Toros

Un gran Cid, como mejor homenaje a Yiyo

  • El torero sevillano, que corta dos orejas, sale a hombros · Castella es ovacionado y Talavante, silenciado en su lote

GANADERÍA: Se lidiaron cinco toros de la ganadería de Los Bayones y uno, el sexto bis, con el hierro de Carmen Segovia, aceptablemente presentados y de juego desigual. Manuel Jesús El Cid, oreja y oreja. Sebastián Castella, saludos y ovación tras aviso. Alejandro Talavante, silencio en ambos. Incidencias: Plaza de toros de Colmenar Viejo. Más de media entrada en tarde calurosa. Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en recuerdo del torero José Cubero Yiyo, herido mortalmente tal día como hoy hace 25 años en esta misma plaza.

El Cid tuvo en primer lugar un toro noblote, que se desplazó con cierto buen son en la muleta, pero sólo por el lado izquierdo, y que a mitad de faena comenzó perder fuelle hasta pararse por completo.

El sevillano aprovechó esa primera parte del trasteo para firmar dos series de naturales de alta nota por el temple, la largura y la ligazón de los muletazos. Faena, a medias, al igual que el toro, pero, como mató bien, fue premiada con una oreja.

El cuarto fue el toro de la corrida y El Cid hizo lo mejor de lo que va de feria. El toro tuvo mucha movilidad en la muleta, tomándola por abajo y repitiendo las embestidas. Un gran toro. El de Salteras le cogió el aire desde la misma apertura por el pitón derecho, por donde firmó series de muy buen trazo.

Faena a más. Lo mejor llegaría al final, con la mano izquierda, en dos tandas de naturales de exquisita estética y hondura. Cortó una oreja de peso, pues el pinchazo previo a la estocada le privó del doble trofeo.

Lo único reseñable de la primera labor de Castella, un quite por ajustadas chicuelinas con el capote, pues el toro, muy abanto y distraído de salida, fue muy remiso en el último tercio.

Muy cortito de embestida y echando la cara arriba, defendiéndose por su falta de fuerzas y poca raza, el francés tan sólo pudo, a base de tesón e insistencia, conseguir algún apunte suelto, pero sin estructurar faena.

El quinto tuvo similar condición. Un toro muy deslucido con el que Castella volvió a hacer el esfuerzo aunque sin pasar de los meros detalles.

Talavante no tuvo la más mínima opción con su flojísimo primero, toro que no se tenía ni en pie, muy protestado por los tendidos. La faena, dada la situación, no fue a ninguna parte. Y por si fuera poco, dio un sainete con la espada.

El sobrero de Carmen Segovia que hizo sexto no tuvo ni un pase, y Talavante pasó si pena ni gloria, eternizándose de nuevo en la suerte suprema.

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