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A la porra la sequía (3-1)

  • El Málaga sale de su crisis numérica a lo grande, con un inmenso Charles que hizo los tres tantos y con Kameni resistiendo las acometidas realistas.

De las grandes crisis se sale de manera triunfal o no se sale. Y eso hizo el Málaga, cuyo brainstorming goleador tuvo en Charles a un superhéroe. Charles una vez, Charles otra, Charles por tres. El brasileño, que será hombre gol hasta que se retire, metió su primer hat-trick en la élite. Se lo reservó para el día más idóneo, la noche en que el equipo blanquiazul se quitó todos sus complejos de manera volcánica: tuvo, en 90 minutos, toda la puntería y la fortuna que se le había negado en las seis jornadas anteriores. Se acabaron las cunetas, el Málaga vuelve a la carretera para seguir peleando, pero ahora desde una situación más serena. 

Tremendo el partido en La Rosaleda, más por intenso y emocionante que por su episodios futbolísticos. Todo ocurrió a lo grande, lo bueno y malo. Tan bárbaro fue que a los siete minutos ya ganara el Málaga por 2-0 como groseros los errores de Íñigo Martínez que habilitó el doblete del brasileño. Primero poniéndose nervioso ante Cop, luego midiendo mal un bote, como en las categorías inferiores, para que un saque en largo de Kameni se acabara convirtiendo en la perfecta asistencia para Charles. Su definición de vaselina no fue propia de un delantero que había tenido hasta el momento algunas ocasiones claras y no las había aprovechado. Tampoco se le vio temblar mucho cuando el pase de Recio lo controló con el pecho y lo remató de media tijera gol. Con ADN brasileño. 

No obstante, lo electrizante del duelo y un tanto de Agirretxe dieron la razón a esos teóricos del balompié que esgrimen el 2-0 como uno de los peores resultados para un equipo desde lo anímico. Qué hacer con 75 minutos por delante, defender la renta y salir a la contra o aprovechar el impulso y echar la persiana. Agirretxe, que durante toda la noche opositó al triplete de Charles, dejó al Málaga sin opción de elegir y lo conminó al balcón de su área. Primero con un tanto del gran 9 con que se está destapando en este arranque liguero, después con una preciosa vaselina que desbordó a Kameni pero se topó con la madera. Irónico: tras 543 minutos sin hacer gol, al Málaga le sobraba más de una hora de juego. 

Agazapado en su cueva ante lo que arreciaba, apenas Cop salió de ella una vez para remachar la sentencia casi a puerta vacía, pero Rulli se levantó felino para mantener el partido abierto. Lo trataba de cerrar Kameni, que una y otra vez se presentaba como pesadilla terrenal ante Agirretxe. Estuvo inmenso en una estirada a la hora de juego, cuando el delantero txuri urdin buscaba la escuadra. 

Mentiría quien dijera que no veía peligrar el resultado, más aún después de la doble torpeza de Tissone. Primero errando un pase fácil, luego yéndose al suelo de manera muy vistosa para frenar un contragolpe cuando ya tenía amarilla. Otra vez un mal panorama para el tramo final de encuentro, qué decir ya para Mestalla, en las que el argentino y Recio no estarán. Urge ya que Camacho vuelva a jugar. 

Moyes no da con la tecla para articular los mecanismos de un equipo con mimbres para hacer cosas importantes, aunque no se le puede negar su tenacidad: añadió a lo que había en el campo a Jonathas, Xabi Prieto y Bruma. Era cuestión de minutos o de que Kameni no estuviera tan pletórico. Sin embargo, cuando Tighadouini se preparaba para suplir a Charles, el tanto que llegó fue el del brasileño, en una acción en la que porfía de Rosales valió su peso en oro. El ex del Celta marcó su tercer gol en su tercer disparo a puerta; Agirretxe se fue con uno y cinco buenas ocasiones más para haber marcado. Ahí radicó la diferencia del partido. Y del Málaga de ayer con el de las seis primeras jornadas. Ahora sí, a la porra la sequía. 

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