Metro de Málaga

Ya es de la gente

  • El Metro de Málaga ya es presente con futuro. Por supuesto, el proyecto no se queda ahí

El Metro de Málaga ya es de la gente. La gente lo viene haciendo suyo desde que comenzamos las pruebas, con los trenes desplazándose, bien visibles por la ciudad, y desde que abrimos el Metro en jornadas de puertas abiertas, con las estaciones repletas de niños, adolescentes, hombres y mujeres de todas las edades, también mayores que conocieron el antiguo tranvía y contrastan con agrado cuánto han avanzado los sistemas de transporte público.

Veo y escucho las impresiones que recogen los medios de comunicación. A la gente le parece cómodo, rápido, moderno, incluso elegante... Se nota que hay ganas de Metro. Hay un punto de lógica fascinación por la novedad, pero también de responsabilidad por saber que detrás hay una fuerte inversión pública. Con el tiempo descubrirán todas sus ventajas: es puntual, es limpio, retira coches de la circulación, enlaza a la perfección con el resto de sistemas de transporte público, y también con la bicicleta. Y es asequible para la mayoría social: con bonos y tarjetas, cuesta 82 céntimos el viaje, 66 si se hace en transbordo con el autobús urbano o metropolitano. El Metro cambiará la ciudad, para siempre y a mejor. Revolucionará la forma de moverse por Málaga. Con el tiempo costará recordar cómo era la ciudad sin su metro. Ha ocurrido en el resto de ciudades con este sistema (Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Sevilla) y ocurrirá en Málaga.

El Metro es ya definitivamente de la gente a partir de hoy, 30 de julio, cuando comience a prestar servicio cada mañana, puntual como un reloj, con el esfuerzo diario de sus 119 trabajadores y trabajadoras. Esta apertura supone la consecución de un objetivo marcado en rojo por la Consejería de Fomento y Vivienda, por todo el Gobierno andaluz, desde el inicio de la legislatura: sacar al Metro vivo de la crisis, darle viabilidad a largo plazo, garantizar el desarrollo de toda una red que obtenga una demanda suficiente para rentabilizar socialmente la inversión.

El camino recorrido hasta aquí ha sido complicado. El Metro de Málaga no es sólo una infraestructura, no es sólo un servicio público, no es sólo una intervención urbana que hace más humana y habitable la ciudad. El metro de Málaga es también un desafío superado. Es justo agradecer su aportación a la superación de este reto a todos los hombres y mujeres que han puesto su empeño y su inteligencia en la tarea, tanto en la Consejería de Fomento y Vivienda como en el conjunto del Gobierno andaluz y en el Ayuntamiento de Málaga, así como en la sociedad civil, que ha realizado valiosas aportaciones, críticas y comprometidas, a un debate público que a la postre ha conducido a la mejor solución para esta infraestructura. El Metro de Málaga jamás podría haber abierto sin el empeño de su gente en que abriera. El impulso institucional ha sido imprescindible para sacarlo adelante, pero no suficiente por sí mismo. Necesitaba las ganas de los malagueños de montarse al fin en el Metro.

El Metro de Málaga ya es presente con futuro, pero es indispensable conocer su pasado para apreciarlo debidamente. El proyecto fue concebido en 2003, en un contexto económico absolutamente diferente, en el marco de una dinámica de planificación de las infraestructuras que el tiempo ha demostrado insostenible. El actual Gobierno andaluz ha tenido los reflejos y la capacidad de reacción imprescindibles para reconducirlo, dando una muestra de austeridad bien entendida, es decir, como eficiencia en la gestión del dinero público, no como recorte. Y de hacerlo además forjando un gran acuerdo institucional con el Ayuntamiento de Málaga.

Hoy se ponen en servicio dos líneas, desde Teatinos y el Palacio de los Deportes hasta el intercambiador de El Perchel-María Zambrano. En total son 17 paradas a lo largo de 12 kilómetros de trazado en V, el 81% del total de la red prevista. Este trayecto abarca dos de los barrios más densamente poblados de Málaga, Carretera de Cádiz y Cruz de Humilladero, y da cobertura a los hospitales Clínico y Regional, así como al campus universitario, la conocida como Ciudad de la Justicia y el Palacio de los Deportes.

Por supuesto, el proyecto no se queda ahí. Es más, ya estamos desarrollando el resto del mismo. Mientras el siguiente tramo, Renfe-Guadalmedina, se encuentra actualmente en obras, ya hemos licitado por casi 45 millones de euros el que llevará el metro al corazón de la ciudad, Guadalmedina-Atarazanas (en la confluencia de la Alameda Principal con la calle Torregorda), que generará 500 puestos de trabajo. Licitaciones como ésta evidencian no sólo el impulso del Gobierno andaluz a la red de Metro, sino nuestra decidida apuesta por la inversión pública, siempre eficiente y bien calibrada, pese al contexto de dificultad económica. No en vano, Andalucía es en 2015 la autonomía que más licitación pública ha realizado, una quinta parte del total de las autonomías españolas. Tras más de dos años, las reactivaciones de obras paralizadas se suceden casi cada semana, y encuentran como mejores exponentes a las autovías del Olivar y del Almanzora. La obra pública, en Andalucía, va a más.

El tramo Guadalmedina-Atarazanas del Metro de Málaga, sumado a la prolongación de la línea 2 en superficie hasta la zona norte de la ciudad, en el entorno del Hospital Civil, permitirá que la demanda anual del metro supere los 20 millones de viajeros, alcanzando el equilibrio económico-financiero. Ésa es la clave de la solución aportada por la Consejería de Fomento y Vivienda. Con la fórmula inicial de 2003, llevando el Metro bajo tierra hasta La Malagueta, dicho equilibrio era inalcanzable. Los dos kilómetros de obra soterrada hasta La Malagueta eran inviables, suponían llevar la ejecución más allá de 2020, eran arriesgados desde el punto de vista técnico y la obra necesaria tendría un prolongado impacto negativo en el turismo y el comercio.

El acuerdo institucional permite reducir la obra bajo tierra de 2 kilómetros a 300 metros, dejando el Metro a apenas un par de minutos a pie de la calle Larios, en el mismísimo centro, y ampliándolo por la zona norte, en superficie, a lo largo de dos kilómetros. Así el Metro llega a más gente, más de tres años antes, con una obra 100 millones de euros menos costosa, prestando un servicio aún mejor. El Metro en superficie presenta la ventaja añadida de que apareja una intervención de mejora urbana a su paso. La solución adoptada por las administraciones elimina además riesgos indemnizatorios inasumibles por los retrasos.

El Metro es un servicio público de amplísimo alcance, y como tal tiene un coste anual para las administraciones, Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Málaga. Al igual que lo tiene el Metro de Sevilla, al igual que lo tiene cualquier servicio público. La forma de hacerlo eficiente es que la gente lo coja. Ir a estudiar en Metro, a trabajar en Metro. Que los abuelos enseñen a las nietas a sacar el billete, o los nietos a las abuelas. Que el Metro sea parte de Málaga, parte de su identidad y de su imagen ante sí misma. Que seamos conscientes de su impacto favorable en el turismo, en el comercio, en el empleo. Quisiera cerrar esta tribuna que nos cede Málaga Hoy dejando un mensaje de profundo agradecimiento y reconocimiento a los trabajadores y trabajadoras que han construido (y siguen construyendo) el Metro de Málaga. Buen trabajo, sin duda.

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