CUENTA un veterano dirigente andaluz: "El PSC se terminará yendo, lo que no sabemos es cuándo". El cuándo estaría muy cerca si, finalmente, los siete diputados del PSC en el Congreso desobedecen la decisión que el Comité Federal de este domingo adopte sobre la investidura de Mariano Rajoy. La dirección de la gestora es partidaria de que esa rebelión, que se vería la semana próxima en el Congreso, con los siete noes catalanes, tenga consecuencias sobre la relación del PSOE con el partido hermano en Cataluña, que aunque sea distinto participa en todos los órganos de dirección federal. Es decir, está en la Ejecutiva, en el Comité Federal, participa en los congresos y sus militantes votan en primarias para elegir al secretario general. Esto es lo que ahora se rompería. La gestora es partidaria de que, de materializarse esta desobediencia, salgan de los órganos de dirección, lo que llevaría con el tiempo a la creación de una federación catalana del PSOE.

Las reglas son las reglas. Éste es el mantra que se repite estos días en el PSOE (sector oficialista): aquellos que participen en el Comité Federal, que es el encargado de acordar el voto según los estatutos, discutan y voten deberán seguir la decisión de la mayoría. "Si saliese el no a Rajoy, yo también lo acataría", ha explicado Juan Cornejo, el número dos de los socialistas andaluces. El portavoz de la gestora, Mario Jiménez, lo ha explicitado: de romper la disciplina en un asunto tan esencial, habrá consecuencias. Alfredo Pérez Rubalcaba, un ex secretario general que fue bastante flexible con la actitud del PSC cuando éste apoyaba el derecho a decidir, también es de esta opinión, lo contó ayer en televisión.

Además del PSC, hay dos diputadas que sostienen que votarán en contra de Rajoy: Margarita Robles y la aragonesa Susana Sumelzo. La primera no plantea el mismo problema, porque es una independiente, siempre lo fue, incluso cuando estuvo en el Gobierno de Felipe González como responsable de Interior por debajo de la bicefalia de Belloch. A la mujer que dejó de pagar a José Amedo nadie le va a convencer de lo contrario.

Sumelzo es otra cuestión, ya se verá si cambia de opinión, aunque también queda por saber la postura que adoptará Pedro Sánchez. En Ferraz opinan que lo mejor hubiese sido que el ex secretario general hubiera dejado el acta después de haber dimitido, así evitaría situaciones muy incómodas como tener que cambiarlo de escaño. Si se ha mantenido es porque Sánchez sigue aspirando a la Secretaría General en unas primarias, y no le va a resultar un buen trago ver cómo Antonio Hernando, quien era su portavoz y hombre de confianza, defiende la abstención. Si acude a la sesión de investidura, es casi seguro que Pablo Iglesias lo señalará como un ejemplo a seguir en contra del propio partido que lideró hasta hace unas semanas.

Los problemas con el PSC vienen de lejos. La posición después de Maragall fue complicada, pero Miquel Iceta, del sector socialdemócrata del PSC, catalanista pero no nacionalista, la ha sobrellevado bien hasta ahora. Eso le costó una ruptura, se marcharon el hermano de Maragall, Joaquín Nadal, Monserrat Tura y Marina Geli, por citar a los dirigentes más conocidos. Sin embargo, la escasa aportación electoral del PSC es la que está sirviendo de catalizador para que ahora se opine que la ruptura es posible. El PSC obtuvo un respaldo del 12% en las catalanas y del 16% en las generales, casi prescindible. Es posible, pero contar con el PSC dentro de un partido nacional es también una cuestión de Estado, más allá de los problemas ideológicos que venga planteando.

Después del Comité Federal, y si gana la abstención, Miquel Iceta convocará al comité nacional del PSC para discutir si se mantienen en el no. Será otro hito de la próxima semana, pero podría marcar el instante en que la fórmula que Felipe González concibió en la Transición, al unificar al PSC con dos partidos socialistas catalanes, comienza a expirar.