Feria de San Isidro 2021

Triunfo efectista de Roca Rey en una tarde de sangre

Roca Rey de rodillas en Vistalegre.

Roca Rey de rodillas en Vistalegre. / EFE/ Rodrigo Jiménez

El diestro peruano Roca Rey, que le cortó las dos orejas al tercer toro por una faena más efectista que honda, resultó el triunfador de la corrida de hoy de la feria de San Isidro, que se abrió y se cerró con dos tremendas cornadas al banderillero Juan José Domínguez y al matador de toros Pablo Aguado. El mano a mano entre el diestro suramericano y el sevillano era la cita estrella de esta alternativa feria de San Isidro en el Palacio Vistalegre, que se llenó por primera vez en el abono de un público festivo, entre el que abundaban los famosos y personalidades como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y la infanta Elena con sus hijos, todos presentes en palcos de callejón.

Corrida, pues, de relumbrón y "roneo", pero que, ya en el tercio de banderillas del primero de la tarde puso crudamente de manifiesto la cara más trágica de la fiesta, la más verdadera, cuando el astado de Vegahermosa prendió al subalterno Juan José Domínguez y le zarandeó como a un pelele, provocándole serios destrozos en el pecho. Se rondó así la tragedia entre un alboroto de fiesta que se apagó como una vela cuando el banderillero era trasladado a toda prisa por sus compañeros a la enfermería de Vistalegre, donde hoy no iba a ser el único visitante en una tarde cuyo guión, en principio, anunciaba una más que forzada rivalidad entre ambos toreros de la nueva hornada.

Pablo Aguado sufre una cogida durante el séptimo festejo de la Feria de San Isidro. Pablo Aguado sufre una cogida durante el séptimo festejo de la Feria de San Isidro.

Pablo Aguado sufre una cogida durante el séptimo festejo de la Feria de San Isidro. / EFE/ Rodrigo Jiménez

Los dos primeros toros de la corrida tuvieron un comportamiento incierto y cambiante, que, antes de que se rajaran, llegó a desconcertar a los toreros y en especial a Pablo Aguado, pues el segundo acusó mucho más esos defectos, en tanto que Roca Rey resolvió con el suyo con más firmeza que fluidez en los trastos. El panorama cambió a mejor con el tercero, uno de Garcigrande de hondas y muy buenas hechuras que, como excepción de toda la corrida, rompió a embestir con clase y profundidad, facilitando una clase de toreo, y una faena redonda, que no llegó a realizar Roca Rey. La apertura del trasteo, con pases cambiados y una serie de muletazos en los medios con las dos rodillas en tierra, y el final con unas bernadinas quebradas y una estocada que quedó delantera de tanto como se volcó, fueron las partes mollares de un trasteo en que hubo más "Ñuys"! que olés.

Porque, aunque el amable público de hoy le concediera las dos orejas, entre medias del efectismo se echó en falta mayor sinceridad en los cites y en los embroques de Roca con el buen toro salmantino, al que, con notable firmeza, empalmó más que ligó gran cantidad de pases desde la comodidad de la pala del pitón, sin que el tendido reaccionara solo al final de las tandas. Pablo Aguado quiso responder en el cuarto con su mejor baza: la de la calidad más clásica. Y así se lo facilitó de salida este otro toro de Garcigrande al que cuajó a la verónica a cámara lenta, con los codos altos, muy en el corte del estilo más sevillano, provocando los olés más rotundos y sonoros de la tarde. Pero ahí, y en un amago de quite en el mismo aire, se quedó todo, pues el animal se vino tan abajo como la faena poco resolutiva del torero andaluz.

La Infanta Doña Elena de Borbón disfruta de una tarde de toros en el tendido del palacio de Vistalegre. La Infanta Doña Elena de Borbón disfruta de una tarde de toros en el tendido del palacio de Vistalegre.

La Infanta Doña Elena de Borbón disfruta de una tarde de toros en el tendido del palacio de Vistalegre. / Europa Press

Roca, ya con las orejas en el esportón, se encimó demasiado con un desfondado quinto de Cuvillo que pedía más delicadeza en los vuelos del engaño, por lo que a Aguado le quedaba aún en la recámara la bala del sexto para buscar un "empate" en este artificial "duelo de estilos". El de Cuvillo, noble y sin excesivo celo, parecía el toro más indicado para el pulseado toreo a media altura del sevillano, que lució así en dos excelentes tantas de derechazos, hasta que el toro se fue desfondando y permitiéndole desde entonces dejar solo detalles de buen gusto. De una u otra forma, Aguado se tiró a matar para amarrar al menos un trofeo, tan por derecho que mientras entraba la espada en el hoyo de las agujas del toro, también entraba el pitón del animal en el muslo derecho del torero.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios