Málaga

Un Corpus sin brillo ni sol

  • La lluvia hizo acto de presencia en la procesión y le dio la puntilla definitiva a un festejo con una flojísima asistencia de público y sin el esplendor del pasado

El día del Corpus en Málaga ya no es uno de esos que dicen, brillan más que el sol. Éste ayer ni salió durante el tiempo que el cortejo estuvo en la calle. Igual que la mayoría de malagueños. La respuesta del público fue flojísima, pero la excusa del Día de la Bicicleta no es válida en una ciudad con más de medio millón de habitantes. La playa, tampoco, pues el tiempo no acompañó. Ni las cuatro gotas que cayeron a media mañana son excusa. Desde Palacio se deben buscar respuestas al por qué esta fiesta no cala en la ciudad, cuando sigue teniendo vigencia en otras localidades andaluzas. Esta decadencia la ejemplificó ayer de forma material la carroza donde fue procesionado el Santísimo, que salió a la calle sucísima. Parecía gris en lugar de plateada. Sin embargo, desde el Obispado no dudaron días atrás en pedir decoro para los altares. ¿Y el resto quién lo decora?

Que la procesión del Corpus necesita una seria reforma y un profundo debate, es algo que no escapa a la mayoría. Al menos de cofrades, el colectivo más numeroso de cuantos participan en esta fiesta de la Eucaristía. La Archicofradía de las Penas ayer fue la gran ausente en la procesión, según ha podido saber este periódico, por desavenencias con el Obispado, que prometen ir para largo.

El orden inicial con el que salió de la Catedral la procesión fue de lo mejor de la jornada. Este año se mantuvo el recorrido de la pasada edición, e inevitablemente las estampas desangeladas en su último tramo, desde el inicio de Molina Lario hasta la Plaza del Obispo. La comitiva salió puntual, pero llegó con media hora de antelación a su término. Cuando el Santísimo se encontraba próximo a la Plaza de la Constitución, la lluvia -en pequeña cantidad pero persistente- hizo acto de presencia. La procesión no se rompió en ningún momento, aunque incomprensiblemente algunas hermandades (dos o tres) abandonaron ante el tímido chispeo.

Respecto a los altares, se montaron hasta 13, cinco más que el pasado año. Curiosamente, además de los tres llamados oficiales (Adoración Nocturna y Agrupación de Glorias y Semana Santa) el resto los montaron asociaciones y hermandades no agrupadas (Hermandad de los Remedios; Asociación Cultural El Cabildo; Pro-hermandad de San Andrés; Hermandad de Humildad y Paciencia; Tertulia El Monaguillo; Asociación de Fieles del Tránsito; Pro-Hermandad de la Buena Fe; Pro-Hermandad de la Encarnación; Hermandad del Santo Cristo y Pro-Hermandad de Medinaceli, según su disposición en el recorrido). Todos eran iniciativas cofrades pero ninguno partió de una corporación sacramental. El interés por la fiesta de estos colectivos es elogiable, pero en algunos casos es reprochable el mal gusto para sacar beneficio económico del asunto. Especialmente en el caso de San Andrés y su singular puesto de estampitas.

Decoro hubo en los altares, sobre todo teniendo en cuenta que la Agrupación de Cofradías -la entidad con más recursos- este año ha bajado el listón sensiblemente. Un apóstol de la Sagrada Cena travestido de Jesucristo no parece que sea lo mejor. El más completo fue, sin dudas, el de Los Remedios, presidido por una imagen mariana de propiedad particular. Las Glorias se estrenaron con una buena carta de presentación mientras que la Sagrada Cena pide a gritos continuidad en la Catedral.

Procesiones

Como complemento a la jornada, se celebraron varias procesiones. La Virgen de la Sierra salió de la parroquia de Santiago antes de la Misa Estacional de la Catedral para presidir el altar de las Glorias, instalado en la Plaza del Carbón. Cara y cruz. Bien por la iniciativa, mal por las formas. Debido a la lluvia, el regreso se produjo con el Santísimo aún por las calles, lo que obligó a algunos cofrades a salirse de la procesión oficial e inevitablemente distrajo la atención del protagonista principal del día, Jesús Sacramentado. La estampa de todos los hermanos mayores en torno al citado altar para recibir a la carroza tampoco se entiende. Pero ésta es una procesión sin normas. Es lógico pensar que si en el altar de la Plaza de la Constitución puede cantar un coro parroquial (el de la Cofradía de la Misericordia) con megafonía incluida, todo valga.

El Señor de la Sagrada Cena, que presidió el altar de la Adoración Nocturna en la escalinata de la Catedral, regresó a su oratorio de calle Compañía al término de la procesión. La comitiva se inició en torno a las dos de la tarde. Decenas de hermanos acompañaron a la imagen iluminando su camino con un cirio y participó la banda de cornetas de Lágrimas de San Pedro. En su segunda edición, esta procesión fue mucho más arropada, sin llegar a congregar masas. Dejó momentos de gran sabor cofrade y lo mejor, es un clavo ardiendo donde puede agarrarse quien aún crea que un Corpus mejor es posible en Málaga.

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