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Incomprensible (76-55)

  • El Unicaja completa un partido lamentable en la pista del Gran Canaria, cae a la sexta posición y se complica la ruta hasta final de temporada

  • Shermadini regresó

Waczynski golpea a Pasecniks en un lance del partido.

Waczynski golpea a Pasecniks en un lance del partido. / acb photo · efe

El Unicaja perpetró un partido indecente en Gran Canaria. Impropio de un equipo de su categoría, lamentable. Si fue un día malo (horrible) o hay que preocuparse hondamente lo dirán los próximos partidos. Pero que a pocas semanas del inicio del play off (si es que se llega) se haga esta actuación resultó muy preocupante. No era un partido de trámite en el que el equipo podía contemporizar. Era asegurar el quinto puesto para ese pretendido duelo ante el Valencia con la Euroliga en juego. Y el resultado fue que se lo complicó mucho, ahora es sexto y con el average perdido con el Gran Canaria. El Unicaja vuelve de la isla lleno de rasguños. Nadie en el banquillo ni en la pista se salvó. El resultado (76-55) fue mejor que la imagen. Y habla muy poco en favor de un equipo que hizo un partido realmente incomprensible por el contexto competitivo. Era la mayor prueba que quedaba de aquí a las eliminatorias, había habido una semana para prepararlo en condiciones. Y había algo realmente suculento en juego, la posibilidad de presionar al Valencia y aclarar el camino para jugar la Euroliga.

No se puede tolerar la imagen ofrecida en Gran Canaria. Ataque nefasto, defensa horrible pese a los 76 puntos y desacierto colectivo. La decisión de Joan Plaza de colocar en zona al equipo en el tercer cuarto y la voluntad de Dani Díez dieron una última oportunidad de pelear el partido, pero nada. Un rival superior que llegaba con muchas dudas dio la vuelta a la situación y ahora las dudas se vuelven en el avión a Málaga.

El primer cuarto ya fue esperpéntico, lo peor de la temporada si no fuera porque hubo una segunda mitad. Un despropósito desde el inicio, el Unicaja era incapaz de meter un punto hasta el minuto cinco. La salida de Nedovic permitió enganchar a su equipo algo (12-11) pero fue un espejismo. El Unicaja era una máquina de perder balones, hasta Alberto Díaz perdía el oremus, acabaría jugando Milosavljevic como uno al final del primer periodo. La salida de McCallum fue fantasmagórica, mejor no comentarlo. No puede ser esa constante moneda al aire el base americano, que apura sus últimos partidos en Málaga y que igual en otro lado cristaliza. Pero aquí no lo hará.

Había aguantado el chaparrón en el primer cuarto (16-11), pero diluviaba en el segundo. Sólo anotaría seis puntos el Unicaja en 10 minutos. Con 7/29 en tiros de campo y 2/6 en tiros libres, la puntería era escasa, pero el Unicaja concedía muchos puntos fáciles. Volvía Shermadini, pero no se le podían pedir milagros. Nadie se salvaba de la catástrofe. Y el lenguaje corporal era muy malo. Al descanso, no obstante, aún no se había perdido el partido (33-17) aunque se hubieran hecho méritos para ello.

Metió dos triples en un minuto el Unicaja tras pasar por el vestuario, pero seguía la tónica y el Gran Canaria extendía su renta hasta los 18 puntos. El balance defensivo era horrendo y Plaza cambió el aire del partido con una zona. Shermadini metió un par de canastas y Dani Díez enlazó seis puntos para encadenar un 0-8 de parcial que Luis Casimiro paraba con un tiempo muerto. 46-36 era el resultado y quedaba tiempo para regresar.

Todo fue un espejismo. La respuesta del Gran Canaria fue muy rápida, un parcial de 13-2 vertiginoso que permitió al equipo local subir de los 20 puntos (59-38). Y de ahí no bajó, con picos cercanos a los 30 puntos. Ser quinto se complica mucho, ser cabeza de serie ya es prácticamente inviable. Y la sensación fue terrible, de bajada de brazos y de falta de actitud, recibiendo triples y mates, abandonado a su suerte. Recibiendo los olés del público rival y con caras de no padecer. Un partido para no olvidar, para saber que esto no es tolerable.

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