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"La decisión de que no siga no es deportiva"

  • El madrileño lamenta no haber podido prolongar su etapa en el Unicaja y asegura que el entrenador y el director deportivo le habían mostrado su deseo de que continuase · Dice no tener decidido su futuro y se muestra agradecido al club y la afición, a los que asegura le hubiera gustado haberles dado algún título

-Han transcurrido ya un par de semanas desde que sabe que no seguirá en Málaga. ¿Qué pasa ahora por su cabeza?

-Voy asentando un poco más la decisión, aunque sabía que era algo que se podía esperar porque era consciente de la situación. Ahora debo enfocar otra vez el futuro, aclararme un poco respecto al año que viene, a ver qué llega, si me transmite ilusión para después tomar una decisión, que espero que no se demore demasiado.

-¿Qué le ha dado Málaga en estos cinco años?

-Han sido unos años muy buenos. Le dije a Manolo Rubia [director deportivo] cuando hablamos sobre el año que viene que me sentía agradecido por la oportunidad que me dieron y el esfuerzo que hicieron en su momento para que pudiera venir aquí. Siempre he intentado devolverle a la afición y al club la ilusión que se generó cuando llegué. La lástima es que no haya podido ser a nivel material, con algún título. Aunque el primer año vivimos la experiencia de la Final Four, a la gente lo que más le gusta es vivir un título. Es lo único que lamento de estos cinco años. Por lo demás, la experiencia ha sido muy buena y satisfactoria. Por lo que estoy escuchando y siento en el día a día, tengo la sensación de que la gente está contenta con lo que han sido mis cinco años aquí.

-¿Y ahora qué?

-Ahora debo enfocar mi futuro, ya veré de qué forma, pero siempre vinculado a esta ciudad. Tengo idea de quedarme aquí a vivir. He tenido la suerte de conocer otra forma de vivir y me ha gustado. Mi hijo mayor llegó aquí con dos meses, la pequeña nació aquí... Aquí hemos crecido como familia y aquí nos gustaría seguir los próximos años.

-¿Esperaba estar aquí tanto tiempo?

-Al principio fue una aventura salir de Madrid después de 12 temporadas en el Estudiantes. Llegué con mucha ilusión y convencido y me encontré con otra forma de ver el baloncesto, otra afición, otra ciudad... Recuerdo que el primer año era todo nuevo, además fue el año siguiente al del título de Liga y había una exigencia alta. Fue un año más o menos bien resuelto por lo de la Final Four, aunque luego nos desinflamos en el play off. La inercia me ha ido después llevando hasta aquí. El club siempre estaba muy contento con mi comportamiento, de hecho cuando he renovado lo he hecho prácticamente antes de finalizar la temporada.

-¿Notó un cambio en la presión del entorno al cambiar el Estudiantes por el Unicaja?

-Percibí cosas distintas. Aquí hay mucha más trascendencia y seguimiento de lo que hacía. Hay mucho más seguimiento del día a día, hay que hablar más y a veces no hay de qué hablar (risas), pero bueno. En cuanto a la exigencia, siempre he tenido la misma a lo largo de mi carrera, independientemente de dónde estuviera. En Estudiantes era hacer lo máximo posible porque teníamos unos recursos más escasos. Aquí era otra filosofía. Como existía la posibilidad de hacer cambios al haber más recursos, si alguien no vale pues se cambia. Hemos tenido una sucesión de jugadores en los últimos cinco años que para mí ha sido de locura. Yo no estaba acostumbrado a nada de eso, estaba acostumbrado a 'esto es lo que tenemos y con esto hay que hacer lo máximo'. Y yo creo que con esa forma siempre consigues la sensación de que compites mucho más porque afrontas las lesiones y los bajos rendimientos de otra forma. Era muy raro que hubiera un cambio. Son formas diferentes de entender el baloncesto y creo que me adapté bien al cambio.

-¿Tiene la sensación de que podrían hacerse mejor las cosas con el apoyo que hay aquí?

-El seguimiento que hay en la ciudad y la afición es un activo muy importante. El apoyo que da la entidad financiera es lo que permite canalizar toda esa ilusión hacia algo que dé más posibilidades de lograr el éxito. Hay muchos elementos para que las cosas salgan bien, pero al final se trata de que la pelota entre por el aro. Cuantos más sustentos tengas, más opciones hay y Málaga es una ciudad con muchos apoyos.

-Scariolo, Aíto, Chus Mateo, tres técnicos muy diferentes a lo largo de su etapa en Málaga. Háblenos de ellos.

-Sergio es muy metódico y trabajador, le dedica muchas horas, intenta controlar todo lo que pasa en la pista. Para mí fue un cambio importante porque en el Estudiantes era todo menos esquematizado. Aíto volvió a dar esa libertad, a trabajar en los fundamentos del jugador para que él vaya tomando por sí solo decisiones, pero para eso también necesitas un perfil de jugador que lo pueda asimilar. A Chus lo he visto con muchísima energía, supuso un cambio muy importante en la dinámica del grupo. Hereda un poco la forma de trabajar de Sergio, aunque quizá no tan esquematizada.

-¿Le sorprendió que no terminara de cuajar el método de Aíto en Málaga?

-Es que no tenía ninguna idea preconcebida con la llegada de Aíto. Creo que no llegó con todo el respaldo que puede llegar otra persona en otro momento. Él ya tenía unos precedentes de sus enfrentamientos contra el Unicaja que hicieron que quizá se dieran por supuesto los momentos buenos y se prestara más atención a los momentos malos. Quizá se ha tenido menos paciencia, aunque también es cierto que tú puedes llegar con una trayectoria, pero hay que demostrar en el día a día de lo que eres capaz. Creo que hubo un primer año muy bueno, parecía que todo iba a ir por un buen camino, pero el segundo año lo comenzamos con una mala racha al principio y eso nos pesó demasiado. A partir de ahí empezaron a aparecer los fantasmas que ya estaban sembrados antes de que llegara Aíto. Esta temporada ha sucedido algo similar.

-¿A qué fantasmas se refiere?

-Hay cosas que no ayudan, como por ejemplo la marcha de Cabezas, que fue algo muy impopular. Es normal que la gente muestre su opinión y tú tienes que mantener tu línea de trabajo. Lo que pasa es que tienes que darles resultados porque, si no, no hay forma de defenderte y estos años, aunque la línea de trabajo era muy parecida, los resultados no acompañaban y siempre hay que buscar algo para explicar lo que está ocurriendo. Por ejemplo, yo ahora tengo 35 años y eso es irrefutable. Si me dicen que hay un nuevo proyecto, que hay que rejuvenecer la plantilla y que tengo 35 años, pues es verdad. Evidentemente, esto se relaciona con la lesión que tuve de dos meses, que creo fue un accidente más que una lesión, porque romperte un trozo de la rótula no es algo habitual. Si veis los años anteriores, me he perdido muy pocos partidos con 34, con 33 y con 32 años, pero llegado el momento de tomar una decisión, uno la asocia con algo que te sirva para explicarlo.

-¿Cómo valora los pasos que se están dando para configurar la próxima plantilla?

-Espero que las decisiones se estén tomando dentro de un consenso. Escuché unas declaraciones de Eduardo [García] en las que decía que se había acabado el tiempo en que los entrenadores marcaban la forma de trabajar del club. Eso es algo que comparto porque en este mundo tan profesional estamos de paso y poca gente se vincula y se identifica realmente donde está. Al final parece que el club no tiene un criterio propio, sino que va dando tumbos, tomando las decisiones en base a las personas que hay. Es necesario que haya una línea de trabajo. Comparto eso, pero siempre tiene que ser a raíz del consenso. Ahora parece que tanto Chus [Mateo] como Manolo [Rubia] no están formando parte de ese consenso y que las decisiones están tomándose unilateralmente desde otra parte. Hay un criterio financiero, hay un nuevo aire, nuevo logotipo, introducción en las redes sociales, rejuvenecimiento de la plantilla, una nueva ilusión... Todo eso es respetable, pero sin olvidarse de la parcela deportiva. Tan malo es una cosa como la otra y me parece que ahora estamos pasando de un extremo al otro. El mío es un claro ejemplo, la decisión de que no continúe no es deportiva ni es del director deportivo, los dos me han mostrado sus deseos de que yo continuara. Y el sentir de la gente, por lo que veo, viene siendo un poco lo mismo. Parece que la decisión ha sido un poco unilateral, me gustaría que no se cayera en el error de ir de un extremo a otro y que todo se vaya haciendo en consenso y, si no se hace así, cuando luego haya que justificar las decisiones, pues que también se responda unilateralmente de las decisiones tomadas.

-¿Le ve recorrido a Chus Mateo al frente del equipo?

-Por ganas e ilusión no va a ser, pero siempre dependerá de que el equipo logre resultados. Chus sería el cambio fácil. No viene con un supercontrato, ni tiene una trayectoria que le avale y le dé más margen de confianza, como podía ser el caso de Sergio y Aíto. Va estar más en el punto de mira en el caso de que las cosas vayan mal y no creo que deba ser el único responsable si van mal. Todo el mundo debe dar la cara si ese momento llega. Espero que se tenga con él la paciencia suficiente para dejarle trabajar dentro de su parcela.

-Siempre se habla de que en Málaga hay un buen vestuario.

-Sí, lo que pasa es que la sensación de que la gente está de paso no ayuda demasiado. Te intentas adaptar, pero a veces ha habido situaciones rocambolescas. Un día estaba un compañero, por la tarde no estaba, parecía que se iba y luego volvía. Uno intenta centrarse en lo suyo, pero eso afecta, no te ayuda. Primero, porque no lo entiendes, ya que cuanta mayor estabilidad haya en el equipo mejor y, segundo, porque empiezas a tener la mosca detrás de la oreja, piensas que, si eso está pasando a tu alrededor, por qué no te va a pasar a ti.

-Cada vez se habla más de lo importante que es en el deporte de élite que haya un buen ambiente en el vestuario.

-Cuando llegas a cierto nivel se trata de buscar los detalles, cosas como que la gente esté implicada y quiera demostrar todos los días de lo que es capaz y por lo que ha conseguido llegar, por ejemplo, al Unicaja. Esa es la clave para sacarle rendimiento a un grupo. No se trata de tener varios superjugadores, se trata de que cuando te los traes aquí consigas que sean capaces de jugar con esos otros grandes jugadores, adaptando su nuevo rol, su nueva forma de jugar y consiguiendo que cada día tengan ganas de demostrar de qué son capaces. Esa es la clave. ¿Que cómo se hace? Eso ya es cuestión de los entrenadores (risas). El entrenador debe intentar entender a las personas y es necesario tener una estabilidad para conocer a las personas. En estos cinco años aquí he vivido muchos casos de jugadores que no han conseguido hacer lo que de ellos se esperaba. Es cierto que aquí se vive muy bien, es un sitio fabuloso con una afición y unas instalaciones espectaculares, no tenemos ningún problema económico y, cuando todo va tan bien, es humano despistarte un poco y es necesario que haya una persona que te esté recordando que debes seguir trabajando duro si quieres mantener todo esto.

-¿Se ve como entrenador cuando se retire?

-No. Es un ritmo muy exigente, la responsabilidad de todo lo que haces es muy grande y yo tengo un sentido de la responsabilidad muy alto y no sería bueno ni para mi salud ni para los que me rodean (risas). No me llama la atención.

-Este será su tercer verano fuera de la selección, donde parece que se está viviendo un cambio de ciclo generacional.

-Es natural, van pasando los años, la rueda sigue girando y deben salir unas piezas para que entren otras. Es cierto que encontrar una generación tan buena como la que ha habido va a ser muy complicado, pero a ver si con este cambio progresivo se sigue con la línea de éxitos.

-La selección sí que le ha dado esa posibilidad de lograr títulos que no ha tenido con los clubes.

-Sí, es lo que me justifica un poco. Pese a todo, con Estudiantes fueron 12 años muy, muy buenos en los que viví con mucha ilusión todo lo que hacía. Es cierto que sólo conseguimos una Copa del Rey, pero todos los años acababa la temporada con la sensación de que habíamos hecho más de lo que podíamos hacer, que a mí me llenaba. Luego tenía la suerte de estar en la selección.

-Pero esta selección no es la misma que cuando usted debutó en 1998.

-No, todo cambia a raíz de ganar el Campeonato del Mundo. Es una sensación plena, de que todo lo que has hecho está bien. Tú puedes tener tu satisfacción personal pero siempre necesitas tener algo ahí detrás que te respalde. Han sido años maravillosos con la selección: el grupo de que formé parte, los resultados que obtuvimos, la ilusión de la gente... Aquí ha sido otra forma de hacer las cosas que también me ha dado mi recompensa. Yo siempre me he movido por ilusión, no por ambición, aunque en el deporte esté mal decirlo. No me movía ningún tipo de interés personal ni económico, ni tenía afán de notoriedad, ni disfrutaba con mi faceta pública, a mí me movía la ilusión porque me gusta hacer lo que hago, todo lo demás va alrededor. Es cierto que al final somos un curriculum y una serie de números pero yo nunca me he movido así. Al principio incluso te sentías mal pero con el paso de los años te vas conociendo y, mientras disfrutara con mi trabajo, si no llegaba a lo máximo, tampoco pasaba nada. Había años que no llegaba al máximo pero acaba con buenas sensaciones porque habíamos hecho todo lo posible, que para mí es lo más importante.

-¿Cómo ve a las nuevas generaciones?

-Cada vez más físicos y mejor formados, pero les veo con poca paciencia. Quieren tener la recompensa de lo que hacen muy rápido. Son jugadores mucho antes, empiezan a tener contratos mucho antes, empiezan a moverse geográficamente mucho antes, se empieza a hablar de ellos muchos antes, empiezan a ganar dinero mucho antes y creo que eso no es bueno porque aún no están formados personalmente. Todos somos un poco culpables. Lo que se genera es que quieran llegar rápido y no tengan paciencia, aunque hay excepciones.

-Recuerdo que Marcus Haislip decía que no hacía falta que usted hablara para ser un líder, que le bastaba con su actitud en el trabajo diario.

-Voy a tener que mandarle un jamón (risas). Al principio no era fácil. Cuando se empieza a hablar de ti porque empiezas a dar un rendimiento, siempre se te añaden una serie de cosas que quizá no van contigo. Era una lucha continua porque no me gustaba salir en la prensa ni en anuncios, me gustaba pasar desapercibido. Pero con el paso de los años, lo que al principio parecía un problema, luego se convirtió en una virtud. Con el paso de los años llega un momento en el que pasas de estar buscando referencias a ser tú una referencia para los demás.

-Con la prensa parece que le ha pasado algo similar, que ha tenido que darse cuenta de que era algo necesario.

-Más que necesario, era algo con lo que tenía que convivir. Mi primer año aquí fue una locura. Aquí había mucho más seguimiento y al principio nos tuvimos que conocer todos un poco. Seguramente al principio debía ser un borde, pero al final me he dado cuenta de que tampoco es eso. Me chocaba un poco esa obligación que había cuando llegué y no estaba acostumbrado. Con lo del Mundial y la Liga todo se desmadró, era bestial, todo por un buen motivo, pero para mí era demasiado.

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