Miranda y Buendía se dejan. Terminan como apoderado y torero. Han cerrado una etapa que ha durado doce años, y es noticia en este caso porque no ha sido un apoderamiento normal. Concretamente desde que en aquellos albores Huelva buscara un Torero y saliera a la palestra la figura torera de un novillero que siempre entusiasmó a cada cual que lo veía en el ruedo. La oportunidad, el destino, o lo que ustedes quieran poner vino a juntarlos a ambos y en esa senda caminaron ese tamden forjado en el tiempo a fuego lento. Dos hombres y un destino, parafraseando a ese film, sirvió como titular de la entrevista a ambos en este periódico antes de aquello de Madrid. En realidad estos doce años con luces, sombras y brillantina llevan dentro muchísimas cosas. Unas mejores, otras peores y algunas inocuas pero esa convivencia existe y lo que no puede taparse es que David ha madurado toda esa innata torería que traía de serie al lado de Jorge Buendía. 

Tan legitimo como eso es que David de Miranda pretenda buscar otro cauce diferente en su carrera profesional. En realidad ambos protagonistas merecen todo el respeto del mundo ante esta tesitura que ha llegado quizás porque debía de llegar.

Final de temporada. Es tiempo de rupturas, cambios de cuadrillas, de recolocarse para la temporada que viene. Se ha esperado a que llegase ese último festejo del 2022. Ahora cada uno asume su camino en solitario. Sinceramente, ojalá les vaya bonito a ambos porque entiendo que esta no es una historia de rencores ni pagos sin cobrar. Ambos protagonistas se han dado cosas mutuamente y ese es un buen balance cuando en realidad se trata de despedirse como caballeros.