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El primer galáctico

  • 'Málaga Hoy' localiza en Atlanta a Ricky Brown, el primer gran jugador de la historia del baloncesto en Málaga Formó parte de la primera victoria ante el Madrid, en 1989

Rickey Darnell Brown (Madison County, Mississippi, 1958) fue el primer galáctico de la historia del baloncesto en Málaga. Llegó en el verano de 1988 al Caja de Ronda, meses después de alzar el título de campeón de Europa con la histórica Olimpia de Milán, donde formaba pareja de americanos con Bob McAdoo y al lado de Mike D'Antoni, Meneguin y Premier. Para hacerse una sucinta idea de su dimensión como jugador metió 45 puntos en la Final Four (28 en semifinales ante el Aris de Salónica y 17 en la final ante el Maccabi). Meses después estaba jugando en el primer gran Caja de Ronda, que acabó dos temporadas consecutivas quinto de la ACB y que jugó los primeros partidos europeos de la historia del baloncesto en Málaga. Brown vino después de que se le garantizara su primer año de contrato y con un sueldo de varios cientos de miles de dólares. José María Martín Urbano, miembro del cuerpo técnico de aquel equipo, recuerda que "causó un impacto brutal. Pasamos de jugar del playoff de permanencia a quedar quintos dos años seguidos. Fue el primer gran jugador de baloncesto y, para muchos, todavía el mejor jugador que pasó por aquí".

Un pívot de alta escuela, con un juego de pies impresionante y con una capacidad reboteadora soberbia. Recientemente su nombre rebrotó de los archivos cuando Will Thomas capturó 16 rebotes en un partido. El récord sigue siendo para Brown, con 20. Dos años en Málaga le valieron para ser el tercer mejor anotador (22 puntos) y reboteador (9.2) por partido de la historia cajista. Aún hoy está en el Top 25 acumulado en ambas categorías con sólo dos temporadas. "Cómo movía las piernas en el poste bajo. No era un fajador, sino más de dar el pasito atrás para hacer el tiro. Tiraba con las manos muy altas, por encima de la cabeza, con un movimiento de muñeca que parecía una bandeja. Pisando la pintura eran dos punto seguros. Pasaba el balón increíble, con Joe Arlauckas y Rafa Vecina se entendía de manera espectacular. Tenía una clase espectacular, inmensa. Era muy, muy bueno", explica Manolo Rubia, ahora director de operaciones del Unicaja y entonces delegado del Caja de Ronda.

Justo esta semana juegan Unicaja y Real Madrid. Brown estaba en ese equipo que ganó por primera vez en la historia al equipo blanco, el 29 de octubre de 1989, con un quinteto que jugó 40 minutos. Ramiro-Palacios-Vecina-Arlauckas-Brown, un cinco para la historia. Brown fue el máximo anotador del partido (24 puntos) y el máximo rebotador (8). Resultó un duelo histórico también desde el punto de vista trágico. Fue el último de Fernando Martín antes de fallecer en un accidente de tráfico un mes después.

Málaga Hoy localizó en Atlanta, donde vive ahora, a Ricky Brown. Le alegra saber de Málaga. Y recuerda aquellos partidos en los que por primera vez el entonces Caja de Ronda ganaba a los grandes. "¡Málaga! Dos de los mejores años de mi vida, sin duda. Claro, cómo no recordar cuando ganamos al Madrid y al Barcelona. ¡Cómo chillaba Ciudad Jardín!", pronuncia Brown de manera curiosa. Tiene 58 años y ahora no está ligado al baloncesto, sólo como padre de dos jugadores. Uno, Taylor, tiene 26 años y el año pasado jugó en el Darussafaka turco. Problemas cardíacos le hicieron parar temporalmente. "El otro es Joshua, tiene 16 años y está en el instituto. Mide casi dos metros, ahora juega de ala-pívot o de pívot, pero creo que será un gran alero. Recuerda su nombre, Joshua, va a ser un gran jugador. Tiene el estilo de Kevin Durant", dice con orgullo paterno. "Les voy a pasar el teléfono para que oigan eso del récord de rebotes y del Top 3 en puntos y rechaces. Que sepan quién era su padre", bromea.

Recuerda Brown a los componentes de aquel equipo, especialmente a Rafa Vecina, "un gran tipo, de corazón. Me ayudó mucho cuando llegué". También a Joe Arlauckas. "Era carismático, todo el mundo cuando salías a la calle quería estar con él. Era muy orgulloso, se creía una estrella en la pista. Jugaba con ese aire insolente de los que se saben buenos. Entonces sólo él sabía lo bueno que era. Y lo demostró. Hubiera sido un gran jugador de NBA, seguro. Tenía el tiro, las habilidades, el salto... Lo tenía todo", rememora, al tiempo que enumera a "Ramiro, Blanco, Grau... Grandes chicos todos. Hicimos grandes cosas por el baloncesto en Málaga. También Mario Pesquera (pronuncia como Pesqüera). Nos lo hacía pasar mal, es verdad. Era un tipo duro. Pero ganamos mucho con él, el equipo creció bastante".

Brown llegó a Málaga con la corona de campeón de Europa. Con un sueldo galáctico para la época. Él explica por qué se vino del rey continental a un equipo de zona media en España. "Quería probar nuevas experiencias. Me gustaban los retos. Mi agente, Bill Pollak, que tenía jugadores muy importantes, me había conseguido un contrato con los Miami Heat. Era el primer año del equipo en la NBA, una nueva franquicia... Eran las dos principales opciones que tenía, Málaga o volver la NBA", relata Brown, que no se arrepiente de la decisión que tomó: "En absoluto, fue una gran experiencia. Pude conocer España. Playas bonitas, qué ciudad, qué clima, la Costa del Sol... Guauu, qué recuerdos. ¿Sabes? Yo pienso que ayudé a poner a Málaga en el mapa del baloncesto, ganamos a Madrid y Barcelona. Yo veía las caras de esa gente en la grada en aquellos partidos y comprendía que les estábamos haciendo felices, que estábamos haciendo algo grande. Sólo por eso seguro que mereció la pena. Conocí mucho de la cultura española, me gustaba saber dónde vivía. Fue terrible ir a una corrida de toros, me impactó mucho. Era una cultura diferente, muy intrigante y excitante, conocí muchas cosas. No sólo tapas y sangría... (risas). Viví 15 años de profesional, cinco en la NBA, cinco en Italia y cinco en España. Mi familia viajó y conoció el mundo. Creo que eso no se paga con dinero. Y Málaga me trae grandes recuerdos".

La carrera de Brown le llevaría después, con un paréntesis de un año en el Reyer Venezia, al Real Madrid. Allí es recordado por un lance muy famoso. En la final de la Recopa del año 1992 ante el PAOK de Salónica, en Nantes, Brown robó de manera inverosímil un balón en los últimos segundos y dio la victoria al equipo blanco. "Es uno de los momentos más intensos de mi vida. Todo pasó rapídisimo. Robo, tiro, canasta, se acaba el partido, pum... Y alegría desbordada", cuenta divertido Brown, que el año siguiente formó pareja interior con Arvydas Sabonis para conseguir un doblete Liga-Copa. "Era increíble, cómo pasaba el balón o tiraba. En conjunción tamaño, velocidad e inteligencia, de lo mejor que vi. Muy, muy dominante. Me llevé una alegría al ver a su hijo Domantas en la March Madness con Gonzaga. Vi a un little Sabonis. Es duro, tiene el cuerpo, el tiro, se mueve bien... Este año saldrá en el Top 15 del draft, creo que si aguantara un año más sería Top 10. Me encantó. ¿Cuántos años tiene? ¿20? Uff, somos viejos (risas)", decía Brown, que desconocía la formación malagueña de Domas.

"Tenía su carácter, recuerdo algún momento muy tenso con Mario Pesquera. Y otro día en el que estuvo a punto de pegarle a un pívot del Breogán que le había dado hecho una falta dura. Era más estilista que fajador. Era elegantísimo, dentro y fuera de la pista. Hoy quizá sería un cuatro y medio más que un cinco", recuerda Manolo Rubia sobre Brown. "Un juego de pies monumental. En el sistema de Pesquera, él tenía el poste bajo, Vecina el alto y Arlauckas barría la línea de fondo. Muchos sistemas acababan en Brown, que ejecutaba o pasaba. Era muy inteligente. No era un tío al que hacerle bromas. Tremendamente profesional, entedimos en Málaga lo que era esa palabra con él. Se cuidaba el cuerpo, trabajaba con las lesiones para volver bien... Recuerdo que murió un familiar en Mississippi y había dudas sobre permitirle ir o no. Él dijo que si le dejábamos ir, volvía y ganábamos 10 partidos. Fue, volvió y ganamos 10 partidos seguidos", analiza Martín Urbano.

La frase "un pivot como los de antes" es recurrente cuando se pregunta por Ricky Brown. Él mismo analiza el cambio de poder en el baloncesto. "Cuando yo jugaba los pivots mandábamos, en los 80 o 90. Ahora el juego se está alejando del aro. A los jugadores se les pide tiro. Se está perdiendo el juego más cerca del aro. Los Golden State Warriors [Brown jugó allí de los 80 al 83, después del 83 al 85 en Atlanta] son el paradigma. Hoy en día se tiende a buscar a un jugador como Draymond Green, que puedan jugar dentro y fuera. Que pueden hacer de todo, todo. Entonces éramos más especialistas. El poste es ahora más atlético. Es la evolución de Scottie Pippen en todos sitios", analiza el pívot americano, que sonríe cuando se le pide que recuerde su estilo de juego: "Un periódico de España puso un titular sobre mí. 'Fred Astaire en la zona'. Me gustó mucho (risas). ¡Fred Astaire en la zona! Intentaba pensar antes que los rivales, ser más rápidos que ellos".

Brown se dedica a ayudar a su esposa, Chloé, una antigua modelo, exitosa mujer de negocios y una celebridad en Atlanta, en la promoción de Total Image Enhancement, su empresa. Cuando se le pide un mensaje para la afición malagueña, Brown dice que "les quiero, les tengo en mi cabeza. Gracias por todos los recuerdos. Y dígale al club que iré allí si quieren...", se despide el elegante pívot que fue el primer galáctico de la historia del baloncesto en Málaga.

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