Toros

La cátedra de Enrique Ponce

Enrique Ponce vino a Málaga con toda la intención de dejar su sello de toreo elegante, suave y templado, con veinticinco años de alternativa que cumple este año y que le reafirman como una de las grandes figuras del toreo. Cortó dos orejas al quinto eral de su ganadería y como buen maestro regaló el sobrero para que fuera lidiado por todos, alumnos y profesor, al que también desorejaron. Así la foto final pudo ser una salida a hombros junto al magistral Ponce quien sentó cátedra.

Otros dos novilleros, El Castellano III, de la Escuela Taurina de Valencia, y José Antonio El Lauri, de la Escuela Taurina Diputación de Málaga, también pasearon una oreja al segundo y cuarto novillo respectivamente.

Los erales de la ganadería del propio Enrique Ponce dieron juego y fueron nobles primero y segundo, mansos el tercero y especialmente el quinto que lidió el maestro, y complicado el cuarto El mejor fue el sobrero de regalo que tuvo un buen pitón derecho, con recorrido y transmisión.

La facilidad de Enrique Ponce, con tanta experiencia, salió a relucir toreando por verónicas encajadas y luego con mucha cadencia con la muleta. Hubo cites con la zurda con el revés de los vuelos en el final de faena y alguna poncina, un pase creado por él y que también ejecutó con el capote en el que cerró plaza. Tras la estocada entera desprendida consiguió el doble trofeo.

Las casi tres horas del festejo también se debieron a la iniciativa de matar el sobrero entre todos, pero con ello, y tras la petición por parte de Ponce al Presidente para que otorgara las dos orejas, logró la imagen deseada de la Puerta Grande.

Abrió plaza Juan Antonio Navas de la Escuela Taurina de Valencia que fue ovacionado tras lidiar un noble ejemplar. Tras él destaco El Castellano III que se lució en la muleta y paseó la primera oreja de la tarde tras una estocada entera.

Romera, de la Escuela Taurina Diputación de Málaga mostró desparpajo frente a un eral colorado. Mejor por la derecha, mató de dos medias estocadas y falló con el descabello. Le sonaron dos avisos y se le esfumó el posible premio. En su lugar dio una vuelta al ruedo.

El Lauri, también de la Escuela Taurina Diputación de Málaga, fue quien se llevó la tarde. Ya sobresalió en un quite al cuarto de la tarde de mucha vistosidad y en su turno le tocó el novillo más complicado del encierro. Lo recibió a porta gayola en el centro del ruedo, donde llevó a cabo faroles, siendo arrollado sin consecuencias, pero calentando a los tendidos y ganándose la atención. También fue volteado en el inicio de muleta pero se recompuso y tras las indicaciones de Ponce pudo realizar una faena de mucho mérito. El novillo buscaba los tobillos y se quedaba muy encima y tuvo que darle espacio y tiempos para construir su labor, merecedora de una oreja.

El último fue un fin de fiesta en el que todos pudieron resarcirse para acompañar al maestro Enrique Ponce a hombros.

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