Pasados 15 partidos oficiales, 11 de ACB y cuatro de BCL, el Unicaja llega al parón por las ventanas inmerso en dudas en su juego. No hay nada perdido esta temporada aún, pero la perspectiva de mejora se hace complicada porque no ha habido una línea ascendente en las prestaciones. Partidos concretos, momentos de encuentros determinados, han sido buenos. Pero sin continuidad para atisbar una subida de nivel.

El grupo es la suma de individuos y apenas Abromaitis está en un buen nivel de regularidad, mejorando sus prestaciones de la primera temporada en Málaga. El comienzo de Jaime fue brutal, pero en el segundo mes sus prestaciones han bajado. El regreso de Brizuela a la rotación ha redistribuido roles. El vasco tienes sus flashes pero tampoco ha alcanzado la regularidad que mostró en el último tercio de la pasada temporada, cuando fue la bandera del equipo y sumó varios partidos por encima de los 30 puntos. Es comprensible cuando hay tantos jugadores con puntos (81.5 tantos por duelo, sexto de la ACB), en un contexto general en el que se está anotando menos que en temporadas anteriores. El Unicaja tiene buenos porcentajes de tiro, como un 39.5% en triples que es el mejor de la ACB, sólo superado por el Urbas Fuenlabrada. Sólo el UCAM Murcia anota más canastas de dos.

El Unicaja ha mejorado la cifra de asistencias, que no equivale a que se ataque bien aunque dé indicios de compartir mejor el balón, y también ha reducido el número de pérdidas. Perdía más balones que asistía en algún tramo de la temporada. Ahora da más de dos pases que balones pierde por partido en ACB. No son números óptimos, pero sí denotan una progresión.

En el plano defensivo hay también que crecer. Sí es más fidedigna la cifra de puntos recibidos. Los dos equipos mejores de la ACB son Madrid y Barça, los líderes. Sólo el Manresa recibe más puntos (sólo seis) de los que están por arriba en la tabla. La defensa del bloque y continuación está dando problemas y hay que corregirla con urgencia.

El equipo vuelve a trabajar este miércoles tras tres días de receso. Un tramo de cinco jornadas seguidas de trabajo, hasta el domingo, en el que, aun con cuatro ausencia, afinar conceptos y normas, que parecen algo cogidas con alfileres por lo que se ve en la pista.