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Sociedad Amrabat-Javi Guerra

  • Gracia mezcló su once tipo y una apuesta nueva con el trío Tissone-Darder-Duda y la alineación de Guerra El equipo anduvo despistado en las marcas a balón parado y sobrevolaron viejos fantasmas

EL destino le brindaba al Málaga una nueva oportunidad de depender de sí mismo para obtener esa ansiada séptima plaza. Además, con el handicap añadido de que llegaba en la peor racha en liga y después de fracasar en diferentes momentos respecto a haber hecho válida la ventaja obtenida en la clasificación. En plena recta final, a Javi Gracia le planeaba por la cabeza la opción de cambios o apostar por el once tipo; eligió las dos cosas: diseñó un tridente en la media Tissone-Darder-Duda (dos de ellos poco habituales) y dio la alternativa a Javi Guerra, que llevaba tiempo reclamando una oportunidad con sus actuaciones.

El Almería se la jugaba con el futuro incierto que da los tres puntos que tiene pendiente en el TAS. Esa necesidad la mostró desde el principio, salió como un vendaval a atacar de manera muy continua y directa al equipo blanquiazul, que apenas pudo defenderse sin más. Sin embargo, con el paso de los minutos, el equipo malagueño fue ganando peso en el juego, las tres puntas de lanza comandadas por un Amrabat desequilibrante por izquierda y Javi Guerra jugando de repartidor de juego desde la posición de delantero centro fue dando solidez y control a un partido que había empezado con un ritmo descontrolado para el Málaga.

Y así nació el primer gol. Una jugada de centro de Samu fue peinada por Duda y rematada por Amrabat que metió el balón en la portería ayudado por un Casado muy desbordado en la derecha.

El Málaga no sufría y vivía sus mejores momentos, sin embargo encajaría un gol que pondría la igualada a balón parado, una suerte donde el Málaga anduvo muy despistado con las marcas. Tras el gol, al equipo pareció que le sobrevolaron fantasmas de un pasado muy presente y el equipo transmitió ese desconcierto.

El paso por los vestuarios al descanso dio lugar a un partido que estuvo muy embarullado. Desequilibrar a los almerienses se antojaba complicado ya, que cualquier acometida la anulaban con faltas.

Sólo Darder y Amrabat parecían inspirados. Fue precisamente el holandés quien desatascó el partido cuando el empate parecía el resultado más lógico. Encontró una oportunidad de espacio, profundizó y dio con el socio esperado, Javi Guerra, que empujó a gol la ilusión de la afición de La Rosaleda.

El 1-2 llevó a un nuevo escenario, sufrir, COMPETIR. Un hecho que a veces le ha jugado malas pasadas al Málaga en resultados cómodos o partidos sin control. El Almería tuvo dos muy claras al final que no encontraron el camino del gol, quizás sonrío la suerte que le faltó al Málaga en otras ocasiones. Sea como fuere, el equipo está a dos jornadas de cumplir el mayor de los sueños, que es volver a Europa, siempre con los pies en la tierra que el equipo se diseñó con la realidad de no sufrir para mantener la categoría.

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