Vivir

La revolución del silencio

  • Mena celebra el 75 aniversario del Cristo de la Buena Muerte con un Vía Crucis por el barrio de El Perchel

  • Hermanos de la Congregación portaron al Crucificado

Mena es Mena, pero sus naturalezas son muchas porque su propia historia así lo ha demostrado. La centenaria Congregación ha sabido adaptarse a los tiempos y, con la recuperación del Vía Crucis que realizase antaño en la tarde del Miércoles Santo consiguió, en el 75 aniversario del Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, sacar de nuevo su propia esencia.

La plaza Fray Alonso de Santo Tomás recuperaba la imagen de cada Jueves Santo, atestada de gente allá donde un hueco permitiese ver de cerca la talla de Palma Burgos, hoy cedida para el ciudadano de a pie donde normalmente se ubican los tercios legionarios. En el pensamiento de muchos estaba volver a encontrar los sones del cuerpo militar, pero el acto celebrado al caer la noche tenía otro cometido.

Pasadas las 20:30 se abrieron las puertas principales de Santo Domingo, descubriendo la penumbra y el silencio en el que se dejaban entrever las voces infantiles de la escolanía del Corpus Christi. El negro tiñó la plaza entre el centenar de hermanos que, cirio en mano, supieron mantener el tipo, mientras la capilla musical Glorias de Málaga y el grupo Maestro Iribarren creaban el mutis.

Bajo el coro se situaba el Cristo de la Buena Muerte cuando el párroco de Santo Domingo, Antonio Coronado, inició el rezo del Vía Crucis. Catorce estaciones quedarían por delante para revolucionar, desde el respeto, la sencillez y el silencio, lo que muchos esperaban con antojo. Los legionarios del IV Tercio y sus mandos procesionaron en torno al Cristo, desprovisto de su corona de espinas, tal y como su autor lo concibió.

El lleno absoluto en la calle bajaba el tono de las conversaciones y los tambores roncos hacían entender que no era día de llevar a los pequeños disfrazados de legionario. En la capilla de la Virgen de los Dolores del Puente se rezó la primera estación, poniendo a ambas imágenes frente a frente. La Congregación de Mena se encontraba con la primera de las cruces cedidas a cada colectivo, trabajada con mimo y esmero, marcando el primer paso al recogimiento.

El templo dominico quedó atrás una vez visitada la estación de la cofradía del Rosario y el desaparecido Perchel daba paso al cortejo, que debería llegar a la casa hermandad de la Humillación para realizar el primer cambio de turno. Si hasta entonces eran los hermanos de la corporación quienes cargaron con el peso de la cruz, era el momento de dejar paso a los legionarios. Ante la tercera estación, los militares recibieron a su protector con la emoción contenida.

Tras pasar por zonas emblemáticas como plaza Imagen, el Llano de Doña Trinidad o las puertas de los Ángeles Malagueños de la Noche, uno de los últimos destinos se encontraba en la basílica de la Esperanza, donde el Vía Crucis debía culminar. Pasadas las 22:30, el Cristo de la Buena Muerte y Ánimas llegó a su templo para dejar en la oración el sello que enmarca sus 75 años.

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