Euroleague basketball

Sinanovic, un ángel

  • El gigante bosnio mantiene con vida al Unicaja en la Euroliga en una irrupción para los anales a falta de 12 minutos que cambió el rumbo del partido para tumbar a un buen Lietuvos (98-91)

El Unicaja estaba con un pie en el precipicio en el minuto 27. El Lietuvos ganaba y gobernaba el partido, intentaba el equipo malagueño de manera infructuosa agarrarse al último clavo disponible para seguir en Europa. Y entonces un ángel cruzó el Martín Carpena. Un ángel enorme llamado Nedzad Sinanovic, el gigante bosnio que con 19 años no sabía lo que era un balón de baloncesto. Desde sus 221 centímetros cambió el curso de la historia, dio una vida extra el Unicaja para derrotar al Lietuvos Rytas (98-91), un señor equipo lituano que no levantó el pie de la garganta del Unicaja hasta que Sinanovic apareció en pista.

Cuesta explicar la influencia de Sinanovic en el partido, cuesta explicar su irrupción de ayer cuando hace una semana estaba camino de Granada después de jugar en Atenas. Es un jugador con unas características especiales, con debilidades muy acusadas. Pero en el baloncesto los centímetros siempre mandaron. Y a Sinanovic le sobran. Entró como último recurso, había entrado en la convocatoria porque Carlos Jiménez renqueaba de su rodilla derecha. Curioso destino, siempre inescrutable. Sinanovic cambió el rumbo de un partido como pocas veces se recuerda. En menos de 13 minutos en pista, sumó 15 puntos y ocho rebotes para 27 de valoración. Increíble y óptima estadística, con apenas una falta como fallo. Obligó al Lietuvos a variar el guión, colocó un candado en el aro propio, ejerció su intimidación y el rival no tuvo respuesta, imposible tenerla ayer. Fabuloso Sinanovic, iluminado un 3 de febrero que nunca olvidará. El tiempo dirá si es flor de un día, también en el Madrid tuvo alguna aparición descollante después no contrastada. Pero es indudable que ayer, si el bosnio no hubiera irrumpido en el encuentro, se hubiera ido en un alto grado de probabilidades hacia Vilnius. Y eso hubiera supuesto un adiós virtual a la Euroliga. Sinanovic se lleva merecidamente los focos y los flashes, pero fue un triunfo colectivo, con siete jugadores en dobles figuras anotadoras y una encomiable actitud para negar la derrota. Es un plus que ha conferido el nuevo cuerpo técnico a un equipo que estaba muerto anímicamente.

Era un tónica en la etapa de Aíto, se ha repetido también en la de Mateo. Cuesta arrancar en los partidos y no es cómodo remar río arriba siempre. Es una pesada carga mental verse 5-16 con apenas cinco minutos de partido. Juego espeso en ataque al inicio, circulación poco fluida. El Lietuvos es un equipo interesante, con jugadores válidos y productivos en todas sus posiciones, desde el base al pívot. Biern trabajado y con facilidad para anotar, más ofensivo que defensivo. Y propuso un partido de anotación alta, con agresividad a la hora de atacar el aro rival y el comodín del rebote siempre a disposición del rival. No es cuesión sólo de los pivots capturar los rechaces, sobre todo cuando salen largos. Es cuestión de todo el equipo.

El caso es que el Unicaja se fue enganchando poco a poco al partido. De manera inesperada, irrumpió Archibald. El escocés, aún con su rodilla fastidiada, aportó anotación en el poste ante unos pivots amables. Siguió la clásica llamarada de Tripkovic con su excelsa suspensión. Y terminó de empatar Printezis (25-25). El griego soltó un buen segundo cuarto (10 puntos), pero el equipo pagaba tanto la falta de acierto en los tiros libres (5/13 al descanso) como la fuga de rebotes (ocho concedidos en defensa) y, también, el acierto rival, bordeando el 60% en tiros de campo. Chus Mateo jugaba con la pareja Freeland-Archibald y le daba minutos a Pablo Almazán, remiendo ante el roto que suele dejar la ausencia de Jiménez. Sólido, capaz de defender a todos los exteriores, tiene planta para quedarse años en un equipo de ACB. Falta ver si del nivel Unicaja. En Euroliga no ha desentonado por más que ayer no brillara numéricamente.

Con los ataques muy por encima de la defensas, el Unicaja peleaba contra un equipo que lucía la muñeca de Gecevicius, objeto de deseo malagueño en el verano, y la exuberancia de Valanciunas, con un potencial que asusta. No tuvo mal ojo la dirección deportiva cajista fijándose en él, pero la joya vale cara, muy cara. Aunque tiene pinta de ser una gema de calidad.  Es una fiera yendo al rebote y está por formar físicamente, pero tiene los conceptos claros y sabe lo que hace. Es jugador NBA a no mucho tardar. Mientras Valanciunas taladraba el aro malagueño con mates, el equipo lituano se marchaba al descanso con una ventaja curiosa (45-52) tras triple de El-Amin que dejaba un poso preocupante.

Tras el descanso, el Unicaja equilibró el partido (52-52), pero la sensación siempre era que el Lietuvos tenía algo más en la recámara, que el Unicaja estaba más cerca de su tope al ser obligado a moverse en unos parámetros anotadores de muy alto nivel. Continuaban los errores en los tiros libres y era un lastre que pesaba. Archibald generaba peligro, pero no lo culminaba con los tiros desde el 4.60. Y así, el Lietuvos martilleaba con su calidad anotadora en todas sus posiciones, marchándose hasta por 10 puntos (57-67).

Y ahí irrumpió Sinanovic. Quizá Chus Mateo apostó los últimos cinco euros que le quedaban en el bolsillo para ganar el partido. El beneficio seguro que ni él lo esperaba. Ejerció un efecto liberador en el resto del equipo. Se enchufó McIntyre, que acabó anotando dos triples determinantes para corresponder a Jasaitis, cuatro ocasional que ponía en jaque a Freeland. En un final riquísimo en detalles, con exquisita dirección desde el banquillo del Unicaja, campeó el equipo malagueño ante un Carpena que reverenció al ángel que apareció po r ahí: Nedzad Sinanovic. 

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