Málaga

Profesores con alma de policías

  • Investigadores del Instituto de Criminología muestran su preocupación por los delitos contra la libertad sexual entre menores y modas peligrosas en internet como la grabación de agresiones

Son, en su mayoría, profesores aunque la plantilla del Instituto Andaluz Interuniversitario de Criminología en Málaga, en el que se imparten clases desde el curso 1992/1993, también la forman otros investigadores contratados para llevar a cabo diferentes proyectos. Los docentes no ejercen como policías, pero sí están en permanente contacto con ellos. "Ellos [los agentes] se dedican a la persecución de delitos y nosotros somos más académicos, de reflexión y estudio", explica Anabel Cerezo, subdirectora de Investigación del centro, encargado del análisis de la delincuencia, su prevención y tratamiento, además del control social del comportamiento, lo que ha permitido a los expertos desarrollar distintas líneas de investigación. Desde corrupción urbanística, terrorismo y blanqueo de capitales hasta ciberdelincuencia, un fenómeno que se ha convertido en el principal enemigo en las redes.

Y es que, según Cerezo, no son pocas las conductas detectadas por el "uso masivo de las nuevas tecnologías". "Tenemos estafas informáticas, acoso a través de los medios...Analizamos jurídicamente cada tipo. Vemos la situación de peligro a la que se someten los jóvenes, adultos y jubilados, que también son objeto de engaño al no dominar bien internet y confiarse", explica.

Paralelamente, también han proliferado modas peligrosas entre adolescentes, como es el caso de la filmación de agresiones, conocida como happy slapping. "Nos preocupan los delitos contra la libertad sexual entre los menores. Pensamos que con el hecho de que el niño esté en la casa ya no hay peligro y estamos equivocados. No hace falta que se reúnan con los amigos para cometer fechorías. Tenemos relación con la Fiscalía de Menores, que nos alerta también de estos problemas", señala la investigadora.

A su juicio, la solución pasa por fomentar la prevención, para lo que es necesario el esfuerzo unánime de colegios, familias y el Estado, que debe, precisa, inmiscuirse y difundir publicidad al respecto. "Es complicado poner barreras al campo, pero hay todavía mucho por hacer. Aunque la labor de educación es de los padres, podría dedicarse 10 minutos a esta materia en una clase, reforzar lo que se supone que ya hace la familia. Se debe evitar que los niños corran ciertos peligros. Todos somos responsables de lo que pueda pasar en el futuro con los jóvenes", asevera Cerezo.

Otro de los efectos indeseados que ha arrojado internet es la propagación de pornografía infantil. No en vano, el hecho de que este tipo de fenómenos crezca en las redes sociales al amparo del anonimato es uno de los hándicaps que dificulta la labor de los expertos, dado que los delincuentes se mueven con identidades falsas para intercambiar material y seducir a los menores. En palabras de María José Benítez, investigadora del Instituto de Criminología, el perfil de los que acceden es muy variado. Por lo general, responde al de sujetos, principalmente varones, de clase media-alta de hasta 60 años. "Para ellos no es un problema el hecho de que les guste los niños. Algunos defienden la legalidad de su comportamiento atendiendo a que les interesan los menores como podría ser otro colectivo", apostilla.

En opinión de la profesora, que recuerda el vacío legal de dichas conductas en los años 60, es necesario distinguir entre aquellos que sienten atracción hacia los pequeños -los llamados pedófilos- que los que agreden a estos usuarios de corta edad -conocidos como pederastas-. También hay que diferenciar el consumo de la difusión de pornografía infantil, aunque el problema estriba cuando, en algunos casos, "empiezan consumiendo y terminan difundiendo". Ambos comportamientos están sancionados en el código penal; incluso disponer de estas imágenes en solitario, aunque las condenas, eso sí, son mayores si se trata de bebés o menores de 13 años.

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