El Loot de Txeron

Esas cajas no se tocan

  • El gobierno quiere regular las loot boxes, una práctica de los desarrolladores para ganar dinero ofreciendo mejoras y personalizaciones que escapan de la idiosincrasia de los juegos

Esas cajas no se tocan

Esas cajas no se tocan

La industria de los videojuegos tiene en esta próxima década una importante encrucijada. Su inexorable proceso de transformación para calar en las nuevas generaciones de jugadores le está llevando a generar nuevos productos que apuestan por la gratuitad y el pago por ventajas, personalizaciones y añadidos para poder hacer rentable el producto.

En esa línea el mayor exponente es Fornite que se ha erigido como uno de los videojuegos con mayor número de usuarios y que es totalmente gratuito. Su secreto está en que es posible adquirir dentro del mismo multitud de skins y añadidos que, sin influir para nada en la mecánica del juego, sí confieren un plus de diferenciación frente al resto.

Una práctica cada vez más extendida (League of Legends ya lleva más de un lustro también tirando del carro) que ha contado también con otras fórmulas menos transparentes y que se han convertido en objeto de debate en el sector hasta el punto de alcanzar una relevancia que las ha llevado al debate político.

Se trata de las loot boxes o cajas de botín o recompensas, unos paquetes virtuales con los que los jugadores pagan pequeñas cantidades de dinero por un premio aleatorio que puede contener una personalización, un arma, una mejora o incluso un personaje. Ventajas o modificaciones que tientan a los usuarios y que pueden convertirse en una peligrosa adicción si no se adquieren con mesura.

Estas cajas de botín se han ido popularizando sobre todo en los juegos que son gratuitos y tienen una vertiente multijugador como es el caso de Overwatch, Heroes of the Storms, Star Wars Battlefront II, Rocket League o Fortnite. La peculiaridad es que nunca se sabe qué premio va a tocar, como los sobres de cromos que muchos comprábamos de pequeños para el álbum de la Liga de Panini.

Por esta razón, el ministro de Consumo, Alberto Garzón, propuso hace unas semanas regular su uso ya que en muchos casos son menores los que acceden a las mismas sin el consentimiento de sus padres y pueden generar, en casos extremos, la aparición de conductas patológicas y pautas de consumo compulsivo que pueden compararse a las de las máquinas tragaperras.

Battlefront II fue la última gota que colmó el vaso de la paciencia de los jugadores. Battlefront II fue la última gota que colmó el vaso de la paciencia de los jugadores.

Battlefront II fue la última gota que colmó el vaso de la paciencia de los jugadores.

Ante la creciente negatividad generalizada por su uso, que llegó a su cénit con el último juego de Star Wars de DICE, muchas compañías ya han optado por variar su mecánica eliminando la posibilidad de adquirirlas con dinero real y premiando al jugador su obtención a través de logros del propio juego.

No en vano, en 2019 más de una docena de países europeos, entre los que se encuentra España, firmaron una carta para prohibir a los videojuegos vender cajas de botín a menores.

El anuncio por parte del ministro de Consumo también ha tenido su réplica por parte de la Asociación Española de Videojuegos (AEVI) que en una entrevista para eldiario.es afirmaba que “en el sector somos sensibles al debate generado y reconocemos la necesidad de establecer una información clara acerca de las distintas formas en las que se puede consumir en los videojuegos a través de las denominadas cajas de botín” pero anunciaban que “los asociados de AEVI rechazamos que las loot boxes puedan considerarse juegos de azar, dado que los artículos no pueden canjearse por artículos o efectivo en el mundo real”.

Con el paso de los meses y la llegada de nuevos juegos, como el novedoso Call of Duty Warzone (un Battle Royale gratuito como Fortnite o Apex Legends) esta práctica está mutando en la posibilidad de adquirir pases de temporada con una serie de recompensas fijas a medida que se sube de nivel. De esta forma, el jugador decide si premiar o no a los desarrolladores al disfrutar del juego de forma gratuita y, de paso saber qué va a obtener si lo hace. Una fórmula, sin duda, más transparente y amigable.

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