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Xavi le arrebata el caramelo al Málaga

  • En la orilla Valdo consiguió el 1-1 en el minuto 81, pero cuatro después una genialidad iniciada por el medio centro del Barcelona evitó la hombrada Estoico El conjunto de Muñiz puso de los nervios a su rival y aguantó su empuje durante partido y medio

Árbitro: Rubinos Pérez (madrileño). El colegio al que está adscrito le hizo estar muy silbado durante toda la noche. Se le reclamaron varias jugadas polémicas en cada área, sobre todo un empujón de Maxwell a Baha cuando iba a rematar y que no vio. Estuvo bien al anular un tanto a Ibrahimovic por empujón a Weligton en boca de gol. La afición local reclamó una segunda amarilla para Manu en el primera mitad.

Tarjetas: Amarillas Manu (37') y Piqué (42').

Goles: 1-0 (69') Pedro. El tinerfeño recorta hacia dentro desde la frontal del área y amaga con centrar, pero se saca un latigazo junto al poste derecho al que llega Munúa, aunque no lo suficiente como para desviarlo. 1-1 (81') Valdo. Magnífico contragolpe en velocidad con pared entre el leonés y Obinna que deja al primero solo, quien define por bajo ante Valdés con un disparo raso al primer poste. 2-1 (85') Messi. Empuja a placer un servicio de Alves tras grandioso pase al hueco de Xavi en el arranque de la jugada.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la vigesimocuarta jornada de la Primera División disputado en el Camp Nou ante unos 75.000 espectadores, aproximadamente unos 300 seguidores del Málaga.

El Málaga escribió dos capítulos de gloria interrumpidos en Barcelona. Fue heroico para aguantar 69 minutos virgen y luego revivió tras la puñada de Pedro para conseguir un empate a nueve del final que convirtió el Camp Nou en un iceberg. Entonces todos se frotaron los ojos menos ese fino reloj de ingeniería llamado Xavi, que vio un hueco donde sólo había piernas y permitió a Alves y Messi pisotear el sueño de puntuar en el campo del líder. Ninguna derrota es dulce, pero la dignidad que pasearon los de Muñiz fue de bandera.

Ha pasado una década desde la gran gesta blanquiazul en el Camp Nou, aquel 1-2 contranatura que dejó a España perpleja. Han caído dolorosas goleadas desde entonces (6-0, 5-1, 4-0), pero sigue bien clavada en la retina aquella estampa de Valcarce con el dedo al cielo, celebrando el 0-2 y Arnau como meta azulgrana incrédulo sobre el suelo. Anoche nunca hubo pie para soñar con una imagen similar, menos aún cuando Pedro confirmó que es el mejor abrelatas de esta Liga, pero en el minuto 81, con todo ya perdido, ese espíritu se posó sobre Valdo, que tiró una pared de libro con Obinna y se convirtió en el futbolista que era hace cinco años. Marcó, calló al Camp Nou, se rehabilitó de una temporada de pesadilla y plantó un sueño de grandeza en las mallas de Víctor Valdés.

Quedaban nueve minutos más el alargue por jugarse, pero eso ante el Barcelona puede ser un tormento larguísimo. Xavi se encargó de recordarlo en el 85. Sólo el director de orquesta del Barça supo mantenerse ajeno a la impaciencia que el Málaga le regaló siempre a su rival. Nunca perdió el sitio, ni el tempo, ni la fe. Y despertó a los blanquiazules de súbito, con una pesadilla cruel tras todo un partido de aguante en Can Barça. Inició una jugada de tiralíneas con Alves y Messi y el sueño se hizo añicos.

Así que el Málaga se fue derrotado, pero con dos grandes méritos en su haber: ser estoico durante más de partido y medio ante el líder y contestar al bofetón de realidad azulgrana con una réplica más fuerte si cabe después. El barcelonismo chilló más que nunca la victoria porque hacía tiempo que no lo pasaba tan mal en su casa.

El Málaga se planteó atacar, pero no a Valdés, sino la calma azulgrana. Dispuso un partido de espera, de eterna posesión del Barcelona, pero juntando las líneas y el compromiso, para hacer al líder horizontal. Un ejercicio de resistencia, siempre bajo la amenaza de las individualidades, aunque inteligente y con pocos apuros. Y no hubo renuncia explícita al despliegue, por más que fuera dosificado. De hecho, fue la picardía de Duda la que le quitó el precinto al partido. A los ocho minutos, cuando todo el Camp Nou esperaba un centro en una falta lateral, la burló con un disparo muy malintencionado al que Valdés le puso antídoto sobre la línea de gol.

Que era un día poco productivo para los de Guardiola se vio a los 15 minutos, cuando Fernando le regaló un balón tonto a Messi que de no ser por el cruce oportuno de Weligton hubiera acabado en el 1-0. No terminó en gol, pero sí en la lesión de Stepanov, quien en su intento desesperado por evitar que el argentino se plantara ante Munúa estiró demasiado la pierna y se rompió por la parte trasera del muslo derecho. Entonces la gente cayó que Muñiz había ido al Camp Nou sin defensas de reserva. Entró Edu Ramos (17') y Juanito retrocedió al centro de la zaga y al pasado, a sus días más mozos.

Ahí empezó a erosionar el Barcelona al Málaga. El estilismo y el protagonismo de Xavi salieron a escena y el campo se puso bocabajo, mirando a Munúa. El Barça empezó a disparar flechas por las bandas y a hacerse más continuo en las llegadas desde segunda línea. Al Málaga sólo le quedaba la opción del despeje sin repliegue, de ahí los ataques bumerán de los catalanes. Messi (30'), tras quiebro a Weligton y disparo de rugby; Xavi, con un remate lleno de elegancia en su espuela (37'), y un barullo de pintball en el 47 que ni Messi ni Iniesta resolvieron confirmaron el asedio, sólo interrumpido por el descanso, una palabra bendita en el Camp Nou cuando el resultado sonríe.

El agobio de la segunda mitad empezó siendo inversamente proporcional al del primero y alcanzó su tope en dos cabezazos de Ibrahimovic abortados por Munúa y Weligton (54' y 60'). Ahí se llenó de fe el Málaga, que empezó a estirarse y a llenar de miedo al rival. No le dio para culminar la gesta, pero sí para darse un baño de respeto.

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