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Nueva senda para el Corpus

  • El cambio de horario y recorrido potencian la fiesta, que mantiene su alto margen de mejora

  • Cuatro altares oficiales y uno imprevisto aportaron color en el itinerario

La caridad cristiana, predicada por Jesucristo como el respeto y apoyo al prójimo, es una de las máximas que, en la festividad del Corpus Christi desaparece en cuanto la carroza con la Custodia aparece en la calle. No importan las veces que se va a misa, la limosna o el desgaste del rosario al pasar las cuentas si, en apenas un instante, los improperios y empujones se convierten en mal ejemplo para cualquiera que crea en el mensaje evangélico. La formación, divino tesoro para la fe católica, queda en entredicho para tristeza de muchos en un día donde el Sacramento del altar debería ser protagonista. A Málaga le queda por aprender.

A pesar de esta necesaria indicación, para la revisión del pueblo fiel, la procesión del Corpus Christi luchó ayer por superar los últimos resultados que, en años anteriores, anunciaban una deriva de sentido en la celebración. Los matices y cambios salvaron la mañana en una declaración de intenciones por salvar la fiesta y no dejarla morir en la desdicha. El cambio horario ayudó a dar sentido a la celebración con la eucaristía a las 9:30 en una Catedral repleta de fieles, público tradicional de esta festividad. Pocos minutos antes de las 11:00 salía el frente de procesión con la banda de cornetas y tambores del Real Cuerpo de Bomberos y no eran pocos los fieles congregados ante las cadenas del Patio de los Naranjos. Las corporaciones de Pasión y Gloria siguen siendo el gran grueso de una procesión formada por guiones y bastones, así como banderines y velas entre las hermandades sacramentales. La religiosidad popular mueve y organiza una procesión porque es una de sus principales expresiones. A ellas se suman movimientos como la Adoración Nocturna y los arciprestazgos, que volvieron a salir con sus cruces parroquiales. A este grueso se sumaron de nuevo los niños Seises tras varias ediciones sin presencia en el cortejo, aportando una nota de color y tradición que necesitaba la festividad.

A ellos se suma la representación del clero, igualada sin apenas distinción entre los sacerdotes, excepto algunos canónigos, y con la presencia del obispo Catalá ante la Custodia, acercando al prelado a las filas de fieles. Estos gestos se agradecen al Obispado, que muestra menos distancias con el rebaño que pastorean que en años anteriores. Calle Santa María se convirtió en uno de los enclaves más destacados. Junto a la presencia del primer altar, instalado por Humildad y Paciencia, siempre fiel a la cita, el cortejo avanzó por la estrecha vía hasta la plaza de la Constitución. Además de salvar un andamio instalado junto a la desaparecida joyería La Suiza, cambiando el recorrido por Sánchez Pastor y Granada, la Custodia debió salvar un cable que detuvo al cortejo unos minutos mientras los cánticos se prolongaban por el público.

A la llegada a la plaza de la Constitución, el altar de la Agrupación de Cofradías se convirtió, bajo la sombra ante el intenso calor, en uno de los puntos de mayor interés en un público que flaqueó en el resto de vías. La presidencia se detuvo ante el trono de Viñeros, que portaba la Custodia de la parroquia de los Santos Mártires, mientras la banda de Zamarrilla interpretó Pescador de Hombres y Triunfal, marcha que incluye el conocido Cantemos al amor de los amores. La instalación contó con una nueva alfombra, a modo de repostero, con el escudo agrupacionista.

La comitiva continuó por calle Strachan, entre terrazas y turistas entusiasmados por la segunda procesión a gran escala, hasta alcanzar uno de los nuevos enclaves: Postigo de los Abades. De nuevo la sombra se hizo protagonista mientras Jesús de la Sagrada Cena, que había sido trasladado por la mañana, permanecía incólume al sol. De nuevo la banda de Zamarrilla repetía interpretación y parte del cortejo se refugiaba en la sombra buscando calle Cañón, nuevo enclave para las procesiones.

En este entorno, y aportando una nota casi perdida en la fiesta, un pequeño altar instalado en el mesón Catedral aportaba la quinta instalación con un Niño Jesús y la Biblia, así como hierbas aromáticas por donde debía pasar la Custodia. La carroza se detuvo por última vez ante el altar de la Agrupación de Hermandades de Gloria, frente al vial ya en calle Císter, que estuvo presidido por la Virgen de la Sierra, filial malagueña de la matriz de Cabra, en el 90 aniversario de la corporación. La imagen volvió, tras llegar el Corpus hasta la Catedral, en procesión a la parroquia de Santiago, en una escena pocas veces vista, dado que la imagen recibe culto interno.

Aun con los cantos y los aplausos, la Custodia llegó al Patio de los Naranjos quince minutos antes de las 13:00 entre aplausos de los fieles que intentaron acceder al primer templo. El himno nacional devolvió a la Catedral a Jesús Sacramentado, que fue retirado del templete con no pocas dificultades, dado el volumen de fieles que quería entrar sin más miramientos.

Con el nuevo recorrido, un horario matinal y más voluntad por parte del Obispado y las cofradías colaboradoras, algunos matices indican que una procesión del Corpus Christi diferente y mejor es posible. La formación se hace clave para el fomento de una fiesta con ocho siglos de historia. Alejar el fanatismo irracional que tira por tierra la caridad cristiana y fomentar las vísperas son nuevos pasos que la educación en la fe puede hacer posible. Los primeros pasos se han dado, aunque quede por construir.

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