la reina matinal, Ana Rosa Quintana.

-Usted vive y trabaja en Algeciras, de hecho lo sigue haciendo, pero un buen día usted aparece en la televisión ¿cómo surge eso?

-En Telecinco contactaron conmigo porque buscaban nuevos letrados para este programa. Fue todo un poco por casualidad.

-Pero De buena ley le habrá cambiado la vida.

-Me ha cambiado algunos horarios cuando me tengo que ir a Madrid, pero yo no he perdido ni el acento. Eso nunca. Tengo que hablar para televisión algo más lento, pero por ejemplo me avergonzaría perder mi acento andaluz.

-Usted hace de árbitro, aunque muchos espectadores le consideren un juez. Como dijo aquel tipo, ¿La justicia es un cachondeo... en este programa?

-Justo lo contrario. Nada de cachondeo. Aquí la justicia nos la tomamos todos muy en serio y se aplica con rigor. A la audiencia le encanta porque De buena ley tiene intriga y didáctica. Le aseguro que la gente me demuestra que aprende. Intervengo ante dos millones de personas cada vez que salgo y además del orgullo personal, se tiene en cuenta lo que estás diciendo.

-¿Cómo diría que actúa usted como árbitro conciliador?

-Con mucho sentido común. Aplico mis conocimientos y la lógica, sin contravenir a las leyes españolas. Los letrados estamos facultados para este tipo de arbitrajes…

-Se lo pasará bomba con tantas broncas en el plató...

-No, ante los rifirrafes ni me divierto ni me siento incómodo, aunque surgen cosas sorprendentes. Yo lo que quiero es hacer mi trabajo lo mejor posible y siento mucha responsabilidad.

-¿Hay algún guión previsto de lo que va a suceder?

-Antes de entrar en el plató me dan una sinopsis de los litigios para ponerme en situación, y después escucho a los participantes. Casi en tiempo real, mientras prosigue el debate, yo dirimo la decisión. Todo en verdad es tan rápido como sale en la televisión, en realidad estoy acostumbrado a defender una de las dos posturas.

-¿Usted siempre tiene la última palabra, no le dirigen?

-El programa no sabe qué voy a decidir en mi laudo arbitral, la producción no lo sabe, pero aceptan siempre mis decisiones.

-¿No cuestionan sus razonaiento por si no son del agrado de una mayoría de la audiencia?

-Para nada. Hombre si he pronunciado una decisión sorprendente a la conclusión se comenta, pero mis decisiones son sólo mías. De otra manera no estaría aquí

-¿Diría que De buena ley es un espectáculo?

-Tiene lo suyo de espectáculo porque estamos hablando de un programa de televisión…

-¿Ha aprendido mucho en este rol televisivo?

-El funcionamiento de una grabación para mí era novedoso. Yo destacaría la profesionalidad de Sandra Barneda, cómo recibe instrucciones desde un pinganillo y mientras es bombardeada es capaz de conducirlo todo con una naturalidad asombrosa. Con ella hay mucho feeling. Me gusta la inquietud en pro de los menores de Antonio David Flores, por ejemplo...

-¿Cómo se distingue de otros árbritos del programa?

-Intento siempre con mis laudos rematarlos con una coletilla, pero huyendo del estereotipo de andaluz gracioso, demostrando saber como el que más. Soy un andalucista acérrimo y soy gracioso cuando me apetece, no por imposición.

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