DIETER WIENBERG. INGENIERO AGRÍCOLA Y ECONOMISTA

"La ciencia puede crear mucha riqueza"

  • España es el primer exportador mundial de fresones porque en los años 60 el ingeniero alemán Dieter Wienberg fue capaz de movilizar a su país y a España para crear la finca La Mayora

Casualidad y disciplina a partes iguales han forjado la trayectoria de este ingeniero agrícola altísimo y de vivaces ojos celestes que a sus 85 años acude con pasmosa precisión, sin necesidad de consultar un solo papel, a las estadísticas y a los números para apoyar sus argumentos. El potente sector agroalimentario andaluz le debe mucho. Posiblemente todo: desde la fresa de Huelva, a los invernaderos de Almería, pasando por los subtropicales de Málaga y Granada. Los éxitos actuales se fraguaron en la finca experimental La Mayora que hace medio siglo él puso en marcha con financiación hispano alemana. España nunca estuvo en sus planes pero vino en los años 50 y ya nunca se fue del todo. "Mis hijos viven en España", apunta. Pasa los inviernos en Marbella y los veranos regresa a su país para huir del "barullo", explica con un excelente manejo del español. Es políglota. Aprendió ocho idiomas (castellano, portugués, italiano, inglés, alemán, ruso, latín y griego antiguo), pero solo habla cinco. El latín y el griego no los habla por razones obvias. El ruso tampoco porque no guarda buen recuerdo de los soviéticos que expropiaron la finca de su padre en Turingia.

-¿Por qué viene a España en los años 50?

-Para explicárselo tengo que empezar por el origen. Mi padre tenía una finca grande en Turingia. En abril de 1945 nos ocuparon las tropas americanas que se comportaron muy correctamente con la población, pero después de la Conferencia de Yalta los aliados acordaron que entrara en zona de ocupación rusa. Nos fue fatal. Nos expropiaron. Salimos de allí sin nada: mi madre con el bolso y mi padre con la cartera. Estudié Agricultura pensando que los rusos estarían tres o cuatro años, no 40, y que recuperaríamos la finca. Después vi que la agricultura es un sector muy pequeño de la economía y estudié también Economía. Además, mi padre de niño me había enviado a un colegio de lenguas antiguas...

-¿Y eso?

-En mi ciudad había dos colegios. En uno se enseñaba inglés y había tres clases con 30 discípulos en cada una, pero la parte clásica no estaba tan demandada. Nunca había más de 10 ó 12 estudiantes y el rector le sugirió a mi padre que si quería una buena formación me enviara allí. Durante ocho años estudié una hora diaria de latín y otra hora de griego seis años. Fue una buena decisión porque es bueno para pensar de forma lógica. Luego, cuando entraron los rusos aprendí ruso, pero de esto no me ha quedado nada. Los rusos eran muy antipáticos. Al terminar los estudios quería trabajar en la FAO y necesitaba saber inglés y francés. Fui al servicio de intercambio académico de Bonn a pedir becas pero solo tenían disponible una para el Instituto Nacional de Colonización de Zaragoza, que en los tiempos de Franco promovió los regadíos cerca de Huesca. En español solo sabía decir señorita, mañana, caramba y una palabra fea: qué carajo... Me sugirieron que si aprendía y no había otro aspirante me darían la beca.

-Así fue como llega a aquella España tan pobre y atrasada.

-En efecto. Estuve dos meses en los regadíos y empecé a ir a la universidad a escuchar lecciones de geografía e historia de España. Allí conocía al geógrafo don Manuel Casas Torres y le pedí ayuda para encontrar trabajo. Era un señor muy influyente, miembro del Opus Dei, aunque entonces eso yo no lo sabía. Me dijo que me podía presentar al secretario del Consejo General de Investigaciones Científicas, José María Albareda, también del Opus Dei como supe después. Así fue como me ofrecieron trabajo en Extremadura para investigar por qué variaban tanto los precios de los cerdos. Al terminar quise volver a Alemania pero el consejo iba a crear un departamento de economía agraria, me subieron el sueldo y me quedé otro año haciendo un estudio sobre el regadío en Badajoz.

-El proyecto de ir a la FAO se posponía.

-Al terminar regresé a Alemania porque veía allí más futuro que en España. Pensando en la FAO, me fui al Instituto de Economía Mundial que dirigía el profesor [Fritz] Baade. Me propuso que escribiera la parte de España de un amplio estudio que preparaba sobre la agricultura en el mediterráneo.

-Las circunstancias otra vez le traen de vuelta a España.

-Se publicó una monografía sobre las posibilidades de la agricultura española en el sur. Baade y Albareda propusieron llevarlo a la práctica y que no quedara en la biblioteca. El profesor Baade era un político influyente, miembro del parlamento alemán. Visitó al canciller [Ludwig] Erhard quien le dijo que contara con un millón de marcos para el proyecto. El profesor Albareda también estaba muy de acuerdo y se tomó la decisión de crear una estación de horticultura y fruticultura en el sur de España. Me encargaron buscar una finca.

-¿Por qué La Mayora y no otra?

-Con la ayuda de los jefes de las jefaturas agrarias de Málaga y Almería busqué una finca de determinado tamaño. Ni muy pequeña ni de miles de hectáreas. No quería que estuviera cerca de una gran ciudad sino en el campo, para que los investigadores tuvieran relación con el campo y aquí, además, el clima es subtropical, ¡es la única zona de Europa libre de heladas! El consejo compró la finca y construyó los edificios. Alemania puso el personal científico, equipó los laboratorios, envió la maquinaria... Fuimos los primeros en hacer nivelaciones de suelo a gran escala. Alemania mandó tractores oruga que estuvieron tres años, día y noche, trabajando. La gente pensaba que estábamos locos. Luego se sorprendió cuando con tres cosechas de fresones pagamos los gastos. No había ningún cultivo que diera tanto dinero.

-¿Llegó pensando en las fresas?

-Pensábamos en todo. La idea de la fresa la traje de Alemania porque tenía relación con un experto en cultivo de fresón. Probamos 20 ó 30 variedades alemanas y francesas sin resultados y ese experto me dijo que fuese a California porque allí el clima es el mismo que aquí. Me dio la dirección de un catedrático de California que me proporcionó información y pedí varios miles de plantas para probar que dieron un resultado fantástico.

-Estuvo allí dos meses.

-Sí, fui a estudiar el sistema de cultivo que era un poco complicado porque los estolones se plantan en abril o mayo, se cosechan en noviembre y se guardan en frigorífico hasta agosto, que se plantan en la tierra. Ese era el secreto de por qué en California una hectárea producía 50 toneladas y en Europa solo ocho.

-¡Fueron los primeros en exportar!

-Fuimos los primeros y España hoy es el mayor exportador de fresón del mundo. Huelva produce 300.000 toneladas e imagino que exportará 200.000. Increíble.

-¿Cómo llega el fresón a Huelva?

-Vimos que en la zona de Algarrobo no había muchas posibilidades de aumentar el cultivo. Las fincas son pequeñas, la tierra cara y, por el turismo, había poca mano de obra. Tenía que enviar uno o dos autobuses a Cómpeta para traer mujeres para la recolección. Tuvimos hasta 250 en La Mayora. Como el fresón aguanta el frío me fui a Huelva. Conocí a Antonio Medina, que tenía la turbera Los Guayules en Moguer y le pedí que nos permitiera hacer ensayos en su finca. Durante dos años La Mayora envió personal, plantas y asumió los gastos para introducir las fresas en Huelva. Antonio Medina es un hombre muy capaz que ha hecho una gran labor, pero me pareció un poco feo que hace unos años, cuando le dieron la Medalla de Andalucía, no dijera que La Mayora le ayudó los primeros años. Huelva tiene ahora 6.000 hectáreas de producción de fresones que generan a los agricultores 420 millones de euros. ¡Hay que ver la riqueza que puede crear la ciencia! Esto solo es posible si los laboratorios y los investigadores tienen relación con la práctica.

-Un gran éxito.

-Increíble. Nuestra meta era conseguir 200 hectáreas. Nunca lo hubiera soñado.

-¿Cómo se le ocurrió el aguacate?

-Aunque había algunos árboles en jardines y una finca, Rancho Grande, en Almuñécar, el aguacate era desconocido en Europa. Sólo entraba algo de Israel. Cuando estuve en California, viajé mucho por la zona y veía aguacates por todas partes. Pensé que podía ser interesante. En una de las reuniones anuales que cada año teníamos en el Ministerio de Agricultura o de Asuntos Exteriores pedí una beca para enviar al ingeniero agrónomo José María Farré a California. Estuvo allí un año. Él fue quien movió todo el aguacate aquí. Trajimos miles y miles de huesos de México, criamos plantas y enseñamos su cultivo a los viveros. Los agricultores ingresan ahora 90 millones con la venta de aguacates y todavía tienen mucho mercado porque su consumo aún es bajo en el centro y el norte de Europa.

-¿Qué le parecen los recortes ahora a la investigación?

-Es un tema difícil. Es absolutamente necesario ahorrar. Los estados no pueden seguir endeudándose como lo han hecho en el pasado todos: EEUU hasta el 100% de su PIB, Japón aún hasta el 200%, hasta Alemania, con su potente industria exportadora espera este año por primera vez que sus ingresos y gastos estén en equilibrio. Es decir, hay que ahorrar, pero en el caso de La Mayora sería un error porque la fruticultura es uno de los pocos sectores de España que funciona, tiene beneficios, futuro y exporta. Es el último centro al que habría que recortar.

-La Mayora es una gran historia de éxito, pero también hubo momentos difíciles.

-Muy difíciles.

-Usted llegó a pedir un préstamo personal para pagar las nóminas...

-En efecto.

-Hay que creer mucho en el proyecto.

[-Y en el país. Yo creo que Dieter es más español que alemán, apunta su esposa que durante unos minutos escucha la entrevista].

-¿Qué pasó después?

-Alemania invirtió 3 millones de marcos en La Mayora y España seis, pero la meta de Alemania siempre era iniciar un proyecto en otro país y dejarlo a los cinco o seis años. Este fue una excepción. Duró 16 años. Después me fui al servicio diplomático. Fui ocho años agregado de agricultura en Madrid y Lisboa. Después me fui a Roma, lo deseaba porque había estudiado latín y recordaba de mis libros el coliseo y los grandes edificios.

-¿Ocupa la agricultura en España el lugar que le corresponde?

-Hay cultivos con bastante futuro como los vinos. El olivar también, pero España tiene que mejorar la calidad de sus aceites. En Andalucía pocas fincas tienen su propia almazara. Las aceitunas se amontonan en grandes almazaras, están allí varios días, fermentan y la calidad no es la misma que si el aceite se hace en la finca. Los italianos, que dominan el mercado, producen una calidad extraordinaria. Allí casi todas las fincas un poco grandes tienen almazara propia. El aceite italiano se vende dos o tres veces más caro, a pesar de que cada año compran más de 100.000 toneladas en España, lo refinan y venden como italiano. España debe estudiar más las posibilidades del mercado internacional, sobre todo de Estados Unidos.

-¿Qué le parece que La Mayora se incorpore a la Universidad de Málaga?

-Muy bien.

-¿Se apartarán los científicos del campo?

-No si La Mayora se mantiene como centro de experimentación. Los edificios se han quedado pequeños y el personal científico quiere vivir en la ciudad por razones de familia. Yo viví en la finca 16 años, para mí era importante verla. Cuando la gente se iba, me ponía las botas y recorría las parcelas. Nunca he trabajado para ganar dinero, sino porque me fascinaba lo que hacía.

-¿Cómo ve la crisis en España?

-Es horrorosa, pero no solo es la crisis de España, también es de Portugal, de Italia, de Grecia, que está mucho peor, Francia empieza a Tambalearse... La crisis es mundial. En España la salida la veo difícil porque se ha dado demasiada importancia a la construcción y el paro de la juventud es el doble que el general porque los jóvenes por debajo del nivel universitario no tienen formación suficiente. En Alemania el paro general es el 6% y el juvenil también porque hay un sistema de formación dual muy bueno: los jóvenes que empiezan una formación, ya sea electricista, ayudante de laboratorio o la que sea, trabajan pero y dos días a la semana van a la escuela. Todos los países con poco paro juvenil tienen buena formación profesional.

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