Historia taurina

Un terno grana y oro, dos toreros hermanos, dos tragedias

  • Julio y Paco, los Fabrilos, forman parte de una familia que vivió la tragedia en la plaza de Valencia; los dos vistieron el mismo terno el día en el que un toro les arrancó la vida

Vestido de torear de Julio y Paco Aparici, los Fabrilos.

Vestido de torear de Julio y Paco Aparici, los Fabrilos. / Fondos del Museo Taurino de Valencia (Diputación de Valencia)

Una luz tenue se cuela por la ventana. La habitación se ilumina con los primeros rayos de sol. Los objetos comienzan a hacerse presentes. Sobre una silla, un traje de torear. Una vez más espera la hora de ser vestido. Es domingo, 30 de abril de 1899. Por la tarde habrá toros en Valencia. Novillada de lujo para Paco Aparici, apodado Fabrilo y Carlos Gash Finito, quienes se enfrentaran con un cuajado encierro de la ganadería de Pablo Romero.

Paco Fabrilo está inquieto. Los nervios y la responsabilidad de actuar ante sus paisanos hacen que no esté tranquilo. Trata de que el tiempo se consuma de forma rápida hasta que llegue la hora de enfundarse el traje grana y oro que aguarda sin vida sobre una silla. Muchos son los recuerdos que vienen a su mente al mirar aquel vestido de torear. La casa familiar, donde descansa y donde se vestirá de torero, está tremendamente silente. Es tarde de toros, de gloria, o de muerte. Sus salones fueron revestidos de luto, en forma de paños negros, cuando apenas dos años antes, fue velado el cuerpo sin vida del primer Fabrilo.

Aquella sombra trágica también pesaba en el ánimo de Paco. El recuerdo de aquella tarde, también en la capital del Turia, estaba marcada profundamente en su ser. Paco había visto en aquella infausta corrida pasar precisa la guadaña de la muerte, cuando aquel toro cárdeno y peligroso corneó mortalmente a su hermano Julio y de cuya cuadrilla formaba parte aquel triste día de la Asunción de 1897.

Julio Aparici Fabrilo, así apodado por haber trabajado en una serrería llamada La Fabril, había visto en la fiesta de toros una oportunidad para obtener relevancia. Su afición le hizo presentarse como becerrista con 19 años en su ciudad natal. Poco a poco va cimentando el oficio, hasta que logra tomar la alternativa en Valencia, el día 14 de octubre de 1888, siendo padrino de la ceremonia Antonio Carmona el Gordito. Un año después, tras haber toreado algunos festejos en La Habana, regresa a España y confirma la alternativa en Madrid el día 30 de mayo, de manos de Frascuelo y con Luis Mazzantini, el señorito loco, como testigo.

El primer Fabrilo fue un torero valiente y cabal. Su tauromaquia era radiante y luminosa como su tierra valenciana. Le gustaba lucir en quites, eficaz banderillero y fácil con los aceros, realizando con pureza la suerte de recibir. Fabrilo tenía el beneplácito de los la afición y de los públicos. Idolatrado por quienes seguían no solo su vida profesional, sino sus andanzas amorosas fuera de los ruedos. Fabrilo fue tal vez el primer torero mediático. Se casó con una paisana llamada Pilar Teruel. El matrimonio no fue bien visto por la familia del torero, que pensaba que aquella humilde mujer buscaba el interés económico que podía generar el espada.

También se habló de la aventura amorosa de Fabrilo con la hija del marqués del Fuente el Sol, lo que le hizo perder seguidores, pues muchos le censuraban que hubiera cambiado a una mujer sencilla del pueblo por otra de la aristocracia. Fabrilo daba que hablar tanto dentro como fuera de los cosos taurinos.

Llego el día marcado por el destino. 27 de mayo de 1897, jueves. Uno de los que decían lucía más el sol, ya que era festividad de la Asunción. En la plaza de Valencia se celebrará una corrida a beneficio del Hospital Provincial. Se anuncian Julio Aparici Fabrilo y Antonio Reverte. Los toros pertenecen a la vacada sevillana de José Manuel de la Cámara. Sale el quinto de la suelta. Lengüeto es su nombre, su pelo cárdeno. No es boyante, tampoco franco en sus embestidas. Mata dos caballos en el primer tercio y los clarines tocan a banderillas. El público pide a los espadas que ejecuten el tercio. El toro no es propio para el lucimiento. Desde el tendido se oye: “Fabrilo ¿tienes miedo?”. Julio toma los rehiletes. Reverte rehusa la invitación de su compañero. Fabrilo cita para el primer par, clava y en embroque es prendido por la ingle.

Paco, su hermano, acude raudo al quite, evita que el toro lo volviese a acometer. Fabrilo va herido de gravedad. La sangre empapa el terno grana bordado en oro. Es curado y trasladado a su domicilio. Al tercer día muere víctima de aquella cornada, siendo velado en los salones de la casa de la calle Guillén de Castro número 50 bis.

Paco recuerda aquella fecha. Esta tarde va a vestir el mismo terno que vistiera su hermano Julio ese día. El segundo Fabrilo ha decidido continuar la trayectoria de su querido hermano y tras abandonar el oficio de banderillero, comienza a labrarse el camino hacia la gloria actuando como novillero. Los recuerdos no le abandonan durante el paseíllo. Los novillos de Pablo Romero no están dando buen juego.

La gente está enfadada. La tarde no tiene relevancia. Paco se perfila para estoquear al cuarto de la tarde, llamado Corucho. Es cogido de fea manera. La sangre roja vuelve a empapar el traje grana y oro una vez más. Por la herida se le escapa la vida, al igual que dos años antes se le fuera a su hermano. Paco, el segundo Fabrilo muere en la enfermería de la plaza al día siguiente del percance. El destino así lo marcó. La misma plaza, el mismo mes y el mismo terno.

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