El Unicaja anunciaba el 8 de enero el fichaje de Ryan Boatright para suplir la lesión de Alberto Díaz. Una rotura en el isquiotibial de la pierna derecha, misma dolencia que la sufrida meses atrás, dejaba al malagueño fuera del equipo entre 10 y 12 semanas. Esta vez el equipo sí se acudió al mercado y la dirección deportiva pescó al base norteamericano con pasaporte armenio. Si bien con características distintas, se entendía que podía darle un plus al equipo.

Su impacto hasta la fecha no ha sido el esperado, más allá de buenas acciones en momentos puntuales. En su debut, contra el Movistar Estudiantes, clavó un triple nada más entrar y, pese a la derrota, ante el Obradoiro hizo ocho puntos y dio cinco asistencias buscando a sus compañeros abiertos tras penetración. Ocurre que en ocasiones ha pesado más su carácter díscolo sobre el parqué y le ha faltado una mejor lectura de juego. De ahí que Casimiro haya optado siempre por otros compañeros para acabar los partidos.

Hasta el momento, Boatright promedia 7.6 puntos, 1.1 rebotes, 2.6 asistencias y 7.1 de valoración en 13 minutos con un 44.1% en tiros de tres. Sin ser malos números, en el otro lado está que el balance anotador del equipo durante su tiempo en pista es de -7.4 puntos. Llegó para sustituir a un jugador netamente distinto y sin el que el Unicaja se resintió defensivamente. Ahora, con la lesión de Jaime Fernández para el próximo mes y medio, se antoja indispensable un paso adelante del menudo base de Illinois.

Encaja más Boatright en el papel del madrileño. Estará por detrás de Roberts en minutos, pero ganará necesariamente peso en la rotación porque son los únicos bases disponibles. Con el Cedevita era capitán general y anotador compulsivo, con 17.7 puntos en una Eurocup donde ya visitó el Carpena. Tras su paso por Turquía, Rusia y la G-League, tiene la opción de hacer notar su nombre.