Crónica de la Feria de San Miguel

La resaca durará hasta la Feria

Pablo Aguado despliega su muleta ante el 'juampedro'.

Pablo Aguado despliega su muleta ante el 'juampedro'. / Juan Carlos Vázquez

Clausura de una Feria de San Miguel que pasa a la historia como aquella en la que un torero de la margen derecha, José Antonio Morante de La Puebla, llenó de magia el albero maestrante mediante una faena de muleta a un toro de Matilla. Y a esta clausura íbamos con la esperanzada ilusión de que se repitiese el suceso. Los tendidos se abarrotaron al conjuro del orfebre cigarrero y de la posibilidad de un revival, pero los toros presuntamente artistas de Juan Pedro Domecq se dejaron el arte en Lo Álvaro y la ilusión se convirtió en desilusión no más Morante decidió irse por la espada en su segundo toro.

Todo empezó con los tendidos puestos en pie para ovacionar al hombre que había reinventado el toreo dos días antes, pero el hombre dispone y Juicioso, el toro que abrió plaza, descompone. Salió queriéndose comer el mundo, pero cuando sale del caballo ya no es nadie. Sin vida llega a la muleta de Morante y éste tira a abreviar para matarlo de un sartenazo. Tampoco tuvo opciones con el castaño cuarto, que salió desesperantemente abanto. Morante desempolva estampas antiguas con su forma de llevar al toro al caballo y se dobla de rodillas para un inicio de faena ilusionante. Y es que el toro había veces que hacía el avión y Morante lo va metiendo en el canasto con un inicio genuflexo y torerísimo. Se corta con un cuchillo el silencio de la plaza, ese silencio que suele ser la antesala de una gran obra, pero el juampedro dice que ya no pasa ni una vez más y Morante se va por la espada y lo mata horriblemente mal, haciéndolo guardia, Y sanseacabó el paso de Morante por la temporada sevillana.

Morante de la Puebla acaparando las miradas con el capote. Morante de la Puebla acaparando las miradas con el capote.

Morante de la Puebla acaparando las miradas con el capote. / Juan Carlos Vázquez

Anda en un momento muy bueno Ginés Marín y bien que lo demostró en su labor con Fantasía, un negro mulato que sí aceptó dialogar con su matador. Bien a la verónica y bonita réplica de Aguado por chicuelinas. Brinda Ginés a la plaza y simultanea redondos y naturales en una faena de enjundia y que llega a los tendidos con fuerza. Lo cuadra para matar con unos preciosos muletazos genuflexo para rematar la obra con media estocada para que el premio sea el de una oreja del buen toro que fue ese juampedro. En el quinto da gusto verlo andar por la plaza y hasta se gusta en la apertura, que tiene lugar en la boca de riego, pero todo va diluyéndose, pues el toro no tiene vida y Ginés insiste en sacar agua de un pozo seco. Dos pinchazos y media estocada finiquitan la faena a otro toro imposible.

La tarde del viernes de Feria de antes de la pandemia quedó grabada en el corazón de la Sevilla taurina y cada vez que Pablo Aguado hace el paseo en Sevilla, la Maestranza se llena de ilusión. La rotundidad del triunfo de un torero que nos llevó al mejor pasado del toreo sevillano provoca que se acuda a la cita con él esperanzados en que se repita aquel 10 de mayo de 2019. Y en su primero, Pablo recordó pasajes de aquellos de dicha tarde. Tulipán, que se pegó un volantín en el capote, colaboró sin alardes y siempre a media altura. Y así, a media altura le engarzó pases de costadillo, naturales de frente y redondos con muy buen aire para rematar con diversos arabescos y estocada, con lo que cortó una oreja. En el sexto porfió e insistió a contraestilo en un toro que pedía brevedad. Tras una tanda de redondos enrabietados, lo mató y colorín colorado, este cuento se ha acabado, como se acabó el San Miguel aquél en que Morante reinventó el toreo. Ahora, resaca hasta la próxima Feria.

Toreo flexionado de Ginés Marín en la Maestranza. Toreo flexionado de Ginés Marín en la Maestranza.

Toreo flexionado de Ginés Marín en la Maestranza. / Juan Carlos Vázquez

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