Bilbao | Primer festejo de las Corridas Generales

Los Hermoso, sendos trofeos

  • Lea Vicens, que se marcha de vacío, pierde premio por el rejón de muerte

  • Espectáculo de tono medio con una corrida de Sánchez y Sánchez de juego variado

Guillermo Hermoso de Mendoza prende una banderilla al sexto, al que cortó una oreja.

Guillermo Hermoso de Mendoza prende una banderilla al sexto, al que cortó una oreja. / Javier Zorrilla / Efe

El ciclo de las Corridas Generales de Bilbao comenzó de manera tibia tanto en entrada –medio aforo– como en el balance, que se saldó con un trofeo para Pablo Hermoso de Mendoza y otro para su hijo Guillermo. Lea Vicens pudo obtener también otra oreja si no falla con el rejón de muerte.

Pablo Hermoso de Mendoza consiguió el premio en el cuarto toro, ejemplar manejable, aunque fue a menos. El navarro lo recibió con dos rejones de castigo. En su faena hubo toreo con clase a dos pistas –sobre Berlín, un trincherazo–, prendió banderillas al quiebro y al estribo y no faltó la hermosina. En el epílogo, en una primera banderilla corta, el toro se echó. Otras dos banderillas cortas y el adorno del telefóno, que sobraba ante un animal ya muy débil, cerraron una faena que fue premiada con una oreja tras el acierto con el rejón de muerte al primer envite.

En el que abrió plaza, un toro distraído de salida, al que clavó dos rejones de castigo y que acabó parado en banderillas, Pablo concretó una labor bien resuelta técnicamente, aunque sin opción al lucimiento; matando mal.

Guillermo Hermoso consiguió un trofeo del sexto, un animal con clase, el de mejor condición del encierro, en una faena que fue creciendo tras dos rejones de castigo deficientes. En la labor del todavía tierno rejoneador, que tomó la alternativa en la pasada Feria de Abril, hubo frescura y garra, siempre dentro de la ortodoxia. Con vibración llegó un final explosivo con rosas y un par de cortas a dos manos para matar de eficaz rejón y cobrar la oreja.

Ante el tercero, un toro de buena condición al que le faltó clase y que fue a menos, Guillermo, que intentó hacer las cosas con pureza y logró despertar la atención del público, consiguió algunos pasajes brillantes, con toreo templado montando algunas de las cabalgaduras emblemáticas de su padre. Cerró con cortas. Posiblemente perdió premio, tras dar un mitin con los aceros.

En definitiva, espectáculo ecuestre de nivel medio para abrir boca en Bilbao.

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