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Don Carnal quema sus vivencias

  • El Boquerón homenajeó a Chiquito de la Calzada con sus frases más conocidas y dos grandes pinturas

  • Las calles se llenaron de familias en la última jornada de la fiesta

Apenas basta un estribillo de Carnaval para que el fuego consuma el boquerón que, como cada año, pone fin a las fiestas del invierno malagueño. Casi un mes de actividades desaparecen bajo las llamas en un abrir y cerrar de ojos dejando atrás previas, celebraciones de mayores y niños, COAC, fantasías, grupos de animación, actividades en la calle y un sinfín de historias que ya forman parte de la leyenda de Don Carnal.

Sus vivencias son a la par buenas y malas. Las mejores se reservan en la memoria de cada persona que compone y trabaja por hacer de esta fiesta una obra de todos y para todos. Un Carnaval de primera con los recursos con los que se cuenta. Las peores arden bajo el fuego que deja una columna de humo ascendente al cielo para olvidarlas.

La última jornada del Carnaval comenzó a mediodía con el último de los pasacalles, protagonizado por las fantasías y grupos de animación. El recorrido congregó a familias completas para, con bastantes disfraces, culminar en la plaza de la Constitución. Allí se celebró el concurso de coplas de las agrupaciones de canto, participasen en el COAC o no, con premios para el mejor tipo, la mejor presentación y el pasodoble a Málaga más destacado. Entre cantos comenzaba la gran boqueroná en la carpa de Cervezas Victoria, que congregaba a un público fiel para recibir cartuchos de pescado y tomar la última caña antes de que la tarde obligase a bajar por calle Larios.

Antes de llegar al Boquerón, las agrupaciones de canto apuraban las últimas ocasiones para vender sus libretos y discos a lo largo de la calle. Al fondo, dos grandes retratos de Chiquito de la Calzada rodeados de algunas de sus más míticas frases homenajeaban al maestro del humor con un pez alado, en forma de ángel, para recordar al humorista Don Gregorio.

Tras una calmada salida, el cortejo quedo conformado por dioses, príncipes, grupos de animación, agrupaciones de canto y las tradicionales viudas. Momo, la mascota del Carnaval, quedó atrás cuando su estatua gigante parecía despedir al boquerón en su caminar hacia el Muelle Uno.

El Palmeral de las Sorpresas acogió a numeroso público a pesar del calor que el sol quiso aportar en la fiesta del invierno cálido. Sones de Carnaval, toques fúnebres y a la vez festivos, lágrimas negras y la alegría que Doña Cuaresma no permitirá a partir del miércoles. La celebración termina en tiempo y forma cuando, en la playa de La Malagueta y con los tonos naranjas del atardecer, la gran estructura se acerca a la arena para perecer.

Como cada año, las agrupaciones de canto llevaron al pez hasta su pira funeraria. Himno, últimas fotos y dos antorchas para decirle adiós mientras los últimos aplausos resonaban en la memoria de los teléfonos que grabaron el momento. Todo termina para dar comienzo. Adiós Don Carnal. Adiós Momo. Volved pronto.

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