Málaga

Una casa de acogida, una segunda oportunidad

  • Una veintena de familias colaboran con la Protectora de Málaga en la adopción temporal de las mascotas enfermas o heridas que necesitan una atención especial

La solidaridad y el altruismo son cualidades que ayudan a que otros tengan la posibilidad de seguir adelante y vislumbrar un futuro. En los tiempos que corren se hacen más necesarias que nunca, pero no son tan habituales cuando son los animales los que precisan esa ayuda lo que hace valorarlas aún más. Todavía son pocos los que deciden tender su mano a los perros o gatos heridos y abandonados que no tienen a dónde acudir para encontrar una nueva oportunidad. Si no fuera por las personas que de forma desinteresada deciden acogerlos en sus casas durante su recuperación, sus expectativas de vida serían prácticamente nulas.

A las 20 familias malagueñas que forman la red de casas de acogida para mascotas de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Málaga les une un mismo sentimiento y es el amor incondicional hacia los perros y gatos, sea cual sea su situación y vengan de donde vengan. Sólo quieren darles la posibilidad de sentir lo que es un hogar y que crezcan con el cariño y la atención que la mayoría no han podido gozar nunca. La predisposición a ayudar a estas mascotas en su recuperación es el único requisito que se les exige, explica la presidenta de la Sociedad Protectora, Carmen Manzano, que dijo ser consciente del "duro trabajo" que supone, aunque advierte de que nunca se les deja solos en esa tarea. "Nosotros corremos con todos los gastos de veterinarios, medicamentos, alimentos y material, y siempre estamos en contacto por si pasa algo", asegura. A cambio, se les pide que les den atención y cariño.

Por fortuna para esos animales, atención y cariño les sobra cuando llegan a alguna de estas casas de forma temporal para empezar una nueva vida. Kitty lo ha conseguido. Cuando esta perrita de apenas dos meses llegó a casa de María Eugenia González las probabilidades que de que hubiera que cortarles los dedos de una pata eran muy altas. La Policía Local la había rescatado de la calle con una pata rota probablemente como consecuencia de un atropello y si ingresaba en la Protectora su final no hubiera sido el mismo.

Ahora ya está totalmente recuperada y María Eugenia confía en que pronto encuentre una familia que quiera adoptarla y darle un hogar. "Sé que sólo se quedarán un tiempo pero es inevitable cogerles cariño. Aunque si quieres seguir ayudando a otros animales tiene que ser así", cuenta. Y en su caso ya han sido varios. Pero el caso de Suerte, un galgo al que acogió que no podía ni andar de las graves heridas que tenía, le marcó. Tuvo que dedicarle una atención constante porque cada vez que intentaba levantarse se le abrían las heridas. Aunque la satisfacción que ahora siente por verlo feliz e incluso correr con la familia que lo adoptó es lo que le llena de satisfacción y le hace sentir que "tanto esfuerzo merezca la pena".

La relación de Esmilda Triana, otra de las voluntarias de la red de casas de acogida de Málaga, con la Protectora es muy reciente. La oficial porque por su cuenta, y con la ayuda de su hija que tiene la misma pasión que su madre, lleva años recogiendo animales abandonados en la calle y dándoles un techo. Siete perros ha salvado de la calle esta voluntaria que asegura no poder evitarlo y sentir que "un animal siente igual que un humano y merece una oportunidad". Nunca había recogido a un gato y su primera experiencia la está viviendo ahora, aunque reconoce estar encantada de ver que "llegó tan enfermo y que ahora está totalmente recuperado". El problema de Lukas, que ahora tiene unos 2 años, es que tenía la vejiga llena de cristales como consecuencia de su castración y de una mala alimentación. Orinaba sangre cuando llegó a casa de Esmilda, quien se convirtió en su enfermera particular poniéndole una inyección diaria y bolsas de agua caliente por la mañana y por la noche para aliviarle las molestias. Después de casi cuatro meses, Lukas ya está en condiciones de que una familia lo adopte, pero hasta que ese momento llegue seguirá en casa de esta familia donde ha encontrado el calor que necesitaba para sanarse.

La historia de Lula, la perra de 3 años que Vicky Arias tiene en acogida, también ha tenido un final feliz después de estar al borde de morir tras ser desechada por el cazador que la tenía por no servir ya para su objetivo. A pesar de su buen carácter, los posibles maltratos que ha sufrido con anterioridad la hacen asustadiza aunque ya se maneja perfectamente en la casa a la que llegó y donde se encontró con dos inquilinos muy peculiares con los que tuvo que acoplarse. "Tengo dos gatos y, aunque uno es muy celoso, se llevan bien e incluso juegan", señaló.

Una cosa ha sacado en claro de esta experiencia: "Mi casa va a seguir siendo de acogida".

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