Unicaja

Un partido de mayo en octubre

  • Satisfacción en el Unicaja por la victoria ante un Unics que exigió a nivel físico

  • Roberts: "Fue como un partido de 'play off' por la intensidad"

Brian Roberts bota el balón ante Henry.

Brian Roberts bota el balón ante Henry. / Javier Albiñana

Desde fuera dio esa impresión, que el Unicaja-Unics fue un partido durísimo, de máxima exigencia física y con un derroche máximo de energía de los dos equipos. Un partido de calibre Euroliga, en suma. Y los protagonistas del duelo salieron con esa percepción. 49 faltas personales (y con un nivel alto de permisividad en el contacto), 67 tiros libres y 91 rebotes entre los dos equipos son datos que hablan de la cruenta batalla en el parqué del Carpena.

Así lo señalaba Brian Roberts, un hombre curtido y con bagaje suficiente para detectar situaciones extremas. "Era un partido en el que parecía que estábamos en mayo o junio. ¡Era como un partido de play off por la intensidad del juego!", señalaba el base de Ohio, capital en la suerte del partido con su irrupción en la prórroga para meter ocho puntos que decantaron la balanza del duelo.

"Cuando estábamos abajo, hicimos jugadas para mantenernos en el partido. No lo hicimos bien en los tres primeros cuartos, pero encontramos la manera de ganar el partido. Fue una enorme victoria", reflexionaba un Roberts que tiene encadilado al cuerpo técnico. No fuerza situaciones, intenta hacer jugar al equipo antes que tener protagonismo para ejecutar como le demanda Casimiro. Pero tiene los recursos para crearse canastas, sobre todo en situaciones como las del martes en las que los espacios menguan. Sufrió con el terrible Pierria Henry atrás, como también Jaime. Supo devolver la moneda en la verdad.

Había satisfacción tanto en el público como en el equipo cajista porque se ganó en registros incómodos. Sólo metió el Unicaja el 30% de tiros de dos (64% en las tres primeras jornadas), la calidad física de rival le obligó a buscar otras vías. Hubo tino en el triple (46% por el 3/19 visitante) y aunque se perdió la batalla por el rebote (43-48), se fue igualando. Es uno de los campos de mejora de este Unicaja, que respecto a la temporada pasada, a la era Plaza en general, ha perdido autoridad reboteadora. Es responsabilidad colectiva, no exclusiva de los interiores.

La enseñanza positiva del partido del Unics es que el Unicaja tiene más de una piel. Cuando corre alegremente y puede generar puntos fáciles parece más cómodo. Pero es capaz de bajar al fango y mancharse ante un equipo de más nivel físico que exige como si fuera mayo.

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