Toros

Joselito triunfa... en su estreno ganadero en Bilbao

  • El debutante Leandro pierde una gran oportunidad ante el mejor lote · Morante, entregado, deja destellos de torería · Castella no redondea ante su primero, encastado

GANADERÍA: Cinco toros de El Tajo y uno de La Reina (primero), de presentación con muchas deficiencias y desigual; con un primero sin trapío. En juego, destacaron por su casta segundo, tercero y, fundamentalmente, el sexto, un toro pronto, noble, con recorrido y repetidor. Segundo y sexto fueron ovacionados en el arrastre. TOREROS: José Antonio 'Morante de la Puebla', de verde con bordados blancos. Dos pinchazos y media caída (silencio). En el cuarto, estocada (saludos). Sebastián Castella, de negro y oro. Media (saludos tras petición insuficiente). En el quinto, tres pinchazos y estocada (silencio). Leandro, que sustituía a Cayetano, de gris y oro. Cinco pinchazos y estocada (saludos tras aviso). En el sexto, estocada y cuatro descabellos (saludos tras aviso). Incidencias: Plaza de toros de Bilbao. Tres cuartos de entrada. En cuadrillas, Miguel Martín saludó tras banderillear al sexto.

Fue un torero con sello propio y clase. Cuando tomó vuelo, exigió dinero. Y, con casta torera, llegó a enfrentarse al mandamás del negocio en aquel entonces, a don Manuel Chopera, defendiendo el caché que había ganado en el ruedo. Chopera, que por entonces gestionaba 60 plazas de toros, lo castigó sin contratarle. Luego, tras su enorme éxito en Las Ventas en la corrida en la que se enfrentó en solitario a seis toros, José Miguel Arroyo Joselito impuso sus condiciones a los empresarios. Como ganadero ha trabajado varios años en silencio, con algunos triunfos reseñables. Pero esta temporada está consiguiendo éxitos en plazas de máxima categoría. Hace unos días envió un encierro de nota a San Sebastián. Ayer se estrenó en la plaza de Vista Alegre de Bilbao con otra corrida con tres toros importantes, por encastados: segundo, tercero y sexto.

Importantísimo el toro que cerró plaza: pronto, noble, con recorrido, humillador. Habilitador se llamaba. Y, haciendo honor a su nombre, habilitó a Leandro, que sustituía al lesionado Cayetano, para un triunfo de órdago, que el vallisoletano desperdició.

Con este sexto, la emoción llegó al máximo en el ruedo y en los tendidos. El toro, con trapío, poderoso, largo, fue un ejemplar extraordinario en su comportamiento. Tras un par de banderillas de nota a cargo de Miguel Martín, Leandro estructuró bien una faena interesante, que malogró con la espada. La apertura de la labor fue buena, con una serie con la diestra en la que ligó cinco muletazos a un pase de pecho muy largo. Más relajado se sintió el diestro en el toreo en redondo. Con la zurda mantuvo un buen tono. Pero luego no resolvió con los aceros. Precisó de estocada y cuatro descabellos y lo que iba para premio quedó en una gran ovación. Aunque la merecidísima ovación que tributó el público de Bilbao en el arrastre a Habilitador fue todavía mayor y, sin duda, la más grande del festejo.

Ante su primero, que también regaló buenas embestidas, Leando se vio desbordado ante tanta casta. Únicamente acertó en dos tandas con la diestra. Pero el toro quedó por encima del torero, que atacó pésimamente en la suerte suprema, con hasta cinco pinchazos en los que entraba con el brazo encogido.

Morante, entregado, dejó destellos de torería con un lote poco propicio. El primero, muy protestado por falta de trapío, tenía un buen pitón izquierdo, pero se derrumbó varias veces. El sevillano brilló en naturales sueltos, algunos muy despaciosos. Pero al guiso le faltó la sal de la emoción. Con el encastadito cuarto, pronto, pero de escaso recorrido, hubo detalles artísticos de gran altura, como una media verónica de ensueño, un par de ayudados con empaque en el inicio de la faena de muleta y algún natural suelto de calidad.

Sebastián Castella, con el segundo, uno de los astados destacados del encierro, no llegó a redondear. El toro, encastado, transmitió mucho. Y el francés, tras un comienzo de faena explosivo, en los medios y con arriesgados muletazos por la espalda, se perdió en un trasteo en el que le faltó limpieza y ajuste. Y para colmo, un desarme cuando quiso pisarle el terreno a un toro, que era precisamente un toro. Tras media estocada escuchó una fuerte ovación, tras petición minoritaria de oreja. Con el manso quinto, que acometía con la cara alta, el trasteo, sin emoción, estuvo marcado por innumerables enganchones.

Paradójicamente, el triunfo fue para un torero que ayer no toreaba, pero que en su tiempo toreó como muy pocos. Dicen que los toros se parecen a sus dueños y visto lo que sucedió en Vista Alegre es posible que así sea. Salió un encierro marcado con el denominador común de la casta, como aquella que poseía aquel José Miguel Arroyo Joselito, un punto soberbio, cuando en su época se enfrentó al sistema. Un torero con sello propio y calidad que se está encaramando como un ganadero con vitola.

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