Unicaja

Una técnica para celebrar otra técnica

  • La expulsión de Katsikaris se produjo el mismo día que la de Scariolo contra el Panathinaikos

  • Ambas fueron una manera de llamar la atención

Katsikaris se marcha a los vestuarios después de ser expulsado.

Katsikaris se marcha a los vestuarios después de ser expulsado. / acb photo

El Unicaja no se jugaba nada, era la mitad del tercer cuarto. El Panathinaikos –de Kalaitzis, Papanikolau, Middelton, McDonald, Tsartsaris, Alvertis o Lakovic– ganaba 39-50, la defensa griega era durísima y, de repente, Sergio Scariolo protestaba enérgicamente a los árbitros, rompió una silla, la lanzó y se marchó a ver el partido desde el vestuario. El Martín Carpena explotó, la defensa local se volvió infalible.

El público llevó en volandas al equipo y en poco más de cinco minutos el Unicaja firmaba un parcial de 19-7 para ponerse un punto por delante. Acabó ganando (83-78) y supo gestionar los últimos nueve minutos de encuentro a base de triples de Risacher y alguno de Bullock. El Panathinaikos se quedó a cuadros: un equipo inferior que no se jugaba nada le metía una presión excesiva a los griegos para pasar de ronda. Larry Lewis, máximo anotador con 20 puntos, Kornegay, 17; Risacher, 15.

Fue una manera de pedir respeto de los árbitros, con un rasero distinto para los andaluces que para los atenienses. Scariolo dijo después que no había perdido los nervios, que se la había jugado a despertar a su equipo y a su pabellón para darle la vuelta al choque. Inolvidable para los aficionados que lo vivieron y que verían a partir de aquella temporada a un Unicaja ganador, con más inversión y una subida de rendimiento y exigencia constante. Aquella técnica se vivió un 12 de febrero, el mismo día –y casi a la misma hora– en el que Fotis Katsikaris se hartó de un arbitraje extraño en la prórroga contra el Barcelona.

“Cuando me echaron ya no estábamos”, dijo Katsikaris tras el choque en el que señaló las pérdidas y los errores de su equipo, pero también incidió en que no se merecía el choque un final así. El griego se fue ya con el partido decantado para los culés sin mucho que rascar para los malagueños. Pudo quedarse en el parqué, masticando la derrota después de un partido sorprendente del Unicaja. Pero entendió que no podía dejar pasar la ocasión para visibilizar la afrenta. Cala más una expulsión ante las cámaras de uno de los partidos más vistos de la competición que cualquier cosa dicha en la sala de prensa.

La primera expulsión de Katsikaris conmemoró sin querer el partido épico del Unicaja contra el Panathinaikos. Maneras de levantar la voz, de enseñar lo que está mal. “El que quiera, pongo vídeo”, solía decir Maljkovic cuando se sentía agraviado. Y no tenía muchos pedidos.

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