Toros

Grave cornada a Macías y dos toros de lío desaprovechados en Madrid

El diestro camero Oliva Soto, en un lance de recibo a su segundo toro.

El diestro camero Oliva Soto, en un lance de recibo a su segundo toro. / Efe

La grave cornada que se llevó el mexicano Arturo Macías fue la triste noticia con la que se inauguraron los desafíos ganaderos en Las Ventas, en una tarde en la que hubo dos toros, uno de Rehuelga y otro de Pallarés, de lío gordo, pero desaprovechados ambos por el francés Thomas Dufau.

El primero de ellos fue el segundo, un toro con muchos pies de salida, cumplidor en varas y con mucho nervio en la muleta, encastado, con codicia y mucha transmisión, que, además, se fue templando prácticamente sólo a medida que transcurría su lidia, pues Dufau no pasó de correcto con él, sin llegar a dar el paso al frente que requería la situación.

Y es que el de Pallarés tuvo quince o veinte arrancadas para poner la plaza boca abajo. Y el francés se conformó en pasarlo más a menos con solvencia por el derecho en tandas cortas, ligeritas y al ritmo que marcaba el astado, que fue arrastrado entre la ovación de los tendidos y, algo aún peor, con las orejas puestas.

La suerte, o la mala suerte, según como se mire, fue que el cuarto, de Rehuelga, fue otro toro de francas opciones, éste por templado y enclasado, de ésos para deleitarse toreando; y, aunque al francés se le vio muy a gusto con él, la verdad es que no dijo mucho a lo largo de una faena demasiado plana e insípida.

Por el percance de Macías, A Dufau le tocó matar al sexto, un toro manso que marcó muy pronto la querencia y que apenas se prestó en el último tercio, imposibilitando el lucimiento de un Dufau que puso mucho empeño, aunque sin poder sacar nada destacable.

Oliva Soto sorteó un tercer toro de Rehuelga de preciosa lámina y magníficas hechuras, un toro bajito, bien hecho, serio y astifino. Una pintura, que se dice en el argot. No fue de recibo el maltrato que llevó en el caballo, pero así y todo tuvo su “carbón” en la muleta de un muy desconfiado Oliva Soto, incapaz de quedarse quieto ni una sola vez en un trasteo en el que se le vio cogido constantemente, pero más por sus propias dudas que por el toro, que, aunque le echó alguna miradita y le faltó también clase, no fue tan barrabás como lo vio el torero.

El quinto fue un toro que se paró enseguida y tendió a defenderse, y Oliva Soto, aunque no estuvo tan a la deriva como en el anterior, volvió a pasar prácticamente de puntillas.

Y la mala fortuna se alió en contra del mexicano Arturo Macías, que quedó inédito en su paso por Madrid al resultar gravemente herido por el primero de corrida, un toro que tuvo tan pocas fuerzas como escaso fondo, embistiendo al paso y costándole también un mundo pasar, frenándose siempre en la mitad de cada muletazo. En uno de esos parones, el animal hizo por el torero, y fue en la huida hacia las tablas cuando lo prendió por el gemelo, levantándolo e hiriéndole certeramente. Ahí se acabó su aciaga actuación.

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