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Pellegrini pierde el duende (0-1)

  • El chileno no halla soluciones a la descomposición del equipo, al que le volvió a temblar el pulso para marcar y fue muy permisivo en la defensa a balón parado. Sergio sentenció en el minuto 92.

Era una final y puede que sea el final. Pellegrini convirtió la batalla ante Osasuna en una guerra después de mostrar su poca sensibilidad futbolística en la digestión del 7-0. De paso, se cargó a cuestas una mochila de presión gemela a la que de por sí ya tenía el encuentro de ayer. Y el equipo, consecuencia de ello o no, sucumbió por la agonía que le recubre: le tembló el pulso al apretar el gatillo y defendió desde el miedo a encajar. En esta afirmación conviene excluir a Demichelis, ayer un mariscal rodeado de mozos. En todos los problemas hay que incluir al Ingeniero, que no ha construido ni un puente sólido desde que llegó.

Su media ya no llega ni al punto por partido (16 en 17). Cuando aterrizó en Málaga, los flashes rebotaban en su cara y los aficionados le aclamaban como a un dios de los banquillos. Ahora sus manos no parecen sanar a un equipo en estado de putrefacción. Este equipo no tiene un sello reconocible con él en el banquillo porque en ningún momento ha sido capaz de incorporarlo. Venía con una varita que no funciona. Su única innovación con respecto a Jesualdo Ferreira fue dar orden a un equipo bastante desordenado.

En un juicio más superficial se pueden quedar los que lamenten la derrota desde las ocasiones marradas, especialmente las tres de Sebastián Fernández, a cual más clara de la primera a la tercera. Un poco más de pulso en los remates hubiera evitado el bochorno de la derrota, que devuelve el honor de recuperar la última plaza de la clasificación.

Ahondando en las causas de fondo, la primera es fácil de detectar: la preocupante desaplicación en la defensa de las acciones a balón parado. Que Sergio marcara en el 92 es sólo un condimento macabro para el triste final; Soriano, con un cabezazo al palo (85'), Nekounam, Lolo y Sola ya tuvieron antes sus claras opciones a pelota parada para hurgar en las facilidades blanquiazules. Se acusó a Jesualdo Ferreira de no saber atajar esta sangría, pero es que con Pellegrini es incluso peor. En plena búsqueda de culpables, los jugadores salen airosos del debate. Viendo la traducción del daño en puntos, no es exagerado afirmar que por aquí está iniciando su descenso de categoría el Málaga.

Como llegó para arreglar la patochada previa, habla el chileno de buscar soluciones con el coche en marcha. No tuvo una pretemporada para él, así que dice experimentar en los propios partidos. Los hechos no parecen darle la razón. Ni las bajas ni los malos resultados han cambiado su ideario. Ayer tuvo que volver a rectificar la posición de Apoño en banda. Se le queda chico el pasillo al palmillero, que intenta ser organizador desde el carril. Le valió más de una discusión con Recio y errores en las entregas. Hasta que cambiaron los roles mediada la primera mitad. Ellos dos han demostrado las mejores credenciales para armar el doble pivote, algo que Pellegrini sigue sin querer ver.

Igualmente empecinado está con ponerle bridas a Eliseu en el lateral. El luso necesita correr hasta la línea de fondo, centrar sin parar aunque muchos de sus balones se vayan a la grada. En partidos como ayer, en los que el rival cierra filas con gran hermetismo, se hace más perentorio. Mucho más aún si el que está por delante es Quincy. Sus fallos, individualidades y cabalgadas sin sentido ya no sorprenden, pero sí que el chileno apueste por él. Ayer, ni más ni menos que 90 minutos. Con Portillo sentado en el banquillo, a la grada le resulta más sangrante. Y la guinda del cóctel es que juntar a Eliseu y Quincy en la misma banda defensivamente merma mucho. Con ambos en el mismo aula distrae al resto de la clase.

El resultado, una vez más, es el de un equipo partido entre los que cabalgan insensatamente por ganar sin pensar en las consecuencias y los que se obsesionan con defender la ansiedad del grupo. La Rosaleda, testigo de ello, ejemplar de ello, ya está harta de tanto sufrimiento.

FICHA TÉCNICA:

Málaga: Caballero; Jesús Gámez (Manu, 43'), Demichelis, Weligton, Eliseu; Apoño, Maresca (Portillo, 57'), Recio, Quincy (x, 83'); Sebastián Fernández y Rondón. 

Osasuna: Ricardo; Damiá, Lolo, Sergio Fernández, Nelson; Puñal, Nekounam; Cejudo (Masoud, 70'), Soriano (Vadócz, 89'), Camuñas; y Kike Sola (Aranda, 63').

Gol: 0-1 (92'): Sergio Fernández cabecea casi sin oposición un córner en la prolongación.

Árbitro: Muñiz Fernández (asturiano). Amonestó a Cejudo (13'), Soriano (50'), Kike Sola (63'), Puñal (67'), Sergio Fernández (71'), Nekounam (93') y Demichelis (93').

Incidencias: Unos 25.000 espectadores en La Rosaleda. Partido correspondiente a la vigesimose jornada de la Liga BBVA.

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