Toros

El sevillano Manuel Escribano, por la puerta grande en Palencia

El matador de toros sevillano Manuel Escribano, que cortó dos orejas y salió de la plaza a hombros, fue el triunfador de la corrida celebrada en Palencia, la cuarta corrida de la Feria de San Antolín, festejo en el que Carlos Doyague escuchó los tres avisos y contempló la devolución de su toro al corral.

La corrida no pudo comenzar peor. Salió a la arena un toro de hechuras feísimas y de una mansedumbre infinita. La lidia en los dos primeros tercios transcurrió con desarmes, enganches y viajes en falso. El marrajo llegó a la muleta defendiéndose y Rafaelillo no logró darle un pase y estuvo muy desacertado con la espada. El público tomó partido por el toro, al que aplaudió y pitó al torero. Inaudito.

Brindó la muerte de su segundo al público y se dirigió muy decidido al toro, pero pronto se desconfió y su faena fue una sucesión de muletazos sin dar sosiego a los pies para terminar matando muy mal.

Manuel Escribano, en el primero de su lote, se encontró con un toro que se quedaba corto en todos los muletazos. Su faena fue, pues, de medios pases y, claro, sin relieve. En el quinto toro de la tarde veroniqueó con aseo y banderilleó con brillantez antes de realizar una faena muy entonada, logrando series muy ligadas que refrendó con una estocada de efecto fulminante.

Carlos Doyague afrontó a su primer enemigo, cuya presencia sembró el pánico en el ruedo y que acudió cinco veces al caballo, tres de las cuales salió suelto, y llegó a la muleta de su matador sin humillar pero acudiendo siempre a los toques. Doyague pasó un víacrucis para intentar matarlo sin conseguirlo y escuchar los tres avisos. Intentó congratularse con el público, al que brindó la muerte del sexto, brindis que fue recibido con división de opiniones. La faena voluntariosa careció de reposo y con los aceros tampoco estuvo acertado.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios