Toros

Martín Escudero y Borja Jiménez, dos toreros que pueden funcionar

Uno tiene personalidad y el otro anda como un matador de toros. Ambos (Martín Escudero y Borja Jiménez) destacaron cada uno con sus armas en la primera función de la Feria de Valdemorillo con una novillada bien hecha, desigual de hechuras y muy toreable de Albarreal y Juan Pedro que propició un entretenido espectáculo. El de Galapagar llamó la atención porque es distinto, mientras el de Espartinas pide a gritos la alternativa. Completó la terna Ángel Jiménez, torero de buenas formas que dejó detalles en sus dos faenas.

Borja Jiménez fue el primero en puntuar. Fue en el tercero, de Juan Pedro, que además de hechuras, tuvo calidad, clase y ritmo. Un animal de excelente juego que permitió ver todas las virtudes de un Borja Jiménez que de novillero tiene muy poco, porque piensa, ejecuta y se desenvuelve como un matador de toros. Como además tiene facilidad y el toreo le fluye, enseguida conectó con el tendido. Su labor tuvo ligazón e intensidad. Destacó con la mano zurda, por donde su toreo adquirió más expresión y después de un certero espadazo paseó la primera oreja de la feria.

El sexto, más alto, fue quizá el de menos opciones, sobre todo porque su falta de raza le llevó a echarse en los albores del trasteo. Borja Jiménez se había ido a recibirlo a la puerta de toriles, lo brindó al público y le puso dedicación a la faena, pero la falta de transmisión del animal lo deslució todo.

Se movió mucho el segundo, novillo bajo y bien hecho, al que Martín Escudero quitó primero por estoicas saltilleras, prólogo de una faena basada igualmente en la quietud y economía de espacios, que tuvo un interesante desarrollo. Hubo series más conseguidas que otras, pero lo bueno fue muy bueno, sobre todo una tanda por cada pitón con ajuste y profundidad. Se apretó por bernadinas pero el puntillero levantó al novillo y luego se demoró con el descabello. Por eso perdió la oreja. El quinto, más lavado de cara, blandeó en los primeros tercios, pero en la muleta acabó rompiendo gracias a la decisión del novillero, que muy hundido en la arena, con gran convicción y seguridad, le cogió pronto el sitio y la distancia por los dos pitones. Su faena, de formas muy tomasistas, tuvo poso, peso y aplomo. Y además, ajuste.

A portagayola se fue Ángel Jimenez a saludar al primer astado de la feria, un zapato de Albarreal, que se movió con calidad y son mientras le duró la raza. El novillero de Écija dijo ser un torero de elegantes maneras, pues su faena, sobre todo la primera parte, cuando el novillo se empleó más, contuvo series de muletazos de encaje y buen gusto, incluso a media altura. La faena se desvaneció un tanto en el último tramo, con el novillo más aplomado, y después de una efectiva estocada, hubo leve petición.

El cuarto tuvo más cuerpo y resultó igualmente manejable. Ángel Jiménez le dispuso una faena de largo metraje en la que de nuevo destacó la composición de algunos de sus muletazos, si bien la faena no terminó de adquirir solidez.

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