Málaga

Un parto de película

  • Alba nace en el coche, en manos de su padre, a 500 metros del hospital La madre y la hija están bien

Los trabajadores del Hospital Doctor Gálvez no hablan de otra cosa. La mujer que el miércoles pasado dio a luz en la calle cuando intentaba llegar al centro sanitario se ha hecho famosa entre el personal. Alba no quiso esperar y nació en el coche, a 500 metros de la clínica. Su padre no tuvo más remedio que hacer de improvisado matrón pese a que no tiene conocimientos sanitarios. La madre y la hija están en perfecto estado.

El primer hijo de Inés Gómez, de 36 años, tardó un día en nacer. Así que anteayer, cuando comenzó a sentir las primeras contracciones, se salió de la piscina, se duchó con tranquilidad y se montó en el coche. Venían de Marbella hacia la clínica Gálvez. Cogieron la autopista para llegar más rápido. A la altura de Plaza Mayor, la madre se dio cuenta de que la niña tenía prisa por llegar al mundo. "Que nace, que nace", empezó a advertirle a su marido, Carlos Navarro. Él llamó a la Policía y al 061. Le dijeron que se parase. Pero él decidió seguir hacia la clínica. Sobre las 20:00, en pleno Paseo del Parque, frente al Ayuntamiento de Málaga, Inés notó que la cabeza de la niña empezaba a salir. Así que Carlos, también de 36 años, paró el coche en el carril bus. Los vehículos le pitaban por entorpecer el tráfico. No sabían lo que estaba ocurriendo dentro de aquel coche: la vida se abría paso en un parto de película. "Salió la cabecita y yo con mis manos saqué a la niña", relata el padre. "No soy un héroe. No me quedaba otra opción que ayudar a Inés. Ahí estaba mi niña. Cualquier padre hubiera hecho lo mismo. Estás ahí y lo haces o lo haces", contaba ayer, ya más tranquilo Carlos, mientras Alba dormía plácidamente en su moisés.

Maribel y Natalia, dos mujeres que pasaban frente al Consistorio, no salían de su asombro. Rápidamente le dieron una tela para tapar a la niña. "Yo en todo momento confié en él. No tuve susto, pero pasé nervios y angustia, eso sí", reconoce la madre.

El padre cuenta que rompió aguas justamente en el momento del parto, lo que facilitó el alumbramiento. "La niña respiraba, lloraba y se movía, así que me tranquilicé un poco", relata Carlos. A esa altura de la película, la madre ya empezó a relajarse: "Tenía a mi hija cogida de la manita y yo estaba feliz".

Pero con un parto tan estresante, el padre no atinaba a llegar desde el Ayuntamiento a Gálvez. Un hombre que pasaba por allí, se montó en el coche y le fue indicando el camino hasta el hospital. La clínica ya estaba avisada de que llegaba la familia ampliada. En la puerta de Urgencias, le esperaba un equipo sanitario.

José Luis Amador, del kiosco La Revuelo, que está justo enfrente de la entrada, tampoco podía creer lo que veía: una matrona cortaba el cordón umbilical dentro del coche. "En 12 años que llevo en el kiosco nunca había visto nada tan surrealista. Después me ofrecí a aparcarle el coche al padre porque estaba atacado", cuenta. La madre y la niña fueron entonces subidas en camilla y por fin 'llegaron' al hospital.

Ayer, el padre repasaba la película: "El 061 me dijo que me parase. Dudé. Estaba muy nervioso, pero seguí. Al final, todo salió bien gracias a Dios. Tú siempre crees que a ti no te va a pasar algo así. Ha tenido un final feliz y estamos contentos". Alba pesa 3,300 kilos y ya mama. Los médicos que han asistido a la madre y la niña han confirmado que el improvisado matrón hizo bien su trabajo y que las dos están perfectas.

Ayer, a la pareja no le faltaron visitas. A media mañana se pasaron por la clínica Maribel y Natalia que querían saber cómo estaban Inés y Alba. Después, por la tarde, una decena de familiares se agolpaba en los pasillos para compartir la alegría de un nacimiento poco común.

Un parto que tuvo final feliz gracias a la improvisada valentía del padre, a la generosidad de dos mujeres que pasaban por allí, a la ayuda de un hombre que hizo de guía para que Carlos atinara a llegar a Gálvez, al trabajo del personal de la clínica y al kiosquero que asumió la difícil tarea de aparcar el coche en el centro.

Ayer, José Luis Amador estaba aún aturdido por haber asistido al final del parto, aunque satisfecho de haber colaborado de alguna manera en el nacimiento de Alba. Pese a su alegría, no se olvidaba de otros niños que están a miles de kilómetros: "Acabé el trabajo y me fui impactado tras ver cómo cortaban el cordón umbilical y cómo nacía una niña en plena la calle. Al llegar a casa, encendí la tele y vi las imágenes de ese niño sirio ahogado en una playa intentando llegar a Europa. Ayer [por el miércoles] fue un día duro".

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