Análisis de la Feria de Abril de Sevilla 2022

La Feria giró sobre Morante, el eje previsto

  • Cuatro Puertas del Príncipe, seis ‘no hay billetes’, una tormenta virulenta y veintisiete orejas cortadas, balance de un gran proyecto

Morante al capote.

Morante al capote. / José Ángel García

Apagadas las luminarias artificiales y arrastrado el último toro de Miura hemos de convenir en que los augurios que surgieron cuando los carteles vieron la luz se han visto sobradamente cumplidos. Una Feria montada sobre la base de un torero de época ha discurrido de forma satisfactoria y no es por el número de trofeos ni por la cantidad de salidas por la Puerta del Príncipe sino por la cantidad de acontecimientos ocurridos en la plaza más bella del mundo. Se dijo aquí mismo cuando se conocieron las combinaciones que Morante representa para Ramón Valencia lo que Curro Romero significaba para Diodoro Canorea. El yerno hizo lo que su suegro hizo durante cuarentaidós años, buscar el eje para que todo rodase como se desea. Cuatro tardes ha toreado Morante, en todas se ha colocado el cartel más deseado, el de ‘no hay billetes’, y de todas ha salido la gente toreando o pensando en el otro día será que siempre acompañó a este tipo de genios.

El ciclo arrancó con el cartel más ilusionante, el propio para un Domingo de Resurrección, pero los toros de Juan Pedro no colaboraron con los toreros, por lo que fue una tarde preñada de silencios y eso que Morante hizo honor a Suspiros de España con unos naturales excelsos. Juan Ortega no pasó de unos bellísimos lances y tampoco Pablo Aguado se reencontró consigo mismo. Al final estalló el público y nadie podía prever que el vuelo se remontaría. El ciclo continuado arrancó el miércoles, 27 de abril, tras el exitoso invento del domingo 24 con la corrida de la oportunidad para seis toreros sevillanos que andan a machetazos con la vida. El camero Alfonso Oliva Soto y el ecijano Ángel Jiménez iniciaron la nutrida cuenta de orejas que iban a cortarse. Y en ese miércoles 27 surgió una espléndida corrida de Santiago Domecq con la que triunfó José Garrido y en la que Alfonso Cadaval le cortó una oreja al excepcional Chismoso corrido en tercer lugar.

Daniel Luque se entregó al público a pesar del lote y la climatología. Daniel Luque se entregó al público a pesar del lote y la climatología.

Daniel Luque se entregó al público a pesar del lote y la climatología. / Juan Carlos Muñoz

El primer aldabonazo lo dan al alimón los toros de El Parralejo y el gerenense Daniel Luque, que abre por vez primera la Puerta del Príncipe en presencia de un poderoso Miguel Ángel Perera que también toca pelo. Al día siguiente, viernes 29, nuevo cartel de puro y clavel para que Morante tenga su tarde más gris, Urdiales recete dos de sus cuatro grandes estocadas en esta Feria y Manzanares corte oreja en espléndida tarde de su cuadrilla. Al día siguiente, el mano a mano con los vitorinos por el percance de Emilio de Justo. Duelo de extremeños con toros extremeños y tarde tremenda de Antonio Ferrera con corte de oreja a Pobrecito, el toro del polémico brindis a Joaquín, en presencia de un Miguel Ángel Perera que fue el único torero que pasó por el hule. Al día siguiente, domingo, con muy floja entrada sucedió la nueva apoteosis en Sevilla del joven Guillermo Hermoso de Mendoza, con salida en hombros directamente al Paseo de Colón.

Y arranca la semana de farolillos con la eclosión de un debutante, el toledano Tomás Rufo, que vuelve a abrir la Puerta del Príncipe tras dos faenas repletas de decisión y de buen toreo. Esa tarde de sostenida lluvia torrencial y ya con el tercer ‘no hay billetes’ cortó oreja El Juli y escuchó más avisos que palmas Andrés Roca Rey. Tocan pelo Álvaro Lorenzo y Ginés Marín el martes, también con lluvia, con dos toros de Parladé y vuelve a dar una gran dimensión Daniel Luque en la tarde de taquilla más floja de la semana. Y el miércoles de Feria aparece la gran apoteosis del Juli con su ganadería favorita, la de Garcigrande. Le corta las dos orejas a Ofiverde, un toro amasado a conciencia por el madrileño, y una al cuarto, lo que le da el pasaporte para la Puerta del Príncipe y ya van cuatro. Manzanares corta una oreja y Pablo Aguado se va de la Feria sólo con detalles en su balance. Encandila Diego Urdiales con su capote y su espada la tarde de la corrida de Matilla, despierta interés Cayetano con Carcelero, su primer toro, y está a punto de cortar oreja Paco Ureña, que ha entrado en sustitución de Emilio de Justo.

Tomás Rufo, a hombros en Sevilla. Tomás Rufo, a hombros en Sevilla.

Tomás Rufo, a hombros en Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

Y amaneció el viernes de la furia, el de una tormenta desatada en torno a Roca Rey y el presidente del festejo, Fernando Fernández Figueroa. Había cortado el peruano dos orejas generosas en su primero, se arrimó como un león para que no se le escapara la puerta soñada, le brindó a sus padres y se pegó un arrimón tremendo para una faena de más cercanía que arte. La petición de oreja fue mayoritaria y con ella hubiera salido en hombros, pero el presidente se negó en redondo a abrir la del Príncipe y se desató la tormenta más violenta que se ha vivido en años en la Maestranza. El ruedo se llenó de almohadillas en una tarde en la que Morante volvía a bordar el toreo con corte de oreja y Juan Ortega salía de la Feria con poco a tener en cuenta.

Y tras el viernes tormentoso llegó la sabatina del buen gusto, la sevillanía y el toreo de Morante, que cuajó la faena de la Feria con un sobrero de Garcigrande. Fue en compañía de un Juli poderoso ante dos torrestrellas sin fondo y en la que tomó la alternativa un animoso y poco experto Manuel Perera. Y todo acabó con una gesta que apenas sonó por el poco juego de la corrida de Miura y en la que su único matador, Manuel Escribano, estuvo muy por encima de lo que vino de Zahariche. Y es lo que dio de sí la Feria más brillante que se recuerda y en la que bien pudo sobrar alguna oreja más orejita que otra cosa. Cuatro Puertas del Príncipe, veintisiete orejas y seis ‘no hay billetes’ jalonan una Feria que se preveía brillante y que no dejó en mal lugar a sus augures. Era una Feria proyectada sobre el eje de Morante y a fe que giró a la perfección.

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