Si hay un músculo al que le tienen pavor el cuerpo médico de un equipo de baloncesto es el gemelo. "El más traicionero", aseguran. Por eso, cuando en los albores de la pretemporada Carlos Suárez tuvo una rotura en el de la pierna izquierda se le llevó con todo el mimo posible. Estaba para jugar en los encuentros del torneo de Estambul pero los doctores insistían en la prudencia. Suárez estaba ansioso y era el que más ganas tenía, pero había que contenerle para intentar evitar lo que ocurrió en el entrenamiento del pasado miércoles. El dolor apareció en la misma zona dos semanas después.

Si ya estuvo un mes de baja en la pretemporada ahora estará, según decía ayer Joan Plaza en la rueda de prensa, "un mínimo de tres. Ojalá antes, pero está más cerca del mes que de las dos semanas", señalaba el técnico catalán, apesadumbrado porque un jugador de los que vertebra al equipo vuelve a salir de la rotación. El historia que tiene registrado el cuerpo médico del Unicaja de las últimas temporadas alerta de que hay un alto grado de posibilidades de recaída cuando se sale de una rotura en el gemelo. Es un músculo que está en constante tensión para un jugador de baloncesto. Desde el salto a la posiciones defensivas se le exige al máximo. Por ello, aunque la rotura haya cicatrizado, se aconseja prudencia hasta que vuelva a coger la elasticidad de antes de la rotura. Es complicado determinar el momento. No hay garantía plena con la exigencia que implica el deporte de élite de volver cuanto antes. De ahí la mesura previa. Suárez se quedó en Vitoria siguiendo tratamiento. La rotura está en una inserción, lo cual dificulta el tratamiento. Si Suárez reaparece antes de final de octubre será extraño.

El resto del equipo se entrenó con normalidad, aunque Jayson Granger recibió un golpe en el quinto dedo de la mano izquierda, que ya le lleva dando la lata en las últimas semanas, pero ello no le impedirá jugar hoy en el Buesa Arena. Plaza tendrá a su disposición a 11 jugadores para el encuentro.