Toros

Otro solitario trofeo para el reposo de David Mora en Zaragoza

quinta de la feria del pilar Ganadería: Toros de Victoriano del Río (4º y 5º, con el hierro de Toros de Cortés), de desigual remate y volumen, pero todos con alzada y de aparatosas cornamentas. En conjunto, fue corrida de poca raza y entrega, con mucha movilidad pero de mal estilo. La excepción fue el tercero, también medido de raza pero noble y dócil en la muleta. TOREROS: Juan Bautista, silencio y ovación tras aviso. El Fandi, silencio tras aviso y ovación. David Mora, oreja tras aviso y vuelta al ruedo tras petición de oreja. INCIDENCIAS: Plaza de toros de Zaragoza. Media entrada.

Una tarde más en lo que va de feria del Pilar, volvió a cortarse sólo una oreja, para premiar en este caso la reposada faena de David Mora al único toro de nobles embestidas de una áspera y desclasada corrida de Victoriano del Río. Entre un lote de áspera mansedumbre, con toros que usaron sus aparatosas y astifinas cornamentas más para defenderse y protestar a los esfuerzos que para seguir las telas, sólo uno tuvo la suficiente nobleza como para ir más allá en sus embestidas.

Esa excepción fue la del tercero, un ejemplar tan largo, alto y serio como sus hermanos, solo que este sí que rompió a embestir cuando tocaron a matar y se encontró con la muleta de David Mora para propiciar la faena de más brillo estético de la tarde.

Aunque tampoco le sobró raza, al menos este victoriano sí que descolgó la cabeza a ras de arena y se empleó tras la tela, con el añadido de hacerlo sin demasiado celo, es decir, sin apretar nunca hacia la figura de su matador.

Desde el primer momento David Mora entendió y aprovechó perfectamente las virtudes y defectos del toro, para así relajarse y torearlo con ambas manos con tanta suavidad como reposo.

La faena fue creciendo en intensidad, a medida que el madrileño se encontró también cada vez más cómodo ante el noble animal, recreándose en el toreo clásico hasta llegar incluso a hacerlo mirando al tendido. Y si sólo paseó una oreja se debió a la tardanza del toro en doblar tras una estocada trasera de pocos efectos.

Se le pidió otro trofeo a Mora del sexto, al que, también muy asentado en la arena, fue atemperando sus bruscos cabezazos defensivos para sacar finalmente algunos muletazos con mayor trazo que el que toro quería admitir. Pero la petición de oreja no fue mayoritaria. Aunque no fuera premiado, también Juan Bautista hizo un despliegue de oficio con un lote de toros muy complejo, e incluso de sordo peligro, que fue el que tuvo el primero de la tarde. Con éste resolvió la papeleta con tanta inteligencia y facilidad que gran parte del público no llegó a apreciar el verdadero comportamiento de un toro que siempre amagó sus malas intenciones. Pero fue con el cuarto con el que Juan Bautista realizó el trasteo de más mérito de la corrida, en tanto que, al coger la muleta, se encontró con un boyancón cinqueño y de embestidas muy descompuestas, soltando constantes cabezazos con sus aparatosas defensas.

Ante tanta aspereza, el francés aplicó la fórmula de la suavidad en las muñecas y la firmeza de plantas para, pase a pase, sin dejarse tropezar la muleta, ir atemperando la violencia del toro en una trabajada faena en la que asímismo hizo más largas las, en principio, reacias embestidas.

Su único error fue dilatarla más de la cuenta, haciendo que el toro, pasado de esfuerzo, no se lo pusiera fácil al entrar a matar, ni si quiera en un primer intento en la suerte de recibir. Por eso perdió el trofeo.

El Fandi sorteó también dos toros de arisca y pegajosa movilidad, sólo que, en vez de temple, el granadino intentó resolver la papeleta con ligereza de brazos y de piernas, acrecentando así sus dificultades en dos esfuerzos físicos de escasos resultados.

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