Toros

Un insulto a la Fiesta

  • Saltaron hasta nueve toros, de tres hierros, varios de ellos impropios para una plaza de primera · Las figuras -Morante y El Juli-, la empresa y la presidencia, responsables

GANADERÍA: Saldo ganadero, que constituyó una especie de limpieza de corrales. Saltaron al ruedo hasta nueve toros -varios de ellos carecieron de trapío para la plaza de Sevilla-. De la ganadería titular, Zalduendo, únicamente se estoqueó uno, el sexto, manso. De la divisa de Hermanos Sampedro, que había remendado el encierro, se lidiaron el primero, que resultó un inválido; tercero, otro toro carente de fuerzas; y cuarto, otro inválido. Y con el hierro de la ganadería de Gavira, por acabarse las existencias del encierro anunciado, se estoquearon dos astados, el segundo, ejemplar sin fuerzas; y el quinto, que resultó mansísimo. TOREROS: José Antonio 'Morante de la Puebla', de verde, con bordados en blanco. Pinchazo hondo (silencio). En el cuarto, pinchazo y un pinchazo hondo (silencio). Julián López 'El Juli', de azul y oro. Pinchazo y estocada casi entera (silencio). En el quinto, dos pinchazos y una estocada baja (silencio). Alfonso Oliva Soto, de nazareno y oro, que sustituía a José María Manzanares, convaleciente. Un pinchazo y una estocada (saludos). En el sexto, tres pinchazos y una estocada (saludos). Incidencias: Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Domingo 26 de septiembre. Lleno hasta la bandera. Se colgó el cartel de No hay billetes. Los banderilleros Javier Andana y Óscar Reyes saludaron tras parear al tercer toro.

Después de saltar nueve toros a la Maestranza, varios de ellos impropios para una plaza de primera categoría, y tras varias broncas y palmas de tango dirigidas a la presidencia para que devolviera al rosario de inválidos que fueron pisando ayer el coso del Baratillo -más barato que nunca en el aspecto ganadero-, un espectador se llevó una de las escasas ovaciones de la tarde al gritar al empresario: "¡Canorea, has comprado todo lo malo que había en el campo!". Y es que la empresa aportó una corrida de Zalduendo -tras los reiterados fracasos de esta temporada- inapropiada para la plaza de Sevilla, que tuvo que ser remendada con dos astados de Hermanos Santamaría. El atípico encierro, una escalera en cuanto a hechuras, acabó derrumbándose con la fragilidad de un castillo de naipes ante un ciclón. Y eso que la suerte de varas fue un simulacro en casi todos los toros. De esta manera saltaron hasta nueve reses, con un trabajo extra para los cabestros. Todo ello ambientado con palmas de tango y algunas increpaciones y broncas por parte del público de la Maestranza, que en su conjunto se comportó de lo más respetuoso ante la situación.

No hay que olvidar que la empresa no es la única responsable. Las dos figuras del cartel -Morante y El Juli- son quienes traían la corrida pastiche. Ninguna culpa tenía en este desastre Oliva Soto, quien venía como sustituto de Manzanares, convaleciente. Quien también tiene una cuota altísima de responsabilidad es el presidente, Gabriel Fernández Rey, que mantuvo a varios inválidos en el ruedo, comenzando por el astado que abrió plaza, sin inmutarse ante las protestas y broncas constantes del público y cambiando el tercio de varas tras varios simulacros del mismo.

Con este material, el camero Oliva Soto destacó con una digna actuación, en la que prevaleció su frescura sobre aspectos técnicos, siendo ovacionado en su lote; entre tanto Morante y El Juli fueron silenciados.

Oliva, con el flojísimo tercero, manejó con buen aire la capa a la verónica. En el inicio del trasteo, le sobraron los trincherazos y pases de pecho, que fueron castigo excesivo para el mermado animal. Con la diestra pergeñó dos tandas interesantes. Pero todo se vino abajo al perder el toro el escaso gas que tenía. Con el manso que cerró plaza, el sevillano se entregó sin reservas. Desde un comienzo con muletazos de rodillas hasta un serio arrimón con el toro rajado, en tablas, el torero estuvo por encima del astado, brillando en una serie con la diestra y algunos naturales sueltos hasta llegar a unas ajustadas y arriesgadísimas bernadinas que fueron un buen epílogo en una faena que emborronó con la espada.

Morante, salvo alguna pincelada suelta, como la composición de varias verónicas en su lote o algún muletazo, acompañando bien al cuarto, poco pudo exhibir ante un lote inválido.

A El Juli le sobraba el poder que le faltaba a su primer oponente. La consecuencia es que su primer trasteo careció de emoción. Con el mansísimo quinto, el madrileño se comprometió ante un animal que perseguía la muleta con saltitos parecidos a los de la cabra de la legión siguiendo al Tercio.

Sin duda, con esta falta de seriedad, con estos argumentos, no se precisa a los ignorantes antitaurinos para acabar con la Fiesta, a la que ayer se insultó en la bella y abarrotada plaza de la Maestranza.

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