Toros

Víctor Puerto y El Fandi suman trofeos ante un mal encierro

  • Ambos espadas cortaron una oreja · El matador de toros colombiano Luis Bolívar fue ovacionado en su lote

GANADERÍA: Toros de Fuentelapeña, reservones y descastados. El primero, con mediana calidad; segundo, con guasa; tercero, a menos; cuarto, con genio; quinto, débil en el último tercio y el sexto, el único con cierta calidad. TOREROS: Víctor Puerto, oreja y saludos. David Fandila 'El Fandi', palmas y oreja. Luis Bolívar, saludos en ambos. Incidencias: Plaza de toros de Manizales. Tarde gris, con ligera lluvia.

Los diestros españoles Víctor Puerto y David Fandila El Fandi cortaron sendas orejas, en la penúltima corrida de la feria colombiana de Manizales, en la que el colombiano Luis Bolívar fue ovacionado.

Antes del festejo se anunciaba un chaparrón y no cayeron sino algunas gotas, y tampoco los toros, del hierro de Fuentelapeña, llegaron a embestir. Los astados resultaron reservones en su mayoría, como con la bravura mojada.

Víctor Puerto se ha convertido en un torero de máxima seriedad. Es torero centrado y rotundo que intenta divertirse, torear para sí. Hacia el final de su faena al primero, inició redondos y los muletazos fueron más de cara a la galería tras una faena de gusto y personalidad. Su segundo también fue reservón y desarrolló un cierto genio, con peligro sordo e incómodo. A base de exponer y ponerse en el sitio, el madrileño arrancó algunos muletazos pulcros.

David Fandila El Fandi banderilleó a su primero con solvencia y seguridad. Es decir, como siempre. Antes, con el capote, variado, intentó más lucirse que recoger las embestidas del abanto de Fuentelapeña. En la muleta, de rodillas toreó por alto. Luego intentó pasarlo por ambos pitones sin encontrar las aptitudes necesarias para acoplarse. En el quinto, el granadino volvió a banderillear con brillantez y calentó a retazos al público, insistiendo ante un toro que blandeaba y que no se entregaba del todo y que se vino a menos.

Luis Bolívar decidido siempre, trató de meter al tercero al canasto. Tardeaba el toro pero tenía mucha suavidad, ritmo y calidad. La faena fue calentando, aunque el animal fue a menos y no prosperó. El sexto fue el de más calidad del encierro, pero sus menguadas fuerzas obligaron al caleño a torearlo de entrada a media altura, sin rematarlo por bajo, para que no se cayera. Hubo dos series templadas y largas, pero el toro se vino a menos, aunque conservó su fijeza y nobleza, no así su recorrido. Concluyó la faena por encima del animal, malogrando con la espada lo que compuso con el corazón.

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