Toros

Juan Bautista, a hombros, y pureza a cargo de José Tomás

  • El diestro francés sale en hombros en Bayona · El madrileño, que corta una oreja a su primero, volvía a Francia · Discreta actuación de Juan Mora, que reaparecía

GANADERÍA: Toros de Vegahermosa y Jandilla, de juego variado. TOREROS: Juan Mora, silencio y ovación. José Tomás, oreja y gran ovación. Juan Bautista, oreja y oreja. Incidencias: Plaza de Bayona. 'No hay billetes'.

Lleno hasta la bandera en la plaza de toros de Bayona donde los diestros Juan Mora, José Tomás y Juan Bautista lidiaron astados de las ganaderías de Vegahermosa y Jandilla. Gran expectación ante la reaparición de José Tomás en Francia, en el primero de los dos festejos que tiene programados.

Juan Mora reaparecía tras una grave cornada. Su primer toro no sirvió, brusco, con genio y orientado. El torero lo probó por los dos pitones, viendo que era imposible, se fue a por la espada, con la que no estuvo afortunado. Detalles de preciosa estética de Juan Mora con el cuarto, un jandilla de trato más suave que también se rajó descaradamente en los primeros compases de la faena de muleta. Juan Mora aprovechó los viajes hacia las querencias para dibujar derechazos naturales, trincheras y pases de la firma presididos por su proverbial buen gusto. Mató de pinchazo hondo, que deslució el conjunto, además de los reiterados fallos del puntillero.

José Tomás cortó una oreja del segundo de la corrida. Un toro que salió suelto y distraído en el primer tercio, con el que José Tomás dibujó alguna verónica suelta condicionada por la falta de repetición del astado. Tras dos varas quitó por gaoneras a compás abierto y sin mover los pies, que levantaron el clamor en los tendidos. Replicó Juan Bautista en un quite voluntarioso, alternando chicuelinas y tafalleras. Muleta en mano, José Tomás labró una faena maciza plena de técnica y aguante ante un toro desentendido, topador y brusco. Lo mejor llegó sobre la mano derecha, arrastrando la muleta en una profunda serie. Terminó con ayudados por alto y mató de estocada desprendida. El quinto de la tarde tampoco rompió a embestir. Es más, lo hizo siempre a regañadientes y gracias a la forma de ponérsela de José Tomás. El de Galapagar cimentó una faena de enorme diálogo con el astado. Comenzó dominándolo con doblones por abajo hasta la boca de riego y allí lo trató con un mimo y una suavidad especiales. Otra vez la mano derecha dejó lo más caro de su actuación. Mató de estocada entera, tendida y el toro tardó en caer.

Suelto y con genio a la par que movilidad, resultó el tercero de la tarde. Con él, Juan Bautista inventó una labor siempre a favor de las querencias del toro, aprovechando sus huidas hacia los terrenos de sol. Una vez allí, y muy pegados a las tablas, Bautista logró momentos de notable ligazón en una faena larga y bien estructurada. Mató de estocada corta. Cerró plaza un toro descastado que no se empleó. Juan Bautista, que brindó su faena a José Tomás, fue todo ahínco y ganas de salir en hombros de una forma u otra. Como en el toreo fundamental no era posible por lo parado del toro, decidió arrimarse y meterse entre los pitones para terminar con unas bernadinas sin espada. Mató de una gran estocada que tumbó al jandilla en segundos.

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