Unicaja

En el Carpena el último segundo es baskonista

  • Timma recoge el testigo de Voigtmann y ajusticia a los de Plaza sobre la bocina por segunda vez este curso

Shermadini intenta retener el balón.

Shermadini intenta retener el balón.

Venía el Unicaja henchido de moral tras descabalgar al Real Madrid de ese caballo ganador por el que trotaba por España y fuera de sus fronteras. Con esa medalla, que por otro lado solo pone un uno en el casillero, se presentaba en un duelo de alta trascendencia por colarse en el selecto grupo de 8. Y se encontró con su particular bestia negra. Un Baskonia que le hincó el diente a los de Plaza cada vez que los divisó al otro lado del parqué. De momento, tres de tres.

Excepto el de Vitoria, el clavo lo pusieron los de Pedro Martínez con bocinazo final. Un denominador común, el Carpena como testigo. Discurrieron sendos inicios por similares derroteros, con los locales estirando el luminoso. Sucede que en ninguno de ellos consiguieron traducir esa superioridad en el luminoso, pese a que ayer se marcharon por 11. Le costó más entrar en Liga Endesa a los de Pedro Martínez, que cogió las riendas en Málaga en ACB, aunque Granger volteó la moneda desde el perímetro.

Encendió la mecha y contagió a su bando. Desde ahí construyó el Baskonia el bastión, que solo permitió que el Unicaja ya fuese a pie cambiado. Golpeaban Timma, Beaubois, Janning...9/15 al descanso de tres.

Esperaban los verdes que se compensaran los porcentajes, aunque el deseo se esfumó. Incluso se unió Jones, que daba aire en momentos de ascenso local. Bregaban los verdes, que intentaban disimular los minutos de ausencia de Nedovic, en el banquillo por faltas. Salía un inédito Salin, que intentaba montar la alambrada con Díaz y Suárez. Se paró Granger, pero siguió percutiendo el resto. El 64-67 sonaba estimulante al mirar la carta de lanzamiento desde más allá del 6,75. El 3/15 local contrastaba con el 14/29 azulgrana. Por ahí se seguía resquebrajando el choque.

El paso de la temporada ha dotado al equipo de Plaza de una madurez sugerente. Algún patinazo mediante, no acostumbra el plantel a bajarse de los partidos por más golpes que reciba. El de ayer, un claro ejemplo. Remó hasta que Waczynski incendió desde la esquina. Un 70-69, del que pronto se recuperarían los de Pedro Martínez. No les tembló el pulso y abrieron hueco otra vez.

Se subió el Unicaja a lomos de Nedovic, ya en pista, que lo llevó a la orilla (83-83). Donde el Baskonia lo volvió a empujar para adentro. Con 6 segundos la pizarra vasca se tornó, por segunda vez, en letal. Shengelia desbordó a Brooks y Timma acabó debajo del aro. Voigtmann y Timma. Dos nombres y otras tantas victorias que volaron en el último segundo.

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