Jornada de semifinales de Copa del Rey de Baloncesto

El ambiente: "A por la Copa, oé" y repetir

  • Los seguidores del Unicaja llegarán roncos a la final después de un sábado perfecto para ellos. El resto de aficiones también dejó sus puntos en el pabellón malagueño

La afición del Unicaja durante el partido contra el Morabanc Andorra.

La afición del Unicaja durante el partido contra el Morabanc Andorra. / Javier Albiñana

Si has jugado al baloncesto desde que tienes uso de razón y resultado que el pabellón en el que veías a tu equipo corea tu nombre en mitad de un partido por primera vez es posible que se te erice la piel, que quieras enseñárselo a todo el mundo, que necesites un par de minutos para reponerte. Rubén Guerrero no tuvo tiempo de nada de eso. Canterano del Unicaja, primer año en el equipo y primera Copa del Rey en la que está destapándose. El Carpena bautizó como uno de los suyos al gigante marbellí, aclamó la espectacular noche de Jaime y se cansó de cantar su himno como acostumbra, pero con voces más roncas. La semifinal contra el Morabanc fue mejor de lo esperado para los verdes. “Málaga, Málaga” ganado de 21 en el tercer cuarto. Vaya un pasaporte para la final. Fueron los que más disfrutaron del sábado noche. “A por la Copa, oé”, repetían entre canción y cancion, del Bella ciao a Mi gran noche.

La desigualdad en los choques apocó a valencianos y andorranos. Los primeros hicieron ruido, trataron de agarrar a los suyos antes de que la caída libre en la que se vieron envueltos fuese irremediable. No pudieron, sufrieron y sin embargo fueron capaces de reconocer la trayectoria de Felipe Reyes, quien volvió a guardarse en su caja de memorias otra noche cálida de un pabellón que no era el suyo. Cosas que pasan en el baloncesto, reservadas a quienes ocupan las hojas más caras del catálogo de jugadores. Él, Rudy o Llull robaron aplausos inesperados. No se escuchó demasiado la afición merengue, acostumbrada al galope en las fases finales. El domingo es su día, el sábado fue un aperitivo.

Los andorranos, por su parte pasaron el choque buscando un momento en el que meter baza, lo consiguieron aunque el partido que les dio el Unicaja fue difícil de digerir. Por suerte, la tormenta les pilló con el sentido del humor que les caracteriza. Resignados a la inspiración de Jaime, hubo quien se lo echó en cara con frases cortas, irreverentes, pero graciosas. Su mascota también se lució aún cuando el anillo superior del Carpena que estaba frente a los andorranos era un maremoto verde de gente saltando y gritando. Las estructuras del pabellón, bien. Con colorido más uniforme que en cuartos, las semifinales subieron el listón. La noche aún no acaba.

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